Atención cuando hagas compras: estos productos arrancaron abril con fuertes subas, por fuera del radar oficial
Desde su reclusión tras el positivo de Covid, Alberto Fernández les pidió a sus ministros que lo mantengan al tanto de las urgencias diarias. Obviamente, la pandemia está como tema prioritario por las decisiones inmediatas que deben tomarse. En el terreno económico, lo principal pasa por la inflación. Y, puntualmente, por los aumentos de los alimentos, que no se detienen a pesar de las medidas de control oficial.
Abril arrancó con incrementos en los precios de algunos alimentos, que están por fuera de los controles oficiales.
Las subas se dan en productos lácteos y van desde 7% al 10%. La mayoría en quesos de todas las variedades, provocada por el súbito encarecimiento de la leche en polvo a nivel internacional.
De hecho, los quesos -que habían tenido un 2020 tranquilo en materia de precios, con alzas por debajo del promedio- ya habían subido durante el trimestre enero-marzo prácticamente la mitad de lo que se habían encarecido a lo largo de todo el año pasado.
De acuerdo al Indec, los quesos se encarecieron alrededor de 11% entre enero y marzo. A lo que ahora se añade entre 7% y 10% adicional.
No es el único rubro que arrancó el mes con incrementos. Los aceites -sobre todo de girasol- también muestran alzas después del fin de semana largo. Las principales fabricantes informaron a sus clientes que se encarecerán nada menos que 20% desde pasado mañana. Los únicos que quedan al margen de ese retoque son los supermercados, para venta minorista entre sus clientes.
Esta "discriminación" se debe a que las grandes cadenas trabajan bajo el programa de "Precios Máximos" mientras que el resto (mayoristas, almacenes, autoservicios chinos), no. Ahora la gran pregunta es si habrá abastecimiento para los supermercados con el precio más bajo, algo que se sabrá con el correr de los días.
Otro producto que se encarece es el arroz. Nada menos que un 23% promedio. De golpe. Algo que, argumentan los fabricantes, se relaciona con una situación en particular: el encarecimiento del producto a nivel internacional, que incluye una caída en la producción de Brasil y una mayor demanda desde China.
Estas subas, todos de productos de la canasta básica alimentaria, le pondrán presión al índice de inflación de abril. Pero, más que eso, lo que más preocupa es que se trata -otra vez- de movimientos en el costo de la comida, en una economía que recién ahora se está recuperando del apagón por la pandemia-cuarentena. Y que tiene al 42% de su población por debajo de la línea de la pobreza.
Los relevamientos de consultoras privadas que miden la inflación en alimentos dan cuenta de esa dinámica tan preocupante.
La consultora LCG -dirigida por el economista Guido Lorenzo- midió una inflación de 4,6% (punta-punta) a lo largo de marzo en la muestra de 8.000 artículos que monitorea semanalmente. Claramente por encima a la inflación promedio, a la cual las consultoras ubican no más allá del 4%.
La novedad es que, a diferencia de los meses anteriores, esta vez no fue la carne el rubro responsable del salto inflacionario. Las bebidas (incluyendo a las infusiones) y los productos farináceos fueron los que más se encarecieron el mes pasado.
Otro informe que detectó una dinámica similar fue Isepci, que mide la evolución de los precios en el conurbano bonaerense, en un grupo de almacenes y autoservicios de barrio.
El aumento promedio de los alimentos de la canasta básica en los almacenes del conurbano alcanzó al 7,8% durante marzo, según Isepci. El reporte da cuenta de que la inflación golpea más a los sectores de la población que no pueden abastecerse en las grandes cadenas de supermercados y hacen las compras en los comercios minoristas, que no están alcanzados por el programa "Precios Máximos", que mantiene congelados el precio de los alimentos de "almacén".
Eso significa que mientras en las grandes cadenas funciona la regulación, en los locales más chicos ese control no llega. Y, por lo tanto, los precios se mueven libremente. O casi.
Esa distorsión se manifiesta en las góndolas. Y como en los supermercados rigen los programas "Precios Cuidados" y "Precios Máximos", eso significa que las grandes tiendas venden más barato esos productos que los autoservicios barriales o los almacenes.
Como ya publicó iProfesional, ese diferencia a favor de las grandes cadenas se traduce en que los autoservicios y almacenes pierden clientela. Obviamente, los compradores que pueden se mudan de proveedor y van a los supermercados.
Eso significa que mientras en las grandes cadenas funciona la regulación, en los locales más chicos ese control no llega. Y, por lo tanto, los precios se mueven libremente. O casi.
Otra consultora, en este caso Scentia -dirigida por Osvaldo del Rio- detectó que los precios de los productos de la canasta básica subieron 28,5% en los autoservicios y almacenes, en los supermercados lo hicieron en un 16,8%.
La diferencia fue de 11,7 puntos para los mismos productos que se encuentran regulados bajo los programas "Precios Cuidados" y "Precios Máximos".
El Gobierno, obsesionado con bajar la inflación
En las últimas jornadas, el Gobierno activó distintas medidas para lograr una desaceleración inflacionaria. Algunas tienen que ver directamente con la raíz del problema. Otras, con una intervención directa sobre las expectativas.
En primer lugar, Guzmán ya adelantó que el Banco Central pondrá un freno en la depreciación diaria de la moneda.
Contra una inflación esperada del 4% para marzo, la cotización el dólar mayorista avanzó apenas 2,3% el mes pasado.
Los meses anteriores había sido distinto. en octubre -cuando la inflación fue de 3,8%, el dólar oficial subió 3,1%-. En noviembre quedó casi a la par: el índice de precios bajó al 3,2%, el dólar avanzó el 3%. En diciembre, con una inflación cercana al 4%, el billete verde escaló 3,4%. Y en enero -con un IPC del 4%-, la devaluación resultó del 3,8%.
El objetivo de esa decisión es elocuente: se busca que la (constante) suba del dólar tenga un menor impacto en los precios.
En lo que refiere al precio de los alimentos, ese ancla no funcionó bien, por ahora. Con los últimos aumentos sobre la mesa apenas empezó abril, y con una escalada en la tensión entre el Gobierno y los empresarios, el problema subsiste. Está más que claro.