El "síndrome Dow Chemical": Cristina y la pelea sobre quién debe tener prioridad para usar los dólares
Mientras en el ámbito político se debate sobre si el recambio de nombres en el gabinete y las nuevas medidas para "poner plata en el bolsillo" alcanzará para cambiar el humor social y revertir la intención de voto, la lupa de los analistas económicos vuelve a posarse, como siempre, en los dólares.
Es ahí, creen muchos, donde reside la verdadera respuesta para afirmar si el Gobierno será capaz de dar el ansiado "shock keynesiano" que promueva el consumo y haga sentir en la calle la recuperación de la actividad.
Y las primeras conclusiones llevan al escepticismo. Los analistas del mercado financiero estiman que el Banco Central lleva vendidos u$s1.000 millones en las últimas cuatro semanas. Y esa situación, que sería preocupante de por sí, se agrava cuando se tiene en cuenta que la asistencia monetaria del BCRA al Tesoro completó $200.000 millones en lo que va de septiembre, con lo cual acumula en el año $910.000 millones.
Menos dólares en la caja y más pesos en la calle: es una fórmula que un sector "duro" del kirchnerismo está propugnando pero que muchos ven con preocupación por su potencial para desestabilizar la política cambiaria -con mayor brecha del blue- y por su riesgo inflacionario.
Una de las personas que manifiesta mayor preocupación por esa limitante en las divisas es Cristina Kirchner. A pesar de sus críticas por la excesiva vocación fiscalista que ha mostrado Martín Guzmán en la ejecución presupuestaria, también ha dado muestras de que considera al nivel de reservas como un indicador crítico.
Hoy parece que pasaron años, pero fue hace apenas dos semanas que la vicepresidente, en el acto de cierre de campaña para las PASO, habló de un caso emblemático que la preocupaba: el cierre de la planta de Dow Chemical en el puerto santafecino de San Lorenzo.
La empresa petroquímica de capital estadounidense había anunciado en agosto que, por una decisión de reorganización global, dejará de producir en el país los fenoles utilizados para la industria química.
Para Cristina, esta situación es inadmisible porque supone que ahora habrá que importar desde Brasil esos insumos, lo que implica no solamente la pérdida de trabajo argentino sino además el sacrificio de divisas.
Y, como en otras ocasiones, aleccionó al Presidente sobre lo que debía hacer al respecto. "Alberto, no tenemos que permitirlo, esto es quitarle autonomía a nuestro proceso industrial y drenaje de divisas que necesitamos para seguir produciendo", le dijo al Presidente, que asintió ante la frase.
La consigna: definir el destino de las divisas
Los industriales y los sindicatos ligados a la actividad química interpretaron el mensaje político: Cristina estaba expresando su enojo por la actitud del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, que juzgaba como poco firme ante la decisión de Dow.
Pero en los días siguientes a ese acto, además de perder las PASO por una diferencia histórica, el Gobierno se enteró de que Dow Chemical confirmaba su decisión y no estaba dispuesta a revisar el cierre productivo por más que Cristina decidiera presionar a la compañía.
Fue allí que surgió la versión de que se le busca un comprador local a la compañía, algo complicado en medio de un éxodo de firmas multinacionales y un desplome en la inversión externa directa.
Pero mientras eso no ocurre, lo que Cristina dejó en claro es que el uso que se les da a las divisas será considerado una cuestión de Estado. Ergo, no solamente hay altas chances de endurecimiento del cepo cambiario, sino que habrá una justificación para la intervención estatal sobre decisiones del sector privado.
Por lo pronto, la expectativa del mercado es que se acentuará el manejo discrecional en la aprobación de permisos para la importación.
"El problema es que hay pocos dólares. Por lo tanto, tendremos al Banco Central revisando la caja todos los días, y calibrando entre liberar más importaciones, poner más cepos, e intervenir en los mercados libres, y seguir manipulando la evolución del precio del tipo de cambio para desalentar expectativas de devaluación y evitar que la brecha se amplíe aún más", afirmó Enrique Szewach, ex director del Banco Central durante la gestión macrista.
Ganadores y perdedores de la puja por los dólares
Esa política de definir cuáles importaciones son prioritarias para el país deja ganadores y perdedores. Entre estos últimos destaca la industria automotriz, que pese a la gran demanda del mercado interno se encuentra con dificultades para acompañar el ritmo de compras por las dificultades para importar insumos.
La situación llegó a tal gravedad que los concesionarios volvieron a revisar a la baja su pronóstico de ventas -un 15% menos de los previsto a inicios de año- aun cuando los compradores piden autos y son anotados en listas de espera.
En tanto, la producción de autos en el país está aumentando a un ritmo de 70% respecto del año pasado y de 40% sobre el pre-pandémico 2019. En lo que va del año, un 58% de la producción fue destinada a la exportación. El sector, que representa un 7% del PBI industrial, ha puesto el foco en incrementar la participación de piezas nacionales, de forma que el componente argentino pasó de 19% a 40% en dos años.
El Gobierno está decidido a fomentar ese proceso, y de hecho lo quiere expandir a otras industrias. Fue así, por ejemplo, que en el peor momento de la pelea con el campo, recibió a directivos de la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola, que quieren que quede establecido de manera formal un porcentaje mínimo de componente nacional y reclaman facilidades crediticias.
Desde el punto de vista del Gobierno, dar una respuesta positiva a estos planteos es lo que justifica la presión sobre sectores generadores de divisas, en una especie de "subsidio cruzado" que ya se viene aplicando en sectores como el aceitero.
Pero aun con esas mejoras en la participación de productos nacionales, la necesidad de importaciones es inexorable, y es ahí donde radican las dificultades. Uno de los pocos puntos en los que coinciden los economistas de todas las tendencias es en la maldición del "tres a uno": por cada punto de recuperación del PBI, se necesita que crezcan tres puntos las importaciones.
Con un Banco Central que cuida celosamente sus reservas, los permisos de importación se manejan de manera cada vez más discrecional y se empezó a notar una mayor ralentización.
En agosto, según fuentes del sector, estos permisos cayeron un tercio, coincidiendo con un momento en el que el ingreso de divisas por exportaciones empezó a caer por motivos estacionales.
La perspectiva no es positiva: de aquí a fin de año, los expertos prevén que el aporte del campo estará en torno de u$s1.800 millones mensuales, una cifra que no es despreciable pero se aleja mucho del pico de u$s3.800 millones que se registró en el mejor momento del año. Para empeorar las cosas, el impacto mundial por la crisis de la gigante china Evergrande está empujando a la baja los precios de la soja, que ahora cotiza en el entorno de u$s464.
Sube el volumen del debate cambiario
Es en ese contexto en que el "síndrome Dow Chemical" se manifiesta en toda su potencia: para el Gobierno es inadmisible que un producto químico que es insumo de industrias como la automotriz -que está tratando de incrementar su componente nacional- ahora deba ser importado e implique un sacrificio de divisas.
El tema de la "restricción externa" está otra vez subiendo los decibeles del debate interno y tiñe desde el debate parlamentario sobre el presupuesto 2022 hasta la estrategia sobre cómo utilizar los DEGs, pasando por la política de importaciones.
El ministro Martín Guzmán prevé en su proyecto de presupuesto que haya un incremento de las exportaciones en el orden del 7,5% y de las importaciones en un 9,4%. Esto implica, por un lado, una disminución del superávit comercial, que de todas formas seguirá siendo robusto, con una cifra estimada de u$s9.300 millones.
El hecho de que se esté previendo un incremento importador mayor que el de las exportaciones supone una señal al mercado, porque en este momento hay una expectativa generalizada de que, ante la falta de divisas para hacer frente a las obligaciones externas, se elegirá el camino del cierre importador. Guzmán, con este presupuesto, está comunicando su confianza en que no será necesario "pisar" las importaciones y que se podrá manejar la cantidad de dólares gracias al acuerdo con el FMI.
Pero no todos comparten esa visión en la interna del Gobierno. Por caso, Roberto Feletti, ex viceministro de economía durante la gestión de Cristina Kirchner, instó a abandonar el "enfoque monetarista" y cuestionó tanto la austeridad fiscal como la estrategia de contener al tipo de cambio mediante la venta de reservas.
Feletti cuestiona el hecho de que este año se hayan destinado u$s1.000 millones mensuales a "financiar la salida de capitales a través del mercado cambiario contado con liquidación". Y pide otros mecanismos de mano dura para controlar esa demanda.
"Así como regular los mercados monopólicos de bienes básicos es clave para superar la crisis, ensanchar los límites que pone el sector externo, atesorando más reservas en el BCRA, también requiere decisión política".
También reverdeció una polémica entre los economistas Claudio Scaletta y Emmanuel Álvarez Agis. El primero reclama desde hace tiempo una expansión del gasto público por un monto de 1% del PBI, como forma de impulsar la actividad económica, ante lo cual el segundo advirtió que ello generaría una crisis cambiaria si antes no se conseguía un refuerzo de las reservas.
La consultora PxQ, dirigida por Álvarez Agis, fue lacónica al respecto: afirma que si no se produce un acuerdo con el Fondo Monetario, las reservas netas llegarán a cero a mediados del año próximo. Y plantea la necesidad de pedir crédito externo, posiblemente al propio FMI.
Otros economistas son más escépticos, como Salvador Di Stefano, que anticipa mayores restricciones en la compra de dólares "La crisis política hará que muchos ahorristas retiren sus depósitos en dólares y lo lleven a la caja de seguridad. Por otro lado, si hay una mejora en la actividad se necesitaran más dólares para importaciones. Las exportaciones comenzarían a declinar en el último trimestre del año, con lo cual no sería extraño ver a las reservas por debajo de los U$S 38.000 millones", afirma.
Según este influyente consultor, el tipo de cambio de equilibrio se ubicará en $206 hacia fin de año, lo cual exacerbará las presiones sobre el blue.
Mientras que la consultora Equilibra hizo un recordatorio inquietante: los últimos cinco procesos electorales fueron seguidos de un nuevo régimen cambiario o terminaron en una devaluación.
Y plantea que el Banco Central "no tiene margen para continuar interviniendo al ritmo actual y absorber la presión adicional de más de u$s1.000 millones que vendrá de la mayor emisión para financiar al fisco".
En definitiva, el Gobierno quiere expandir el gasto, pero no tiene dólares que lo respalden. ¿Cómo resolverá el dilema? Tal vez la forma en que se defina la discusión sobre la planta de Dow Chemical ofrezca pistas al respecto.