Según Ecolatina, la inflación de julio fue de 2,6 por ciento
Según el IPC GBA de la consultora Ecolatina, la inflación de julio fue de 2,6% mensual y acumuló 28% en los primeros siete meses del año.
De esta manera, los precios habrían perforado el piso del 3%, consolidando una desaceleración desde el pico de marzo aunque todavía continúa a valores altos.
"Con esta variación, tuvimos el avance más bajo desde septiembre de 2020, lo que representa una buena noticia", señala el informe de la consultora.
"A pesar del arranque de año agitado, la suba de precios empezó a desacelerar en los últimos meses, ayudada por las anclas cambiarias y tarifarias", señalaron.
Según Ecolatina, la inflación de julio fue de 2,6 por ciento
El rubro alimentos y bebidas también estuvo por debajo del 3% por primera vez en el año.
La mayor estabilidad obedeció al aumento "moderado" de carne vacuna, que mostró un avance del 1% en julio, en comparación con 7% promedio mensual en el primer semestre, a la vez que la baja estacional de frutas también ayudó a este resultado.
"Por otro lado, los alimentos de consumo masivo siguieron creciendo por encima del 4% mensual en promedio, como consecuencia del desarme de Precios Máximos", indica el informe de Ecolatina.
A contramano de los últimos meses, los servicios les ganaron la carrera nominal a los bienes, algo que había ocurrido sólo dos veces desde que empezó el congelamiento tarifario en abril de 2019. Si bien los servicios públicos siguieron congelados, los privados mostraron una aceleración relevante (+4%) y crecieron muy por encima de los bienes (+2,6%).
"En un contexto de reapertura de paritarias y dólar oficial planchado, esta dinámica podría repetirse en los próximos meses, achicando las diferencias acumuladas en los últimos años", consideró la consultora.
Más allá de la baja del nivel general, el informe de Ecolatina señala que la inflación núcleo siguió por encima del 3% en el séptimo mes de 2021, debido a que los precios regulados contuvieron otra vez a la variación agregada, marcando que los retrasos siguen profundizándose.
"En agosto, las subas ya anunciadas de prepagas y GNC (+9% y +5%, respectivamente) impulsarían a ese componente, pudiendo generar que la inflación de agosto se ubique levemente por encima de la de julio", apuntaron.
El estudio proyectó que la inflación bajaría en la segunda mitad del año, ya que pasaría del 4% promedio mensual en el primer semestre (60% anualizado) al 3% (40% anualizado).
"Un menor efecto de la emisión récord de 2020, sumado al ancla tarifaria y una moderada suba del tipo de cambio oficial ayudarán a controlar la suba de precios, incluso en un escenario de incremento nominal de los salarios", indicaron.
Asimismo, la consultora espera que la inflación acumule 48% durante 2021. "El gran problema no será solo la suba de precios de este año: con un dólar y tarifas congelados, y un acuerdo con el FMI pronto a firmarse, la primera mitad de 2022 también podría ser agitada en materia inflacionaria, dejando un piso de 40% para el año que viene", señala Ecolatina.
Billetes de $ 1000: se triplicó la cantidad en un año y medio
El índice de inflación es tan alto en Argentina que se refleja de alguna forma en la economía cotidiana, por más que el Gobierno tenga como objetivo no emitir billetes de mayor denominación a los actuales de $1.000.
Es decir, la necesidad de contar cada vez con una mayor cantidad de papeles para comprar un mismo bien, a lo largo del tiempo, genera que las autoridades del Banco Central deban solucionar este problema de alguna manera.
Por eso, la "receta" oficial para enfrentar esto parece ser no emitir una denominación más alta a la existente, pero sí imprimir más cantidad de unidades de $1.000 para que no se genere un mayor cuello de botella en la logística financiera.
Tal como ocurrió durante el kirchnerismo, el papel de $1.000 parece ser ahora el "nuevo" billete de $100 de ese entonces, cuando durante dicha gestión estuvo el objetivo de no reflejar la elevada inflación, entre otras cosas, por medio de evitar la impresión de unidades de mayor valor.
De esta forma, se decidió emitir a "todo vapor" la máxima denominación del momento ($100) para abastecer la necesidad de mayor cantidad de dinero. Es decir, se resolvió que haya más volumen de papeles de igual valor a los ya existentes.
En conclusión, los de $100 llegaron a representar más del 70% de todos los billetes en circulación a mediados de 2015, antes del final del mandato de Cristina Fernández de Kirchner.
Si bien hoy no es la misma situación con los de $1.000, debido a que equivalen apenas el 16,4% del total de los papeles en circulación, el crecimiento que ha tenido la impresión de esta denominación ya empieza a alarmar a los analistas.
En concreto, desde que asumió el actual Gobierno, subió la emisión de los billetes de $1.000, desde enero 2021 a la fecha, más del 200%.
De hecho, a inicios de enero de 2020, a las dos semanas de asumir Alberto Fernández a la Presidencia, las unidades con la imagen del hornero apenas representaban el 6,9% del total del dinero que circulaba entre el público y los bancos, según datos del Banco Central.
Billetes de $1.000: volumen en alza
Para mencionar este abrupto crecimiento de la emisión monetaria en cifras, en enero de 2020 existían 372,9 millones de unidades de $1.000. Hoy ya existen 1.120 millones de unidades. Lo que equivale al crecimiento del 200% mencionado.
A este crecimiento en la cantidad de la máxima denominación actual en circulación, se debe considerar un elemento no menor en cualquier economía: sólo en todo 2021 existe una inflación que acumula 25,3% hasta julio.
Y si se le agrega la devaluación del peso en todo el año, que alcanzó alrededor del 14% en el segmento oficial y hasta 22% en el segmento bursátil.
Por lo tanto, es evidente que los pesos valen cada vez menos.
Un caso concreto es que hoy un billete de $1.000, el más alto que circula en el país, es equivalente a u$s10 al valor oficial, pero se reduce a los u$s5,95 minoristas en los bancos si se le agrega todos los impuestos para la compra del público. Y a u$s5,54 en el blue.
En cambio, a inicios de 2020 equivalía a u$s15,9 al oficial, u$s12,2 con los impuestos del cepo y u$s13 en el informal.
En resumen, el "hornero" cada vez vale menos en poder de compra, y obviamente también medido en dólares.
Por eso, en el último tiempo, varios economistas solicitaron que se emitan mayores denominaciones, como de $5.000 e, incluso, de $10.000, como para poder resolver los cuellos de botella que se le presentan al sistema bancario y a la cadena comercial.
En especial, los problemas que se presentan tienen relación a la logística, a la recaudación y distribución de los billetes y equipar a los cajeros automáticos con dinero.
Por ende, cuanto menos papeles sean necesarios entregar porque su valor es mayor, menos volumen se deberá movilizar.
Pérdida de valor de los $1.000
En diciembre de 2017 nació el máximo exponente de la actualidad, que es el billete de 1.000 pesos.
En una primera instancia, registró una equivalencia a u$s56, pero no tardó en desplomarse hasta los u$s10 actuales, según la cotización del dólar oficial. Y que se reduce a menos de u$s6 por unidad si se considera una variante financiera (dólar MEP).
"En menos de 4 años, la depreciación del peso frente al dólar estadounidense le ´rebanó´ más de 80% al valor del nuevo máximo billete", detalla a iProfesional el analista Andrés Méndez de AMF Economía.
De hecho, hoy el billete de $1.000 vale apenas 18% de lo que representaba en 2017.
"El dato más curioso y de gravedad lo constituyó el hecho de que a pocos meses de comenzar su circulación, el billete de $1.000 ya había perdido más del 50% de su valor", acota.
Al respecto, ejemplifica que en septiembre de 2018, y a sólo 10 meses de su lanzamiento, el papel de máxima denominación representaba sólo u$s26, situación que implicaba un descenso de 54% frente a los niveles iniciales de diciembre de 2017", finaliza Méndez.-