Historia de Garbarino: de modesto local de discos en 1951 a imperio de artículos del hogar al borde del colapso
La historia de Garbarino puede parecerse a la de muchas otras empresas en el país. Aunque, claro, también tiene sus particularidades. A lo largo de los más de sus 70 años, atravesó periodos de crisis económicas, tanto locales como internacionales, sobrevivió a gobiernos de facto y debió adaptarse a los cambios de hábitos de consumo.
Garbarino fue, por muchos años, la principal empresa de venta de electrodomésticos y artículos electrónicos del país. Con más de 240 sucursales en todo el territorio, llegó a emplear a 4.500 personas y contar con el 25% de la participación de mercado en su rubro. Hoy, la firma se encuentra sumida en una profunda crisis financiera, muchos de sus locales están cerrados y sus trabajadores reclaman desde hace meses por salarios impagos.
La compañía fue fundada en 1951, por la familia que le dio su nombre, y en un principio se dedicó a la venta de discos de pasta y combinados. Su primer local estuvo ubicado en la calle Uruguay al 552, en la Capital Federal: actualmente, allí continúa funcionando un Garbarino.
La expansión de la firma comenzó luego de unos años, cuando abrió nuevas oficinas y establecimientos en la Ciudad de Buenos Aires, después de que introdujera dentro de su catálogo de productos las nuevas tecnologías que surgían en aquella época.
De hecho, una de sus principales fortalezas que lo llevaron a convertirse en un referente del sector fue justamente la capacidad de adaptarse (e incluso anticiparse) a las demandas de los consumidores: por ejemplo, cuando implementó la venta por teléfono o, más cerca en el tiempo, por Internet.
Cronología de su expansión
Según explicó la propia empresa en un prospecto de emisión de un fideicomiso presentado años atrás, luego de salir airosa de la denominada crisis del Tequila en 1995, con la incorporación de dos nuevos locales, "y con el objeto de beneficiarse con la consecuente recuperación del país y consolidación de la industria", Garbarino incrementó su tasa de expansión abriendo cinco sucursales en 1996 y ocho más en 1997.
También en 1997 inauguró un nuevo edificio de oficinas, donde se establecieron las dependencias de la administración central. Un año después, en 1998 y en pleno uno a uno, inauguró seis nuevas sucursales, "ampliando la base de clientes y aprovechando mejor los costos fijos". De esta manera, Garbarino pasaba de una simple empresa a una cadena de venta de electrodomésticos y artículos para el hogar.
"La compañía ha demostrado su liderazgo e innovación introduciendo nuevos conceptos como la venta telefónica por catálogo en 1995 y la venta por Internet en 1999", señalaron desde la firma a sus posibles inversores en 2012 cuando lanzaron uno de sus tantos fideicomisos de oferta pública integrado por cuentas por cobrar.
Después de la crisis de fines del 2001, a partir del último cuatrimestre de 2002, sus ventas tuvieron un "significativo crecimiento", impulsadas por "la gradual satisfacción de la demanda retrasada y también por condiciones favorables que surgían de acuerdos entre bancos y cadenas comerciales".
A partir del 2005, decidió invertir en un proyecto industrial en la provincia de Tierra del Fuego, desde donde produce equipos de aires acondicionados, televisores y microondas, entre otros artículos. Un punto clave en su historia fue aprovechar los beneficios del programa de sustitución de importaciones que llevaba adelante el Gobierno de aquel entonces.
La demanda de nuevos productos tecnológicos, como los DVD, los home theater, los televisores LCD, reproductores de MP4, refrigeradores "no frost" y netbooks, entre otros, impulsaron una nueva expansión para la cadena. Así, entre los años 2007 y 2012 abrió 35 nuevas sucursales. Era una época de crecimiento económico en el país, con un gobierno que impulsaba el consumo interno como una de sus principales banderas.
Uno de los puntos altos de Garbarino, sin dudas, fue el año 2011, cuando lanzó la megacampaña "Volver al Futuro", desarrollada por Leo Burnett. La producción incluyó la participación del mítico personaje "Doc Brown", interpretado por el actor Christopher Lloyd. En ese entonces, aseguraron que se trataba de la campaña de marketing más ambiciosa en toda la historia de la compañía.
En el año 2016, Garbarino declaró ingresos por más de $16.252 millones y activos que superaban los $7.941 millones. En 2017, los ingresos subieron a $17.607 millones y obtuvo ganancias por $30,5 millones. En 2018, los ingresos llegaron a $21.977 millones y su ganancia fue de $25,2 millones.
Más allá de las tiendas de electrodomésticos, se había ampliado adquiriendo a Compumundo, pero también abrió Garbarino Viajes y una firma dedicada al negocio financiero y de créditos.
Como broche de oro, en el año 2018, los hermanos Daniel y Omar Garbarino, herederos del fundador y cultores de un perfil muy bajo, integraban la lista de Forbes de las 50 personas más ricas del país. Fue justo en ese año cuando las cosas se comenzaron a torcer para la compañía familiar y un año después fueron borrados del famoso ranking.
A partir de 2019, comienzan a reflejarse en sus balances sus problemas financieros. Con ingresos por $28.359 millones, terminó con una pérdida de $8.665 millones. Para ese entonces, mostraba un patrimonio neto negativo de $5.365 millones.
La caída
Las fuertes y sucesivas devaluaciones del peso en los años 2018 y 2019, una caída del 50% en el nivel de las ventas entre 2016 y 2019, junto al incremento de los costos laborales, sumado a las dificultades para financiarse y financiar a sus clientes a tasas convenientes, conformaron un combo letal para la compañía.
Según los registros del Banco Central, en diciembre de 2019 Garbarino contaba con una deuda bancaria de poco más de $3.600 millones: sus principales acreedores eran el Banco Santander y el Galicia. A la vez, la firma tenía una deuda de unos $7.000 millones con sus proveedores.
En ese escenario, surgió la posibilidad de que el fondo Inverlat, dueños de Havanna en Argentina, adquiriera la compañía. Pero la operación no prosperó.
Finalmente, en junio de 2020, Garbarino cambió de manos. Fue el empresario Carlos Rosales, presidente de la aseguradora Prof y dirigente del club San Lorenzo, quien se convirtió en el propietario y presidente del grupo. Según trascendió por entones, en el acuerdo se hizo cargo de las deudas de la empresa y se comprometió a pagar los salarios atrasados.
Lo cierto es que la empresa no pudo salir de su laberinto en un contexto económico complejo, con fuerte caída en el consumo, producto de la pandemia.
Situación actual
Los más de 4.300 empleados de la firma, que se encuentra actualmente al borde de la convocatoria de acreedores, acumulan cuatro meses sin cobrar sueldos y con aguinaldos adeudados.
Los trabajadores realizaron numerosas manifestaciones en las puertas de los distintos comercios, e incluso en algunos de ellos "acamparon" para evitar posibles cierres. Desde la compañía remarcan que el impacto que la segunda ola de Covid tuvo en el consumo, sumado a la dificultad de hacer frente a las deudas, derivó en el complejo escenario actual.
Mientras tanto, Rosales continúa buscando un socio. Sobre todo, luego de que a principios de julio se cayera la venta a quien parecía ser un interesado firme: Facundo Prado, quien es presidente de Supercanal Arlink y CEO de la empresa Centrocard.
A la espera de novedades, el futuro de la compañía de más de 70 años de historia y que supo ser sinónimo de éxito, continúa siendo incierto.
Por Andrés Iglesias