EL FMI Y EL PLAN

Guzmán desafía al kirchnerismo: planea una mejora fiscal basada en el recorte de salarios y jubilaciones

El ministro envía mensajes "market friendly" para aliviar su plan de pagos. Paradójicamente, la ola inflacionaria lo ayuda a mostrar cuentas equilibradas
ECONOMÍA - 11 de Mayo, 2021

A pesar de la pelea del sector "ajustador" con el sector "gastador" que liderza el kirchnerismo, el Gobierno argentino todavía tiene buenas chances de demostrar ante los gobiernos europeos y ante el Fondo Monetario Internacional que está haciendo buena letra en cuanto a su voluntad de ajuste del gasto público.

Es así que la gira de Alberto Fernández y Martín Guzmán por Europa podrá mostrar que Argentina, más allá del ruido retórico, está embarcada en un programa de ajuste donde los protagonistas son el salario y las jubilaciones.

Claro, tal vez no sea con el método más ortodoxo ni el que preferirían los gobiernos europeos, pero lo cierto es que pocos países podrán mostrar este año una mayor capacidad de ajuste que la Argentina, donde la variable principal serán los salarios y jubilaciones.

Cuando este jueves el Indec dé a conocer el nuevo dato de inflación correspondiente a abril, se confirmará que en apenas un cuatrimestre se habrá acumulado un 17,2% de suba de precios. Esto implica que, para que se cumpla el ya desteñido pronóstico de Martín Guzmán sobre un 29% anual, durante el resto del año debería darse un promedio mensual de apenas 1,3%.

Es algo que luce imposible a la vista de los antecedentes cercanos. El año pasado los logros más bajos fueron de 1,5% y se lograron en los meses en los que el desplome de la actividad fue más fuerte como causa de la cuarentena.

De todas formas, en el mercado hay cierta expectativa en el sentido de que este inicio de año habrá sido, como dijo el propio Guzmán, el peor momento en materia inflacionaria y que a partir de ahora se empezará a dar una baja de las cifras. Aun así, los más optimistas calculan un promedio de 3% mensual, cayendo hacia un 2,6% hacia fin de año, lo cual llevaría la inflación total anual hacia un nivel de 47,3%.

La aceleración inflacionaria implica una baja real en el déficit fiscal y el gasto público

Claro, aun ese número tan alejado de los pronósticos iniciales necesita que se den ciertas condiciones que hoy no están del todo claras. En particular, que se profundice el retraso cambiario, dado que el Gobierno apuesta una vez más a la efectividad del dólar oficial "planchado" como ancla de los precios.

Y la otra condición… es inconfesable desde el punto de vista político pero absolutamente imprescindible desde lo económico: que los salarios y jubilaciones se mantengan en la línea original, haciendo de variable de ajuste.

Un reciente informe de Miguel Angel Broda, uno de los economistas más escuchados de la City, observa: "Creemos que la tasa de inflación va a bajar al 3% por mes con intensificación del control de tipo de cambio y de salario".

Esto implica que, a pesar de que los gremios grandes están forzando firmas de acuerdos por cifras mayores a las esperadas por el Gobierno, aun así no lograrán empatarle a la inflación.

Casos mostrados por el Gobierno como emblemáticos, como el del influyente gremio bancario, dan una pauta clara: la firma fue por una mejora de 29% en tres cuotas, con cláusula de revisión -que no es lo mismo que un gatillo de ajuste automático por inflación- en la segunda mitad del año.

En tanto que Comercio, el mayor gremio del país, con un convenio que incluye a más de un millón de asalariados, firmó por 32% a actualizar en cuatro tramos, con una cláusula de actualización recién para enero del año que viene.

En el ámbito estatal -un gran clásico a la hora de elegir variables de ajuste fiscal- prácticamente todos los ajustes quedarán por debajo de la inflación de 47% que proyectan los economistas. Claro, a la hora en que se firmaron los acuerdos, todos implicaban una recuperación respecto del 29% de Guzmán. Como ocurrió con la provincia de Buenos Aires, donde el gobernador Axel Kicillof negoció una mejora de 34%.

Salvo excepciones, como el reciente acuerdo de Neuquén, un área neurálgica del país por su incidencia en la producción de hidrocarburos -que firmó una mejora por 54%- el resto del país mantuvo la línea de unos pocos puntos por encima de lo que era la inflación Guzmán.

En otras palabras, las perspectivas son de un año de pérdida real del salario, salvo para aquellos con fuerte capacidad de negociación, que puedan plantear una revisión en el segundo semestre. Lo cierto es que el ya risible pronóstico de 29% se alcanzará en julio, de acuerdo con las proyecciones que hace la mayoría de las consultoras privadas.

No por casualidad, los números de consumo apenas están mostrando variaciones -un informe del a Fundación Germán Abdala registró apenas una variación real de 0,1% en el primer trimestre del año.

Desempleo alto y las jubilaciones, claves del ajuste

Lo cierto es que, si bien es probable que esta situación exacerbe cierta propensión a la conflictividad sindical, todavía la fragilidad del empleo es lo suficientemente alta como para pensar en que pueda haber un movimiento que provoque grandes revisiones con puestas al día respecto de la nueva velocidad de los precios.

Fue claro al respecto Antonio Caló, el líder del sindicato metalúrgico, que en una entrevista periodística refirió la situación de su sector. Luego de haber superado una masa de 200.000 asalariados al inicio del gobierno macrista, cayó a un mínimo de 150.000 a mediados del 2020, en el peor momento del desplome de la actividad. Y en el marco de la reciente recuperación de la economía tuvo un fuerte impulso que le permitió incorporar 18.000 nuevos trabajadores.

Caló atribuyó la rápida mejora al impulso que genera la construcción y sectores de la industria ligados a la actividad metalmecánica, y dio a entender que en este momento la prioridad de la dirigencia sindical es consolidar esa recuperación en el empleo antes que un incremento real en el ingreso del gremio.

Situaciones de ese tipo pueden verse en todos los sectores del país, donde el objetivo fundamental es revertir la crisis de empleo del 2020. Los economistas que ponen la lupa en el nivel de empleo afirman que la situación real es mucho peor que la que marca el Indec: una pérdida real de cuatro millones de empleos en el peor momento de la cuarentena, que en la actualidad se redujo a un millón.

Es en ese contexto que Guzmán está logrando algo que pocos gobiernos podrían: un ajuste real de las cifras fiscales y del gasto público en el cual el factor fundamental es el salario y las jubilaciones.

Con la nueva fórmula, a diferencia de las fórmulas que simplemente aplican la inflación pasada –y, por lo tanto, hacen el valor de las jubilaciones mantenga relativamente su capacidad de compra incluso en años recesivos-, esta nueva modalidad indexatoria ata el poder adquisitivo de los jubilados al comportamiento general de la economía.

Es lo que los expertos llaman una fórmula "pro-cíclica": en los años en los que crece la actividad –y por lo tanto aumenta el empleo, el salario y el ingreso de Anses-, entonces los jubilados tendrán una mejora que excederá el incremento del costo de vida. Pero cuando ello no ocurra, la jubilación evolucionará por debajo de los precios, de forma tal que ese sector de la población hará las veces de variable de ajuste.

¿Qué tan grave puede ser la situación? Según la Fundación Mediterránea, con una inflación de 51,1% las jubilaciones correrían de atrás sólo aumentarían nominalmente un 39,5% -una pérdida real de 8%- mientras que si el panorama fuera más complicado y la inflación llegara al 58,5%, las jubilaciones apenas se moverían 36% -una pérdida real de 14 puntos-.

El Gobierno ha reconocido de hecho esta situación y es por eso que la Anses tuvo que recurrir a una medida paliativa, como el pago de bonos extra de $1.500 en abril y mayo para los beneficiarios de la mínima, una situación fue pensada como una situación transitoria y amenaza con tornarse crónica en la medida en que la inflación sigue a su velocidad crucero por encima de 3%.

Guzmán y la "fórmula portuguesa" no anunciada

Con semejantes niveles de ajuste de ingreso, la polémica sobre el congelamiento de las tarifas de servicios públicos pierde su importancia en términos reales y pasa a ser vista como lo que realmente es: un factor paliativo para compensar por la pérdida de poder adquisitivo que inevitablemente ocurrirá en el año.

Lo paradójico es que en la gira europea de Alberto Fernández y Martín Guzmán se intenta convencer a los gobiernos europeos sobre la necesidad de ayudar a Argentina a aliviar su cronograma de pagos para no tener que profundizar el ajuste, pero los números muestran que este ajuste ya está en marcha.

Mientras el gobierno festejó el octavo mes consecutivo de ingresos fiscales por encima de la inflación, con un cierre de abril que no solamente reflejó la esperada mejora respecto del mismo mes de 2020, sino que también implicó un mayor ingreso fiscal en comparación con el 2020, los salarios siguen corriendo de atrás a los precios.

Alberto en Portugal, busca un modelo indulgente para el cronograma de pagos, pero ese mismo modelo implicó un duro ajuste de salarios

En la gira por Europa, muchos en la delegación argentina reflotaron el "modelo portugués" con el que el país europeo logró superar la aguda crisis económica de hace una década. Hay una parte de esa fórmula que podría beneficiar a Argentina, porque implica que el Fondo Monetario adopte una actitud benevolente ante la exigencia del pago de una sobretasa.

Guzmán quiere que, siguiendo el ejemplo del caso portugués, el FMI exima al país de sobrecostos en la tasa, que podrían llegar a un recorte de u$s900 millones.

Pero claro, también está la otra parte de la "fórmula portuguesa". Esa negociación vino acompañada por un ajuste histórico. Como recuerda Andrés Malamud, politólogo argentino residente en Portugal, la crisis había sido provocada por una baja en la productividad y un desalabro fiscal que llevó la deuda al 110% del PBI.

Malamud explica que, dada la rigidez que implica la pertenencia a la zona euro -que impide el ajuste clásico vía devaluacíon- hubo que realizar un ajuste nominal de salarios que llegó al 25% para el sector público, se congeló el sueldo mínimo, se amplió la jornada laboral y se duplicó el desempleo.

De una forma no declarada, pero ya funcionando en la práctica, el plan Guzmán empezó a aplicar algunos de los componentes de la "fórmula portuguesa".

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