"Después del acuerdo con el FMI, vamos a estar cortando clavos cada tres meses"
Pablo Goldín, director de la consultora MacroView, tiene una postura muy clara frente a los últimos registros que dieron un repunte de la actividad económica. Pide "no perder de vista el bosque" a la hora de hablar de la dinámica económica. Pinta, en este diálogo con iProfesional, un escenario complicado para lo que viene.
-El Gobierno festejó los últimos datos de la industria y de la construcción, como signo de recuperación de la actividad económica. ¿Hacia qué economía vamos?
-Mi último informe se titula "El árbol y el bosque". Siempre antes de las elecciones, los gobiernos toman medidas para que la actividad se mueva un poco y que los bolsillos estén más llenos. Es lo que estamos viendo. Veremos números más alentadores. Ese es el árbol, que son los próximos meses. Pero el bosque -que no hay que perder de vista- es que la Argentina no sale de una meseta "serrucho", que viene desde principio de año. Y que no va a mejorar. Venimos de una catástrofe desde 2018, que ya se había empalmado con siete u ocho años de estancamiento. El escenario que estamos viendo no va a cambiar ni en los próximos meses ni en los próximos años. Una situación de meseta y estancamiento, que va a durar por lo menos hasta el final del gobierno actual. No percibo incentivos a que esto cambie. Una economía postrada.
-¿Y cuál es la causa de esa postración? ¿Faltan dólares?
-El origen de nuestro mal perfomance de la actividad es el desbalance de la economía. No sólo por la falta de dólares. También por los números fiscales y monetarios, que están totalmente deshilvanados. O que las empresas no tengan ninguna perspectiva positiva, sumergidas en una economía que desde hace cuatro años convive con una inflación de entre 40% y 50%, que es el reflejo del desbalance macro.
-¿Qué haría falta para cambiar esa dinámica inflacionaria? ¿Un plan de shock, como en su momento fue el Plan Austral o la Convertibilidad?
-Es indudable que se precisa un cambio de régimen macroeconómico. Una forma diferente de hacer política económica. Que deje de ser miope y de corto plazo, que sólo se fije en fogonear el consumo siempre que se puede. Un arsenal de política económica que trascendió a los gobiernos.
-¿Justamente, por qué las expectativas negativas sobreviven a los gobiernos de distinta ideología? ¿Será el acuerdo con el FMI la base que sirva para cambiar esas expectativas?
-No lo creo. Me da la impresión de que esa necesidad de un "clic" que necesita la economía no la vamos a hacer con el Fondo Monetario. Ese acuerdo servirá, apenas, para no empeorar. No veo una catástrofe ni una explosión, pero sí la continuidad de una meseta. No creo que el "clic" lo vaya a plantear el actual Gobierno. Habrá que esperar a 2023.
-Encima, la brecha cambiaria es un problema
-La brecha representa el desbalance que hablábamos de la macroeconomía. Ninguna economía podría funcionar bien con una magnitud del 80% o 90%. Está claro. Por suerte el dólar oficial no está barato. Si no, estaríamos a punto caramelo de una devaluación.
-¿La descarta?
-Siempre hay que mirar tres cosas para evaluar si puede venir un salto cambiario. Una, el dólar oficial regalado. Por suerte, no lo tenemos. Dos, la brecha. Y ahí sí estamos en problemas. Y, tres, el nivel de las reservas del Banco Central, que hoy es muy bajo. Tenemos dos condiciones de tres. Si tuviéramos las tres, te diría que no tendríamos otro camino que una devaluación. Por eso todavía estamos en la pelea.
-¿El acuerdo con el FMI incluirá la solución a la brecha?
-No me lo imagino así. Creo que será un acuerdo firmado sin convencimiento entre ambas partes, que tendrá condiciones fiscales y monetarias. Y también sobre la cantidad de las reservas. Va a ser un acuerdo que estaremos mirando cada tres meses. Cortando clavos cada tres meses, a ver si cumplimos con las metas frente a la misión del Fondo, que deberá aprobar -o no- cada nuevo desembolso. El acuerdo con el Fondo no abre horizontes y garantiza un salto de calidad de la economía.