Arranca una semana clave para el dólar: cuál es la estrategia de Guzmán para bajar la presión cambiaria
Por primera vez desde octubre del año pasado, cuando la cotización del dólar "blue" coqueteó con los $200, en el Gobierno existe un estado de "alerta" por la situación en el mercado cambiario. El sobresalto de la semana pasada fue sorpresivo, aun entre funcionarios del equipo económico que esperaban tensiones en ese frente, pero para los meses de agosto o septiembre, ya en el último tramo de la campaña electoral.
Antes del fin de semana, el temor entre algunos funcionarios era que los tiempos se hayan adelantado demasiado. Martín Guzmán creyó en ese timing luego del anuncio de acuerdo con el Club de París para evitar el default, que en el "mercado" ya empezaba a palparse.
Tampoco la comunicación del Fondo Monetario -saludando las conversaciones con Europa y con la agenda de una nueva cumbre entre Kristalina Georgieva y Guzmán- sirvieron para enfriar el escenario.
La sorpresiva degradación a la escala "standalone" del mercado accionario argentino anunciada por MSCI fue para muchos una excusa más para potenciar la salida dolarizadora.
La súbita escalada del blue y la presión sobre los dólares "alternativos" (contado con liqui y MEP) abren signos de pregunta sobre la reacción del Gobierno ante el clima cambiario. Y plantea dudas sobre la estrategia negociadora con los organismos internacionales.
Por lo pronto, el Banco Central reactivó sus intervenciones en el mercado de bonos para moderar la suba del "contado con liqui". Fuentes extraoficiales hablan de u$s15 millones diarios en promedio que habría sacrificado de reservas la última semana, siempre a través de la operatoria de compra-venta de bonos. En el mercado oficial sigue comprando divisas, aunque a un ritmo más bajo: hasta el martes pasado había adquirido u$s598 millones.
En el Palacio de Hacienda tienen en cuenta que, a partir de los próximos días, habrá más pesos dando vuelta por la economía, producto del pago del aguinaldo y la devolución (en cuotas) de Ganancias para más de un millón de trabajadores, en su mayoría solteros, que tienen capacidad de ahorro.
La consultora EconViews estimó en unos $300.000 millones esa transferencia del Estado, y la duda refiere a cuánto de ese total irá a la compra de billetes verdes en los canales alternativos presionando sobre las cotizaciones.
La chance de que un nuevo cimbronazo cambiario arruine el escenario pre electoral está latente en los despachos oficiales. Sobre todo porque las últimas veces que hubo tensión e incertidumbre sobre el precio del dólares hubo también salida de depósitos. Los plazos fijos, de hecho, ya vienen cayendo en términos reales, pero parte de esa caída se compensó por los ahorristas que se pasaron de los depósitos tradicionales a los que ajustan por UVA (inflación).
Por ahora, los funcionarios consultados rechazan la idea de una suba de las tasas de interés. Creen que una movida así podría recalentar los ánimos. Ser un tiro en los pies.
En las próximas horas habrá una prueba de fuego. Cuando Guzmán deba refinanciar nada menos que $240.000 millones de la deuda pesos, aunque allí siempre está la posibilidad de emitir papeles atados a la inflación y a la evolución del tipo de cambio.
Alert por dólar: la prioridad de Guzmán
El ministro de Economía quiere apurar el cierre de las negociaciones con el Fondo Monetario. Su postura es que sea antes de las elecciones. Comparte la idea con Sergio Massa, quien habló del tema en su reciente viaje a los Estados Unidos.
Una cuestión empieza a circular en los despachos oficiales: si un arreglo con el Fondo no llegará fuera de timing. Si, una vez logrado, no será percibido como el paso forzado que tuvo que dar el Gobierno, obligado por la presión del mercado.
La posibilidad de que un acuerdo con el FMI, finalmente, no sirva para nada fue planteada por el propio Luis Cubbedu hace algunas semanas, en diálogos con inversores de Wall Street, tal como ya publicó iProfesional.
Existe la duda entre funcionarios del Fondo que, aun cuando se llegue a un acuerdo entre la Casa Rosada y el organismo, ese pacto no tenga el suficiente respaldo político en la coalición gobernante.
En pocas palabras: que Cristina Kirchner no respalde ese eventual pacto, lo que quebraría rápidamente la confianza que pudiese generar entre los inversores un acuerdo entre el Gobierno y el Fondo.
Las dudas de Cubeddu están extendidas no solamente por Wall Street sino también entre las consultoras de la City porteña. Pero el dato sobresaliente es que ese dilema también convive entre funcionarios del equipo económico.
Por eso Guzmán mantiene la idea de llegar a un acuerdo lo más pronto posible; antes de las elecciones. Lo mismo que Massa.
La cuestión se abordará en el encuentro que el ministro y Georgieva mantendrán en Italia, la próxima semana. ¿Existe la posibilidad de una postergación de los vencimientos de septiembre y diciembre, por un global de u$s3.600 millones, a condición de un cierre final (y formal) del acuerdo antes de marzo de 2022?
La respuesta a esa consigna resulta clave a esta altura para explorar la chance real de una postergación de los vencimientos de este año.
Funcionarios clave del Gobierno no tienen claro qué pasará cuando haya que pagar esos vencimientos con el FMI. Está claro que no habrá default; ya no lo hubo con el Club de París.
Guzmán tiene la idea fija de cuidar las reservas, por eso el apuro por cerrar trato lo antes posible. Pretende quedarse con los u$s4.500 millones que envíe el Fondo como parte de su propia capitalización. Y así reforzar las debilitadas reservas del Banco Central.
El ministro tiene una presión extra: el bloque de senadores conducido por Cristina Kirchner ya aprobó un proyecto de Declaración para que ese dinero que envíe el FMI se utilicen para afrontar el gasto Covid, y no para pagar vencimientos de la deuda.
La novela con el FMI tiene un capítulo adicional, que ya se vincula con la política económica interna y la estrategia para los próximos meses, que serán tiempos de campaña electoral.
¿Cuál sería el margen de acción del Gobierno para ampliar el gasto público en los próximos meses, si antes no hay un acuerdo con el FMI?
La presión cambiaria de las últimas jornadas pareciera marcar ese límite. Lejos de la discusión que actualmente se da en el mundo -sobre todo en los Estados Unidos- sobre la actitud pro activa que deben tener los Estados en medio de una pandemia, en la Argentina los límites son muy estrechos.
De eso se da cuenta Guzmán. También Massa. La pregunta es cuál será la visión de Cristina Kirchner, como principal accionista de la coalición gobernante.