El lado B de la negociación con el FMI: por qué hay desconcierto y crece el miedo por el día después
El diálogo ocurrió hace algunas semanas, durante uno de los habituales contactos de Luis Cubeddu, jefe de la misión del Fondo Monetario Internacional para la Argentina, con un reconocido financista de Wall Street. "Me interesa su opinión sobre este punto controversial", arrancó el economista venezolano ante su interlocutor. "¿Podría darse que, aun llegando a un acuerdo con nosotros, la Argentina no asegure la estabilización del mercado cambiario?".
La pregunta sorprendió al experto de Wall Street. Por eso le pidió si podía ampliar el concepto. Cubbedu sugirió algo que empieza a sobrevolar entre algunos observadores de la Argentina: que existe la duda entre funcionarios del Fondo que, aun cuando se llegue a un acuerdo entre la Casa Rosada y el organismo, ese pacto no tenga el suficiente respaldo político en la coalición gobernante.
En pocas palabras: que Cristina Kirchner no respalde ese eventual pacto, lo que quebraría rápidamente la confianza que pudiese generar entre los inversores un acuerdo entre el Gobierno y el Fondo.
Las dudas de Cubeddu están extendidas no solamente por Wall Street sino también entre las consultoras de la City porteña. Pero el dato sobresaliente es que ese dilema también convive entre funcionarios del equipo económico.
Se da la paradoja de que funcionarios del Gobierno y funcionarios del FMI comparten dudas similares. Una incertidumbre que se potencia ante la demora de Martín Guzmán en cerrar trato con el organismo.
En el equipo oficial hay desconcierto. Guzmán es muy reservado sobre la marcha de las negociaciones con Washington. Pero funcionarios consultados por iProfesional admiten que el reciente viaje presidencial a Europa -junto al ministro- había generado expectativas de un pronto acuerdo.
Se sabe: el Gobierno se acogió a la postergación automática de 60 días del vencimiento de u$s2.400 millones con el Club de París. En este plazo debería terminar de negociarse algún tipo de acuerdo con el FMI, que permita postergar la deuda con el Club a más largo plazo.
La cuestión es que, sin avances concretos con el Fondo Monetario y con el conteo regresivo con el Club de París, la incertidumbre aumenta. Entonces, la cuestión ya no se simplifica a si habrá acuerdo con el FMI -se da por hecho que "algo habrá" ya que la Argentina no dispone de reservas suficientes para cancelar los vencimientos en efectivo- sino qué pasará "el día después" de ese convenio.
Y ahí es donde aparecen las dudas de Cubbedu, compartidas en algún punto por los funcionarios de la propia administración.
La sospecha de unos y otros radica en que si Guzmán no firmó nada con el FMI se debe a que no tiene respaldo político para hacerlo. Traducido: que Cristina Kirchner no le da ese plafón político para avanzar.
Los fondos de Wall Street que se encontraron con Guzmán en el consulado argentino en Nueva York todavía recuerdan que el ministro dejó trascender en aquella reunión de mediados de marzo que la negociación con el Fondo estaba prácticamente cerrada.
También recuerdan que, a la vuelta de esa gira que incluyó a la ciudad de Washington, Cristina sorprendió con un discurso en el cual reclamó que el Fondo le otorgara a la Argentina un plazo de 20 años para repagar la deuda. Esa postura de CFK, más allá de las razones que puedan valer para formular ese pedido, no hizo más que "desempoderar" al ministro de Economía.
Un acuerdo que podría "no servir para nada"
El resquemor, adentro y afuera, es que la demora termine por impactar negativamente sobre las expectativas.
Una especie de profecía autocumplida. Aquella que desde hace tiempo circula por los centros financieros: que un acuerdo tardío "no sirve para nada" porque no regenera la confianza en el país.
Mucho menos si existe la suspicacia de que no tiene un fuerte respaldo político. El escenario que Cubbedu planteó a su interlocutor de Nueva York.
¿Logrará un acuerdo tardío anclar las expectativas, que al fin y al cabo descarte un nuevo cimbronazo cambiario en la Argentina? De eso se tratan las dudas que hoy en día circulan allá y acá.
La novela con el FMI tiene un capítulo adicional, que ya se vincula con la política económica interna y la estrategia para los próximos meses.
Concretamente, y esto también se debate en la interna del Gobierno, sin un acuerdo con el Fondo Monetario, el margen para hacer políticas activas luce muy estrecho. Lo dicho más arriba: un pacto con Washington serviría para anclar las expectativas y alejar posibles convulsiones cambiarias.
¿Podría Guzmán volver a emitir pesos para "el bolsillo de la gente" sin el amparo de un convenio con el FMI? Viendo lo sucedido el año pasado, cuando el BCRA se vio obligado a emitir $2 billones para atender a los sectores golpeados por el confinamiento, está claro que no. Que no existe esa chance.
Sin embargo, los planes electorales del oficialismo van por otro carril. Existe una fuerte presión sobre el ministro de Economía para que abra la caja e incremente la ayuda social. Este movimiento se percibió con claridad las últimas semanas. La "proclama del 25 de mayo" -firmada por reconocidos referentes del kirchnerismo- reclamando políticas activas fue una muestra potente de esa pulseada. Lo mismo que el proyecto de Declaración aprobado en el Senado a instancias del bloque peronista -donde Cristina Kirchner- para que Guzmán utilice los u$s4.350 millones en DEGs que envíe el Fondo para gastos sociales.
Hasta ahora, Guzmán resiste. Lo demuestran las cuentas públicas, que en los primeros meses del año marcaron un achicamiento notable del déficit fiscal. Una especie de "ajuste silencioso" que lleva a cabo el ministro mientras se demora el acuerdo con el FMI.
¿Habrá un giro del Gobierno, de cara a las elecciones?
Como ya publicó iProfesional, en simultáneo con estos cabildeos, se diseña un plan electoral. Que por supuesto incluye un escenario de calma cambiaria, sin la cual cualquier intento por ganar las elecciones fracasaría, como ya demuestra la historia reciente.
"El Plan de los 100 días" que restan hasta las PASO, elecciones en las cuales el Gobierno se juega gran parte del poder hasta 2023.
Esa estrategia de "poner plata en la calle" no puede llevarse a cabo sin un acuerdo con el FMI. Es lo que trata de explicarle Guzmán a Alberto Fernández. Mientras tanto, el ajuste se mantiene. Pero las presiones desde La Cámpora van en aumento exponencial.
Parte de eso ya se vio con el tema de las tarifas de luz y gas, donde claramente triunfó la posición del kirchnerismo. A contramano de lo planteado por el ministro en el Presupuesto 2021, los aumentos serán del 6% en el gas y del 9% en la electricidad. Los únicos incrementos del año. Contra más del 30% de ajuste que había planteado el titular de Economía.
Entre las medidas bajo evaluación figuran una especie de "mini IFE" que llegue a unas cuatro millones de personas y un bono de compensación para jubilados y pensionados de la mínima que, por culpa de la nueva fórmula de actualización, pierdan contra la inflación del primer semestre del año.
En la dinámica económica de la Argentina, todos los escenarios pueden darse en el corto plazo.