¿Por qué sube la carne?: el desafío que el Gobierno aún no logra resolver y complica la inflación
La Argentina conocida por sus vacas y el asado vive dos realidades paralelas. Por un lado, la producción de carne registró en 2020 el tercer récord en 25 años y las exportaciones fueron las segundas más altas de la historia motorizadas por la mayor demanda china. Por otro, el consumo interno por habitante fue de 49,7 kilos, el más bajo de los últimos 100 años, según la Cámara de la Industria de la Carne (CICCRA). ¿Cómo se explica entonces el aumento del precio de la carne?
En enero, ese producto sensible de la canasta básica tuvo un incremento del 6,4% mensual y 57,7% anual en el GBA, por encima de la inflación general del 4% y 38,5%, respectivamente. El asado subió un 83% anual. Y el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) informó en el primer mes del año una variación del 73% anual en el precio de la carne vacuna a través de un relavamiento telefónico en 80 carnicerías de Capital y GBA.
Para los exportadores, las subas están vinculadas a la reducción del stock ganadero, que desde hace 30 años está estancado en un promedio de 55 millones. Es más, el año pasado se redujo y se espera que siga achicándose por falta de inversiones en el campo.
Esto implica que se faenan vacunos livianos, como los terneros y los novillitos, porque no conviene engordarlos. Entonces, al haber una oferta decreciente de ganado y un incremento de la población, crece la presión sobre los precios.
Pese a los records registrados en los últimos años, la producción todavía no recuperó los niveles previos al 2009. En aquel año, hubo un desplome producto del fuerte incremento previo de la faena en respuesta a la intervención del mercado. El boom de la soja, a su vez, desplazó el ganado hacia tierras menos productivas, reduciendo la tasa de reproducción del animal y la rentabilidad. Las sucesivas devaluaciones, sin embargo, favorecieron las exportaciones entre 2002-2009 y 2015-2020.
En los próximos meses, la dinámica de precios podría agravarse aún más. "Va a ser un problema cuando se empiece a normalizar la situación y Europa o Estados Unidos empiecen a demandar", advirtió Sebastián Bendayan, gerente de la Cámara de Frigoríficos de Santa Fe (CAFISA) y tesorero de la Federación de la Industria Frigorífica (FIFRA). Con todo, señaló que "la carne está barata en relación a frutas y verduras, cuesta mucho más elaborar un kilo de carne que una pizza".
En la Mesa de Enlace, consideran que la carne se ve afectada por factores vinculados al clima que complican el envío de hacienda para consumo local y el impacto de insumos, como el maíz, cuya cotización viene en ascenso en los mercados internacionales. Esa combinación, según los ruralistas, redunda en una retracción del negocio de feedlot y una disminución de oferta de ganado a la espera de mejores condiciones.
Los frigoríficos sostienen a su vez que el año pasado hubo incrementos solo en marzo-abril y octubre-noviembre en el Mercado de Liniers. Y que la solución no son mayores controles de precios, sino "mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores".
En ese sentido, reconocen que la suba de precios en una economía dolarizada derumbó la demanda interna y provoca una "lucha" con los 360 frigoríficos de consumo interno y las carnicerías por el insuficiente stock ganadero.
Por otra parte, la inflación también alimenta los conflictos salariales con los trabajadores. El frigorífico Arrebeef anunció el viernes pasado el cierre de su establecimiento en la localidad bonaerense de Ramallo debido a un paro iniciado por los operarios. La medida de fuerza derivó en la ocupación de la empresa en reclamo del cumplimiento de paritarias y en rechazo del representante sindical. La firma del consorcio ABC es una de las principales exportadoras de carne entre las 36 que existen en el país.