Los precios suben y Guzmán ve escapar su primer objetivo del año: así es el nuevo plan para poner freno a la inflación
No intenta ser sólo un juego de palabras: la inflación del 4% de enero le puede costar caro a Martín Guzmán, a juzgar por el objetivo que el ministro se había autoimpuesto en el inicio del año.
Concretamente, el hecho de que el índice de enero haya dato igual que el de diciembre aleja las chances de que la inflación del primer trimestre sea de un solo dígito, por debajo del 10%, tal como se lo proponía el titular del Palacio de Hacienda.
Guzmán (todavía) pretende cumplir con esa meta con la idea de alinear las expectativas de precios y salarios para el resto del año. Algo que en las últimas jornadas quedó a la luz pública, tras los sucesivos encuentros con empresarios y gremialistas de la CGT y de la CTA.
Sin embargo, el 4% de enero puede complicar ese escenario. El hecho de que el primer mes del año haya dejado un arrastre importante para febrero hace que la inercia inflacionaria extienda su poder de daño.
Precios: las subas siguen en febrero
Para colmo, los precios -sobre todo en alimentos- arrancaron este mes con renovadas alzas. De acuerdo a las mediciones de la consultora LCG en ese rubro, "para las primeras dos semanas de febrero muestran suba de 0,9% y 0,7% en el precio de los alimentos. Es una desaceleración marginal respecto a los registros de enero. De hecho acumula una suba del 4,8% en las últimas 4 semanas, dejando un arrastre de 3,6% para lo que queda del mes".
La consultora dirigida por el economista Guido Lorenzo agrega: "Esperamos una desaceleración de la inflación en febrero, pero solo en el margen, con registros todavía por encima del 3% mensual".
Lorenzo dijo a iProfesional que la inflación de febrero se ubicaría entre 3% y 3,5%. Y que para el primer trimestre podría alcanzar entre 10% y 12%. Por encima del objetivo de Guzmán.
Las consultoras suponen que la inflación 2021 rondará en torno al 50%, según la encuesta que mensualmente organiza el Banco Central. Es decir, bien lejos de la mirada más optimista del ministro, que la sitúa no más allá del 30% (20 puntos menos).
Plan oficial: ¡tiren anclas!
En las últimas jornadas, el Gobierno activó distintas medidas para lograr una desaceleración inflacionaria. Algunas tienen que ver directamente con la raíz del problema. Otras, con una intervención directa sobre las expectativas.
En primer lugar, Guzmán ya adelantó que el Banco Central pondrá un freno en la depreciación diaria de la moneda.
Algunos datos sobre lo sucedido en los últimos meses: en octubre -cuando la inflación fue de 3,8%, el dólar oficial subió 3,1%-. En noviembre quedó casi a la par: el índice de precios bajó al 3,2%, el dólar avanzó el 3%. En diciembre, con una inflación cercana al 4%, el billete verde escaló 3,4%.
El mes pasado -con un IPC del 4%-, la devaluación resultó del 3,8%.
Ahora, ese ritmo del "crawling peg" sería más atenuado. El objetivo de esa decisión es elocuente: se busca que la (constante) suba del dólar tenga un menor impacto en los precios.
Otra ancla que permanecerá refiere a las tarifas de los servicios públicos (luz y gas), un costo innegable y central para las empresas.
Habrá un guiño a favor del costo de las empresas. Y de los ingresos de los asalariados. Sobre este punto, el Ejecutivo tiene decidido que las tarifas de los servicios públicos corran por detrás de la inflación, y que sirvan como un ancla de esa dinámica.
A propósito de los costos de los insumos, el planteo de los funcionarios es que el tema cambiario se despejó de incertidumbres. Que el "mercado" ya no sospecha de que habrá una devaluación abrupta en el corto o mediano plazo.
Con el precio de los combustibles en permanente ascenso desde agosto del año pasado, ahora el Gobierno busca que las boletas de luz y de gas tengan correcciones bien por debajo de la pauta inflacionaria.
¿Cuánto aumentarán las tarifas a lo largo del año? Desde el Palacio de Hacienda remiten a las últimas declaraciones públicas del ministro de Economía. "Si el Estado subsidia las tarifas, eso se paga de alguna forma: con impuestos, con deuda o con emisión", definió Guzmán horas atrás.
En el Presupuesto 2021, el ministro estableció un sendero donde los subsidios permanecen estables en relación al PIB. Eso significa que habría incrementos que corran junto a la inflación, a los que se sumaría un porcentaje equivalente al crecimiento económico esperado.
Esa cuenta -en un escenario optimista esperado por el Gobierno- daría algo cercano al 35% en el año (30% de inflación más 5% o 6% de expansión del PIB).
El Gobierno -y Guzmán en particular- está jugado a que estos primeros meses del año, la inflación se desacelere. Es lo que necesita para ganar confianza entre las centrales sindicales y los empresarios. Evitar la carrera "precios-salarios" en el año electoral. Todas las fichas están puestas ahí.
"La gran apuesta de este año es que los salarios le ganen a la inflación", repiten las máximas autoridades económicas.
Justamente, el planteo estuvo en las últimas conversaciones con sindicalistas y con los empresarios.
El escenario, sostienen los funcionarios, debe ser el de una economía en crecimiento. En una recuperación sostenida desde el pozo del año pasado.
Como está visto, no alcanza con acuerdos parciales con empresas alimenticias para lograr una baja de la inflación.
La clave está en la batería de medidas que Guzmán y el Banco Central coordinen para hacer sustentable el proceso. En la Argentina no hay misterios: así como existe una gimnasia cada vez más perfeccionada, entre los actores económicos, cada vez que se percibe el faltante de divisas en la economía, lo mismo sucede cuando se apela a medidas "de manual" para achatar la curva inflacionaria.
Lo más relevante de los próximos meses será testear si la actividad económica consolida una fuerte expansión en varios rubros clave: industria, consumo y la construcción.
Nada de eso podría concretarse si, en vez de desacelerar, la inflación se recalienta. Y ahí estará focalizada la obsesión del Gobierno. En demostrar que, en contra de lo que planteaban varios consultores económicos, el mercado cambiario se estabiliza y la actividad se recupera en el año electoral.