El sorpresivo plan B de Guzmán ante el FMI: quiere replicar un acuerdo que evitó el colapso total hace 18 años
Hace justo un año, Donald Trump y Angela Merkel se peleaban públicamente por los barbijos, por entonces escasos ante la explosión de la pandemia y la incertidumbre global. Hoy ya nadie recuerda el episodio, y no solamente porque el estadounidense perdió las elecciones y dejó la Casa Blanca. Las presiones, ahora, son por las vacunas. El mundo entró en una dinámica muy veloz, al ritmo del coronavirus.
En este contexto repleto de enigmas, Martín Guzmán se puso en la piel de un personaje alejado de las tensiones. O así lo deja trascender. El ministro adhiere a la idea de que siempre hay camino por transitar, sin apuro, rumbo a un acuerdo. "El acuerdo de Macri con el Fondo fue rápido pero muy malo para el país", asevera cada vez que puede, con el objetivo de fundamentar su argumento.
No obstante la aparente parsimonia, el ministro tiene fechas muy precisas en el almanaque que le ponen presión a su estrategia.
¿Guzmán explora nuevas variantes para sellar un acuerdo con el FMI? Su paso por Europa dejó a la luz que no podrá cerrar trato con el Club de París si antes no encamina la negociación con el organismo con sede en Washington. Cualquier modificación en la estrategia, sabe el ministro, tendrá que consensuarlo con la Casa Rosada y con Cristina Kirchner. La última vez que dio a entender que las negociaciones venían bien, la vicepresidenta desorientó a todos con el planteo de la necesidad de un acuerdo a más de diez años, que era lo que venía dialogando el ministro.
Ahora, desde el equipo económico dejan trascender una nueva posibilidad de acercamiento con el Fondo: que hasta el momento en que se selle un acuerdo de largo plazo se pueda rubricar un pacto de "transición". De corto plazo. No más allá de siete u ocho meses.
El modelo está tomado del acuerdo que la Argentina y el Fondo hicieron entre finales de 2002 y principios de 2003, durante el gobierno de Eduardo Duhalde.
En aquel momento, tras el colapso de la convertibilidad, la Argentina debía pagar vencimientos de la deuda con el organismo, pero no había suficientes reservas para hacerlo.
En ese entonces, los países europeos fueron claves para que Washington pusiera esa alternativa y evitara una crisis todavía mayor en el país.
¿Será posible esa vía ahora?
Hay varios puntos a considerar. A fin de mayo vencen unos u$s2.400 millones con el Club de París, y los europeos ya le dijeron a Guzmán -en la gira que acaba de finalizar- que sólo podrían postergar esos vencimientos en caso de que el Gobierno concrete un acuerdo con el Fondo Monetario.
Antes de entrar en default, el Gobierno dispone de dos meses -hasta finales de julio- para llegar a consensos con los acreedores.
Con el FMI se vienen dos vencimientos: de alrededor de u$s1.700 millones cada uno. Primero en septiembre y después otro en diciembre, ya después de las elecciones.
¿Será posible copiar aquel modelo de acuerdo de Duhalde? Generar una especie de "puente" hasta principios de 2022, y ahí sí cerrar un trato de largo plazo.
Funcionarios del equipo económico ven viable esta posibilidad, como la mejor forma de atravesar el segundo año pandémico sin sobresaltos cambiarios y con la actividad económica en franca recuperación tras el colapso del año pasado.
La clave estará en la postura del Fondo. Si permite que el Gobierno reciba los aproximadamente u$s4.400 millones en DEGs, que le tocan al país por la capitalización del organismo.
Ese dinero, que hasta hace unos meses no figuraba en los planes de nadie, se convirtieron en un tema central de la negociación.
De hecho, Alberto Fernández planteó ayer miércoles que los países ricos deberían ceder parte de los que le tocará de esa mega emisión a favor de los países pobres y los en vías de desarrollo, como la Argentina.
Hay un hecho indiscutido: el Gobierno no quiere correr ningún riesgo de temblor cambiario, camino hacia las elecciones. Si la Casa Rosada recibe el "regalo" de u4s4.400 millones del FMI y se utiliza ese dinero para pagarle al organismo en septiembre y diciembre, ¿podría producirse una nueva corrida cambiaria?
Nadie lo puede descartar. De hecho, desde que explotó la segunda ola de contagios, el dólar "blue" ya subió $5 y el "contado con liqui", alrededor de $10, y ya está por encima de los $150. Otra vez. En la Argentina, qué duda cabe, la incertidumbre se canaliza hacia el mercado cambiario.
En las últimas semanas, el Banco Central logró comprar divisas. Y, a diferencia del mes pasado, durante abril las Reservas volvieron a crecer. De acuerdo a estimaciones de consultoras privadas, las reservas netas ya escalaron a u$s4.500 millones, contra un piso de u$s3.000 millones de hace algunas semanas.
Con la llegada de los DEGs más los dólares que pueda seguir acumulando en las siguientes semanas, producto de la liquidación de las exportadoras de soja, las reservas podrían sumar otros u$s7.000 a u$s8.000 millones adicionales.
¿Qué hacer? ¿Utilizar ese dinero para pagarle al Fondo y al Club de París y volver a foja cero con las reservas? ¿Pagarle al Fondo y caer en default con los europeos, como ya pasó hace algunos años?
¿O intentar un esquema "a lo Duhalde en 2003", como quieren algunos funcionarios de peso en la administración?
La decisión no depende sólo de la Argentina porque la negociación, quedó claro, es a varias bandas.
Pero lo que sí tienen claro Guzmán y Alberto F. es que de ninguna manera quieren ni siquiera transitar por la zozobra cambiaria del año pasado. La súper soja de u$s550 se parece mucho a una bendición, lo mismo que la llegada casi segura de los DEGs.
Pero "ninguno de nosotros quiere jugar con fuego. El mercado sigue muy sensible", refiere un funcionario del equipo económico a iProfesional.
El "riesgo país" atado a los 1.600 puntos, con los bonos en precios de default, así lo sugiere.
Los próximos días, ya con Guzmán en suelo argentino, llegarán las definiciones. Habrá nuevos contactos con Washington para perfilar los pasos a seguir.
El ministro ya avisó que tiene hasta finales de julio para definir. Pero eso ocurrirá antes. Muy posiblemente antes de que empiece el invierno.
Se vienen semanas muy duras por la crisis sanitaria en el país. Y varios funcionarios del equipo económico quieren dar certezas sobre el camino de la deuda más temprano que tarde.