Por qué la baja del dólar en el mundo es una noticia tan buena para la Argentina como el boom de la soja
Después del proceso alcista en el precio de la soja, hay otro fenómeno que está jugando claramente a favor de las chances de la Argentina para salir de la extensa crisis, que ya recorre el cuarto año consecutivo. Se trata de la revalorización de las monedas de los países vecinos. Desde el real, en Brasil, al peso mexicano y el peso de Colombia.
En otras palabras: en los países vecinos se está produciendo una baja del dólar. Algo que le viene justo a la Argentina, frente a la incertidumbre y la estrategia del Gobierno por deslizar al tipo de cambio bien por detrás de la inflación mensual.
En los últimos dos meses, las monedas de Brasil, México y Colombia -por citar algunos ejemplos- se revalorizaron entre 10% y 15%. Un movimiento relevante, teniendo en cuenta que se trata de países con muy baja inflación.
Argentina queda fuera de esta dinámica ya que está encerrada en sus propios conflictos y vive su propia crisis de confianza.
De todas formas, esta mejora de las monedas de los vecinos puede ayudar a la Argentina. Y que se acopla a la suba en el precio de la soja, que cerró la semana pasada en torno a los u$s580 por tonelada.
La mejora de las monedas de los emergentes -y de los países vecinos en particular- se vincula con el ingreso de capitales "calientes" (especulativos) en la región ante la pausa en el alza del rendimiento de los bonos a 10 años del Tesoro estadounidense. Esa tasa, que había escalado en los meses precedentes, se tomó una pausa entre abril y mayo.
"La Argentina está desacoplada de este fenómeno", dice el economista y experto en finanzas Federico Furiase, en diálogo con iProfesional.
Furiase dice algo interesante y complementario: que la Argentina se benefició, en todo caso, de la suba en el precio de la soja, que habilitó que los productores y cerealeras liquiden sus divisas en la ventanilla del Banco Central. Y le permitan al BCRA acumular reservas en los últimos meses, por primera vez en mucho tiempo.
Esa dinámica -que permitió al Banco Central mejorar las reservas líquidas a unos u$s7.500 millones- alejó los temores a una devaluación abrupta del tipo de cambio oficial. También le da cierto espacio para intervenir más adelante, en caso de que haya nuevos temblores en el mercado ante la inminencia de las elecciones.
Tan relevante como esto, el ingreso de divisas a la región le da oxígeno adicional al Gobierno para aligerar el "crawling peg" (minidevaluaciones diarias), con el objetivo de anclar las expectativas inflacionarias.
Durante mayo, la cotización del dólar mayorista subió apenas 1,2%, y terminó el mes en $94,70 (contra una inflación esperada de entre 3,5% y 3,7%).
En enero, el alza del "mayorista" había aumentado 3,7%; en febrero, 2,8%; en marzo, 2,4%; y en abril, 1,7%. Por ahora, está claro, esa estrategia no tiene buenos resultados: la dinámica inflacionaria se encuentra en plena aceleración.
Mayo, en este contexto, termina con compras récord por parte del Banco Central. Las compras redondearon u$s2.100 millones. Nada menos. Por lo que las reservas netas ya escalaron a unos u$s7.000/u$s7.500 millones, de acuerdo a las estimaciones de distintas consultoras económicas.
A diferencia de los meses anteriores, durante este mayo, el Banco Central logró quedarse con la mayor parte de las divisas que adquirió. Y también ayudó la revalorización del oro y del yuan. En los hechos, de los u$s2.100 millones que adquirió, las reservas se ampliaron en u$s1.624 millones. Equivale al 77% del total.
Esta ola compradora por parte de la autoridad monetaria no alcanzó -no obstante- para achicar la brecha cambiaria entre el dólar "mayorista" (oficial) y los dólares "alternativos" (contado con liqui y MEP), que ya valen $167 y $161 respectivamente.
Como sucede con el precio de la soja -que nadie puede asegurar que se mantenga en valores cercanos a los u$s600 en el largo plazo-, lo mismo ocurre con la tendencia futura de las monedas latinoamericanas.
"Todo dependerá de la evolución de la tasa a 10 años en los Estados Unidos", afirma Furiase. "Y eso a su vez se vincula con la expectativa de inflación futura en ese país y con la actividad económica en USA. Si la economía sigue fuerte implicará mayores presiones alcistas para la tasa a largo plazo ante la perspectiva de mayor inflación en EEUU", completa el profesor de la Di Tella.
La historia del impacto negativo de una suba de las tasas de interés en los Estados Unidos resulta conocida para la región. Y para la Argentina en particular. Una reversión de los flujos de capitales -de los países emergentes hacia EEUU- sería muy crítica para Argentina, que -como se sabe- tiene a su estabilidad pendiendo de un hilo.
El acuerdo con el FMI, decisivo
Por eso mismo, dentro del propio gabinete nacional preferirían -lo comentan por lo bajo- que Martín Guzmán acelere las negociaciones con el Fondo Monetario. Sus colegas reconocen, eso sí, que la velocidad para cerrar un acuerdo no depende del ministro de Economía sino más bien del respaldo político que obtenga.
Sin avances concretos con el Fondo Monetario y con el conteo regresivo con el Club de París, la incertidumbre aumenta. Entonces, la cuestión ya no se simplifica a si habrá acuerdo con el FMI -se da por hecho que "algo habrá" ya que la Argentina no dispone de reservas suficientes para cancelar los vencimientos en efectivo- sino qué pasará "el día después" de ese convenio.
La novela con el FMI tiene un capítulo adicional, que ya se vincula con la política económica interna y la estrategia para los próximos meses.
Concretamente, y esto también se debate en la interna del Gobierno, sin un acuerdo con el Fondo Monetario, el margen para hacer políticas activas luce muy estrecho. Lo dicho más arriba: un pacto con Washington serviría para anclar las expectativas y alejar posibles convulsiones cambiarias.
¿Podría Guzmán volver a emitir pesos para "el bolsillo de la gente" sin el amparo de un convenio con el FMI? Viendo lo sucedido el año pasado, cuando el BCRA se vio obligado a emitir $2 billones para atender a los sectores golpeados por el confinamiento, está claro que no. Que no existe esa chance.
Ahí está la cuestión central. Por ahora, ni el súper precio de la soja ni las buenas ondas financieras (llegada de dólares al resto de la región) parecen ayudar a la Argentina a llevar con más holgura la pandemia.
Adentro y afuera del gabinete nacional reconocen que no hay demasiado margen para las políticas activas necesarias para endulzar la complicada realidad sanitaria.
Un aumento de la emisión monetaria podría recalentar el también complicado mercado cambiario. Ya sucedió en octubre del año pasado, cuando el "blue" trepó al récord de $195.
Un escenario parecido le pondría fin a las aspiraciones oficiales de llegar con chances a las elecciones de medio término.
Las próximas semanas serán claves. No tanto para lo que suceda en los mercados internacionales -algo totalmente exógeno- sino lo que decida el Gobierno en relación a los organismos internacionales.