Cierre a la exportación de carne: una "bomba de tiempo" para la economía argentina
Como tantas otras veces a lo largo de su historia, Argentina vuelve a recurrir a medidas de corto plazo para intentar frenar a la inflación, el eterno problema irresuelto de la economía. La reciente decisión adoptada por el gobierno de Alberto Fernández de prohibir por 30 días las exportaciones de carne, es un calco de la receta aplicada por Néstor Kirchner hace 15 años.
"Ya se intentó esto otras veces y el resultado fue malo, por lo que no hay que esperar resultados diferentes ahora. El problema de la inflación en Argentina no pasa por el precio de la carne, sino por la depreciación del peso que, como contrapartida, eleva los precios. El gobierno debería enfocarse en corregir las causas de la inflación", dijo a El País de Uruguay el consultor en negocios internacionales Marcelo Elizondo.
El precio de la carne forma parte de una inercia alcista que no cede, con o sin restricciones a las exportaciones. Entre 2006 y 2015, el valor promedio de todos los cortes de la carne en Argentina se multiplicó por diez pese a que durante ese período se mantuvieron restringidos los mercados de exportación.
Cierre a la exportación de carne: una "bomba de tiempo"
La tendencia ascendente se mantuvo tras la liberación de los cupos de exportación dispuesta por el gobierno de Mauricio Macri. Entre 2016 y 2019 los precios se triplicaron, según datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA).
En lo que va del gobierno de Alberto Fernández, los valores promedio treparon otro 110%. Esas alzas de la carne han ido acompañando la suba generalizada de los precios no regulados en los últimos 15 años.
Con una inflación que solo en el primer cuatrimestre del año ya acumuló 17,6% —el índice más elevado para ese período desde 2016—, economistas advierten que los aumentos de precios responden más a factores estructurales que a incrementos puntuales en algunos productos.
"La inflación del primer cuatrimestre está asociada a la alta expansión monetaria del segundo y tercer trimestre del año pasado. Dado que la política monetaria funciona siempre con algunos rezagos, la extraordinaria emisión para asistir al Tesoro en la etapa más dura de la cuarentena empezó a mostrar sus efectos recién a partir de fines del año pasado", señaló al medio uruguayo, Fernando Baer, economista de la consultora Quantum Finanzas, en Buenos Aires.
Si bien en lo que va de 2021 el ritmo de emisión monetaria se redujo con fuerza gracias al ajuste fiscal que viene llevando adelante el ministro de Economía, Martín Guzmán, la irrupción de la segunda ola del COVID-19 amenaza con quebrar esa tendencia. Las recientes medidas anunciadas para asistir a sectores afectados por las nuevas restricciones a la circulación implicarán un gasto equivalente al 1,3% del Producto Interno Bruto (PIB).
La mayor emisión monetaria que será necesaria para financiar partidas que no estaban incluidas en el Presupuesto enciende las alertas y hace aún más improbable el cumplimiento de la meta del 29% de inflación establecida por Guzmán. De hecho, las estimaciones de consultoras privadas rondan el 45% y se han venido ajustando al alza en los últimos meses.
Las expectativas inflacionarias no ceden pese a la estrategia de anclar el tipo de cambio oficial. En abril, mientras el índice de Precios al Consumidor fue del 4,1%, el Banco Central convalidó un alza del dólar de solo el 1,7%. Tampoco el congelamiento de las tarifas de electricidad, gas, agua y transporte está siendo suficiente para desacelerar el ritmo de la inflación.
Tras dos años sin variaciones en las tarifas de los servicios públicos, Guzmán había proyectado para este año un ajuste por encima de la inflación con el objetivo de no seguir incrementando el monto de los subsidios. Sin embargo, el sector de la coalición de gobierno liderado por la vicepresidenta Cristina Fernández terminó por imponer el criterio de no aplicar un aumento de tarifas abrupto en un año electoral.
La falta de resultados que exhibe hasta ahora el plan electoral para frenar la inflación está llevando el gobierno a implementar medidas de emergencia que buscan, al menos, un alivio temporario para los bolsillos antes de los comicios parlamentarios de medio término —en septiembre se celebrarán las primarias y en noviembre las generales—. En ese marco se dispuso el cierre de las exportaciones de carne para redirigir al mercado interno el 30% de la producción que hasta ahora se destinaba al exterior.
"En el cortísimo plazo puede haber una caída en el precio de la carne porque se generará un exceso de oferta, pero luego el efecto será el opuesto al buscado. Se trata de una medida que tiene patas cortas, mientras las causas más profundas de la inflación sigan sin abordarse", dijo Baer.
De mantenerse la prohibición a las exportaciones de carne más allá de los 30 días establecidos en principio, los efectos a mediano plazo podrían a ser similares a los registrados durante la anterior etapa kirchnerista. En aquella ocasión se decidió una suspensión de las exportaciones por 180 días, pero la restricción se extendió por años.
Esa medida, que se complementó con un aumento de las retenciones a las exportaciones de carne, provocó la pérdida de casi 10 millones de cabezas de ganado, lo que derivó en una menor oferta y alza de los precios en el mediano plazo.
De repetirse, no sería el único impacto negativo. En un país ávido de dólares, el año pasado las exportaciones de carne vacuna sumaron u$s2.710 millones, el triple que en 2015. Todo indica que esa tendencia ascendente se quebrará a partir de la reciente decisión.
"Lo que el gobierno busca es desacoplar los precios en alza del mercado internacional de los precios domésticos. Pero la economía funciona como un sistema, por lo que el desaliento provocado por el cierre de las exportaciones llegará a toda la producción. Argentina tiene un problema de desequilibrios macroeconómicos que genera una inflación elevada y el precio de la carne es solo un eslabón de esa cadena", dijo Elizondo.
De acuerdo con el analista de mercados ganaderos Diego Ponti, "en el ámbito cinematográfico se habla de remake cuando se presenta una vieja película reciclada, con nuevos actores (a veces son los mismos también reciclados) y algún cambio de interpretación a cargo del nuevo director. La nueva versión puede ser mejor o peor que la anterior, pero lo único que sabemos es cómo empieza y cómo termina la historia. La película del precio de la carne vacuna tiene la particularidad de que, aún estando vigente su primera versión de 2006, ya tenemos un nuevo estreno en la pantalla grande", indicó.
De acuerdo con el analista de mercados ganaderos, Diego Ponti, "todos pierden" con la medida del gobierno argentino aunque "no a la vez, sino que en distintos momentos". A su entender, "en la primera parte pierde el productor que viene esperando el momento de venta de su hacienda luego de dos o tres años de inversión en producción", además "pierde la industria exportadora", también "los proveedores de insumos y los comerciales", el Estado y también "pierde la Argentina mercados difíciles de recuperar".