La duda del dólar post electoral: ¿podrá aguantar el Gobierno sin acelerar la devaluación?
¿Cuáles son las chances de que, una vez superadas las elecciones de noviembre, el Gobierno se vea en la necesidad de acelerar el paso devaluatorio? La pregunta recorre el mundillo de economistas profesionales y tiene una respuesta única, y previsible, en el equipo económico: "No hay ninguna chance de una devaluación. Echaría por tierra todo el esfuerzo y sería un volver a empezar", alega uno de los referentes del equipo, en diálogo con iProfesional.
En la Argentina de los últimos años, el pesimismo sobre la evolución del tipo de cambio ganó las apuestas. Desde abril de 2018, el dólar pasó de $17 a los actuales $100 en el mercado mayorista y en torno a los $180 en los "alternativos".
El mercado cree que, aun cuando no haya un salto cambiario abrupto -al estilo 2014 o 2018-, el Gobierno tendrá que apurar las devaluaciones diarias, reviendo la estrategia de los últimos meses. Así lo demuestran las cotizaciones en el mercado de futuros del dólar.
A partir de mayo, el Banco Central utilizó al tipo de cambio como el principal ancla inflacionaria. La suba mensual desde ese momento promedió el 1,1%, la tercera parte de la inflación. ¿Es sostenible esa estrategia? Está claro que no.
A lo largo de agosto, el dólar mayorista subió sólo 1,03% (cerró el mes en $97,74).
El único objetivo perseguido por Economía y el BCRA fue conseguir que el índice de precios diera por debajo de 3%, algo que recién se habría cumplido en agosto: las principales consultoras apuntan a un IPC en torno del 2,8%. Está visto: en el país de la inflación del 50% interanual, el efecto de la inercia inflacionaria es complejo y difícil de derrotar.
Un informe de la consultora del economista Emmanuel Álvarez Agis destaca que el tipo de cambio real tendrá una apreciación del 12% este año, tomando en cuenta un cierre cercano a $102,40 en el tramo mayorista. Ese es el costo de planchar el dólar en un momento de alta inflación.
Miguel Pesce está convencido, y así lo transmite: el Banco Central está haciendo un "aporte" a favor de la desaceleración inflacionaria: la "ralentización" del tipo de cambio. Ni más ni menos que el atraso del dólar "oficial", que sube la tercera parte de la inflación mensual. Se trata del principal ancla inflacionaria, junto con el congelamiento de las tarifas. ¿Hay margen para sostener esta estrategia? ¿En dónde está parada la Argentina hoy en día?
"La ralentización del tipo de cambio puede ser sostenida sin afectar la competitividad, más allá de las coyunturas políticas", dijo el titular del Banco Central durante su exposición en el Council of the Americas, la semana pasada.
El dólar oficial, ¿es competitivo o no?
De acuerdo al informe de Agis, el tipo de cambio real (descontada la inflación) es, hoy en día, similar al que existía en el año 2009.
"El tipo de cambio está un 25% más depreciado que el promedio de los últimos diez años", destaca el reporte de la consultora PxQ.
A su vez, se encuentra 16% más apreciado que el promedio entre los años 2003-2011. Este es un dato a tomar en cuenta para lo que viene.
A favor de la Argentina y la actual estrategia juegan los precios de las materias primas, que se cotizan en el mejor nivel de los últimos 13 años y le da aire al Gobierno. De hecho, los chacareros y las cerealeras registraron volúmenes récord de liquidación de divisas en los últimos meses, atendiendo a esos precios "recontra altos".
En términos estructurales, el actual tipo de cambio permite un superávit de la cuenta corriente. Por ese lado no suena ninguna alarma.
Dice el informe de Álvarez Agis: "El saldo de cuenta corriente cambiaria acumulado en los primeros seis meses de 2021 es el más alto desde 2012, explicado por una extraordinaria performance comercial (superávit acumulado de u$s10.561 millones); baja salida de divisas por turismo debido a la pandemia y una disminución en el gasto por intereses de la deuda como consecuencia de la reestructuración con acreedores privados".
¿El dólar del "blue" a $180 puede tomarse como referencia? A simple vista, eso quedaría descartado. "Los u$s significarían un tipo de cambio real un 54% más depreciado al promedio 2003-2011 y un 129% más depreciado de la media de los últimos 10 años. El peso solo estuvo debajo de ese nivel en el "overshooting" de la salida de la convertibilidad", destaca el informe de PxQ.
Otros informes de consultoras privadas coinciden con el diagnóstico del ex viceministro de Economía.
A valores de hoy (descontada la inflación), el dólar "mayorista" de $97,74 se encuentra entre 30% y 45% por encima del tipo de cambio "oficial" de los años 2016-2017, después de la devaluación en la primera parte del gobierno de Mauricio Macri. Cuando se liberó el "cepo", en esa época, el dólar se encontraba en $73 promedio en 2016 y a $66 promedio en 2017, siempre a precios de hoy.
Comparado con el año 2015 -último año del segundo gobierno de Cristina Kirchner-, el dólar de aquel momento se encontraba en $62 (siempre a precios de hoy, descontada la inflación). Es decir, hoy en día se encuentra 57% más arriba de aquel momento.
En 2014 -cuando hubo una devaluación del 20%-, el dólar era equivalente a $72 de hoy. Así y todo fue necesario un salto cambiario.
La cotización del dólar actual se parece más a la de los años 2008-2009. Y está bien por detrás del que existía a comienzos de la administración de Néstor Kirchner, cuando se ubicaba en torno a los $136 (mediados de 2003).
La gran diferencia entre el escenario actual y el que existía en 2016-2017 -cuando el tipo de cambio esta aun por detrás del que existe ahora (siempre hablando en términos reales)- es que ahora hay una brecha. Una distancia del 85% entre el "mayorista" (oficial) y los dólares "alternativos" (CCL, MEP y Blue).
Esa brecha distorsiona todo. Por ejemplo, que el "mercado" perciba que el dólar que vende el BCRA a los importadores sea considerado "barato" a pesar de que no lo sea en comparación con la historia reciente.
Esa distorsión trae una consecuencia inevitable: la presión sobre las reservas. El Banco Central compra apenas uno de cada tres dólares que les venden los productores sojeros y las cerealeras.
Un escenario que puede complicarse ahora, cuando llegan a su fin las liquidaciones de ese sector, porque se termina la estacionalidad de la cosecha.