Preocupación en el Gobierno: detrás de la crisis por fotos de Fabiola, todavía está la amenaza del dólar
Hasta las PASO del 12 de septiembre y para llegar a las elecciones legislativas del 14 de noviembre es probable que la economía tenga un rol cada vez más importante. Luego de las últimas restricciones cambiarias y financieras aplicadas por el BCRA, el valor del dólar libre y del dólar SENEBI serán más relevantes que los precios de los dólares financieros alternativos como el dólar contado con liqui o el dólar MEP, porque el BCRA ha prácticamente desinflado la demanda en esos mercados.
El interrogante más relevante es saber cómo evolucionara la cotización del dólar en los mercados libres, que por ahora no están intervenidos por el BCRA, si la situación política se complica. Un aspecto importante en el análisis es el error de las autoridades económicas de pensar que en la Argentina faltan dólares. En realidad, lo que falta es un precio razonable para el dólar oficial de 97 pesos frente a un dólar paralelo que está por encima de los $180. Esto implica que con un mayor ritmo de devaluación del dólar oficial la situación no sería tan compleja.
El problema que genera el cepo es que funciona como si fuera otra retención que le cobra el BCRA al sector privado y eso se mide por la brecha de más del 80 por ciento que hay entre el valor del dólar oficial y el de los dólares en el mercado libre sin intervención. Además, frena la entrada de dólares por el canal financiero. En ese aspecto, el economista Andrés Borestein de la consultora Econviews sostiene que el cepo es un impuesto a las exportaciones y no coincide con la idea de la restricción externa y la idea de que faltan dólares de las autoridades económicas: "Los dólares faltan al precio que el BCRA los quiere pagar. Por supuesto que tenemos pocas reservas y es un gran problema".
El economista destaca que "el error del BCRA es querer manejar el tipo de cambio controlando el valor nominal pero el que importa es el real que depende de la inflación y ese es el problema". En su análisis Borestein describe que el tipo de cambio está puesto tozudamente en $97 y el promedio histórico, de 1991 a 2021 es de $94, y si se observa el promedio de julio, fue de $96. Pero hay un axioma de los economistas que dice que en el promedio chocan los altos y se ahogan los petisos.
El punto es que las referencias con respecto a niveles históricos no son homogéneas. "En particular porque se trata de contextos políticos, sociales y económicos diferentes", afirma el economista en su análisis.
"La gran duda es cómo se puede salir del cepo. Hay dos formas: una es como se hizo con Macri, con credibilidad, sabiendo que se viene una devaluación. Esa vez, el dólar pasó de $9,50 a $15 y después bajó un poco, porque había credibilidad. Esa solución hoy no existe. Entonces hay que buscar un plan B, que es el plan con el FMI que viene en el primer trimestre de 2022", dice el economista de Econview.
El impacto por la foto
Además de los que pase con el dólar, con la inflación y con la emisión monetaria en el segundo semestre habrá que estar atentos al daño que pueda hacer al Gobierno de Alberto Fernández la difusión de la foto de la fiesta de Fabiola del 14 de julio del 2020. En particular porque de acuerdo a los análisis de varios analistas políticos del fin de semana, ya ha comenzado a repercutir negativamente en la imagen del presidente Alberto Fernández y eso podría trasladarse al aspecto económico en una menor confianza, en particular del mercado financiero.
En paralelo, hay que destacar que los gobiernos kirchneristas siempre han intentado antes de las elecciones, desde el 2011 en adelante, mejorar de manera artificial el poder adquisitivo de la población. En la lógica del kirchnerismo, esto implica más poder adquisitivo del salario, más crédito, más consumo y frenar la suba de la inflación con un dólar oficial semicongelado. Con algo más de plata en la calle, con una inflación menor a 3% mensual y con el PBI en suba el oficialismo, aspira a ganar las próximas elecciones.
Con relación a las elecciones, un reciente estudio de la consultora MS señala que "este es un año electoral muy especial, por la pandemia. En todo el mundo, menos gente va a votar, hay desencanto y los oficialismos están perdiendo. Habrá que ver si la Argentina cae dentro de las generales de la ley o es una excepción a la regla".
Es la primera vez que el oficialismo K va a buscar votos a sus bastiones electorales con resultados económicos tan desfavorables. "Los contrapesos son el histórico voto predominantemente K en el Conurbano bonaerense y el Norte del país (entre ambos 40% del padrón electoral) y el fracaso económico de la oposición 2016 - 2019 que todavía está fresco. Será la primera vez en la historia que el kirchnerismo enfrentará elecciones en el Conurbano con una inflación del 50 por ciento anual.
Como corolario, habrá "más plata en la calle" que en términos reales no se licuará tan rápido", dice el estudio de la consultora. Esto se debe a que la mayor emisión monetaria no solo es por las elecciones sino por una mayor necesidad fiscal del Tesoro para financiarse. Por otra parte, la menor inflación de estos meses (más allá de la menor inercia monetaria) tiene que ver con el plan de represión inflacionaria: después de bastante tiempo de pisar el dólar oficial, congelar tarifas, controlar precios y regular exportaciones, pueden venir algunos meses de menos de 3% mensual de inflación. Agosto pinta preliminarmente para 2,5%. Eso sí, es una desaceleración intermensual con la inflación interanual "clavada" en torno a 50%.
La consultora le asigna una mínima probabilidad a que el gobierno actual encare un cambio de régimen macroeconómico, por lo tanto es muy alta la chance de que la tendencia del nivel de actividad no cambie: que en 2022-2023 continúe el dibujo tipo meseta serrucho actual.
Lo positivo, analizando el futuro, es que Argentina pasó en su historia por otros momentos parecidos a este y la recuperación económica fue más rápida de los esperado. En la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión del 30 y más acá, el postcolapso de la convertibilidad 2002. Fueron desastres socioeconómicos que estuvieron precedidos por períodos largos de crecimiento y no arrastraban problemas macro ni estructurales de tan larga data como el actual.
Lo más parecido a lo actual son las caídas de los años 80 (la crisis de la deuda / Guerra de Malvinas y la hiperinflación), que fueron precedidas por varios años de estancamiento que arrancaron con el Rodrigazo de 1975. El retroceso se quebró recién después de quince años con dos hiperinflaciones cuando el gobierno de Carlos Menen lanzó el Plan de Convertibilidad. En ese entonces, se necesitó de un cambio de régimen económico que al parecer este Gobierno por ahora no está dispuesto a hacer.