Llegaron los dólares del FMI, ¿y ahora?: amenazas que pueden arruinar la estrategia electoral del Gobierno
Se sabe: la llegada de u$s4.334 millones en DEGs que el Fondo Monetario transfirió en el comienzo de la semana y que abultaron las reservas del Banco Central -que el lunes treparon a u$s46.306 millones- serán un alivio de corto plazo: en 30 días se irán los primeros u$s1.880 millones para pagar un vencimiento de deuda con el FMI- y (casi seguro), el 22 de diciembre se irán otros u$s1.880 millones para cancelar otra obligación con el organismo.
La decisión del Gobierno de demorar el acuerdo con el FMI -a pedido de Cristina Kirchner para evitar interferencias políticas en plena campaña electoral- impedirá que aquella inyección de capitales por parte del organismo sirva para reforzar las reservas del Banco Central.
Aunque con preocupación, Martín Guzmán cree que puede manejar las tensiones en el mercado cambiario hasta la firma del acuerdo con el Fondo Monetario, que debería llegar antes del comienzo del próximo otoño.
Para evitar una caída de las reservas, el Banco Central viene ajustando el "cepo" cambiario. Así logra que sus intervenciones para mantener la la cotización del "contado con liqui" en torno a los $170 no crezcan. El mes pasado totalizaron nada menos que u$s400 millones; y en la primera quincena de agosto rondaron los u$s180 millones.
El Gobierno está jugado a que estos "ajustes" sobre el férreo control de capitales servirán para evitar un salto cambiario rumbo a las elecciones. No sólo una devaluación en el mercado "oficial" sino también en el canal "alternativo" (CCL, MEP y blue).
Una disparada de la brecha también tendría efectos nocivos a corto plazo. No en la dimensión de una devaluación en el "oficial" pero sí una severa complicación en la marcha de la economía.
La experiencia reciente así lo certifica. La suba del "blue" a $195 y del CCL/MEP a $180 en octubre del año pasado dañaron -aun más- las expectativas sobre la economía. Y fue cuestión de semanas hasta ver que esa explosión terminó provocando desabastecimiento de mercadería (en distintos rubros) y también saltos disruptivos en los precios. Ejemplos sobran sobre todo de materiales para la construcción, autopartes y de toda la gama de importados.
Ahora bien: ¿logrará el Gobierno el objetivo de patear para adelante el acuerdo con el FMI sin sufrir una disparada de la brecha? ¿Alcanzarán los controles o habrá más?
De hecho, la principal incógnita que deberá responder el próximo acuerdo con el Fondo Monetario refiere a cómo se intentará bajar la brecha cambiaria.
Está claro que la alternativa de una devaluación queda descartada. Ni el Gobierno ni tampoco el FMI irán por ese camino en medio de una pandemia, con la actividad económica en recuperación y con una sociedad diezmada por la pobreza.
Tampoco es seguro que el Gobierno logre ni siquiera sostener la brecha en los actuales niveles, que ya son preocupantes. Quedan varias cuestiones abiertas, que generan incertidumbre sobre la brecha: si acaso no habrá un salto de los dólares "alternativos" antes de que se firme con el FMI.
Algunos de los cuatro frentes abiertos, cuya evolución habrá que seguir en las próximas semanas, son claves para proyectar lo que vaya a pasar en el mercado:
1. Acelerada emisión de pesos
Una tendencia que ya comenzó, y que va a crecer a medida que se acerquen las elecciones. Después de una primera parte del año con una estrategia muy cuidadosa, el BCRA puso en marcha un plan de generosa asistencia al Tesoro.
La "ola de pesos" ya trepó a los $550.000 millones y promete engrosarse. No sólo para cubrir el déficit fiscal sino también para asistir al Gobierno, en caso de que no se logre cubrir los cuantiosos vencimientos de deuda en moneda nacional.
En una Argentina donde nadie quiere quedarse con pesos en la mano, y con tasas de interés reales negativas, esos pesos presionan directamente sobre el tipo de cambio. Sobre la brecha. Por eso se toman medidas adicionales para ajustar el "súper cepo".
2. Menor oferta de divisas
Hay un doble juego. Por un lado, el efecto estacional por el final de la cosecha de la soja. Por el otro, la posible retención de divisas del sector exportador, en caso de que las cotizaciones de los dólares "libres" se disparen.
También hay otro efecto, que quedó a la luz en los últimos meses: la verdadera "carrera" del sector privado (empresas e importadores en general) por comprarle dólares baratos al Banco Central. Como ya informó iProfesional también existen "rulos" de exportadoras que dejan las divisas en el exterior -incumplen con la ley que las obliga a liquidarlas en el mercado oficial-.
3. Variante Delta
La aparición de la "variante Delta" agrega incertidumbre a la pandemia, aun cuando se va extendiendo la vacunación. Algunos países -como Israel, Reino Unido y Estados Unidos- con elevados grados de vacunación sufren por la expansión del coronavirus.
En Argentina recién ahora se empezó a hablar de circulación "comunitaria'' de la variante, y lo que más preocupa son sus efectos sanitarios y el impacto sobre la economía.
Sin la potencia de otros países, que tienen diseñado un plan de asistencia muy sólido por la pandemia, en el país ya no queda margen para cerrar actividades. Al contrario, las últimas semanas hubo un esfuerzo de la Casa Rosada por demostrar que la actividad ya está casi normalizada.
Y, la verdad, es que aún está por verse el impacto de la variante Delta en el país, con menos del 27% de la población con la doble dosis de vacunas.
4. ¿Soja deprimida?
Desde que comenzó la pandemia, los precios de las materias primas -sobre todo la soja- jugó a favor de la Argentina pero ahora el mercado ingresó en una fase de incertidumbre.
La tonelada de soja, que hace unos meses había llegado a u$s600- ya está en u$s475. Se trata de un valor superior a la prepandemia, pero lejos de aquel récord.
La suba del precio fue clave para explicar la liquidación récord de los chacareros, que ayudaron al Banco Central a sostener el tipo de cambio, e incluso para atrasarlo en términos reales.
En relación a este mercado, los analistas internacionales se preguntan si la economía global seguirá recuperándose con fuerza o si, en medio de la incertidumbre sobre la extensión de la pandemia y el rebrote inflacionario, la actividad mundial se pinchará.
Un escenario que no le conviene a la Argentina, necesitada de que -en algún momento- los capitales vuelvan a ingresar, en lugar de "pecharse" por salir.