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El FMI, ¿un inesperado aliado del Gobierno para continuar con las restricciones al dólar?

En la previa a la negociación con el Fondo, trascendió que el organismo tiene una visión comprensiva sobre la imposibilidad de liberar el mercado cambiario
ECONOMÍA - 08 de Septiembre, 2020

"Se terminó la buena onda. Saben que el Gobierno va a ir a la negociación con los tapones de punta, y ellos también. Están definiendo los detalles para empezar. Ellos esperan una negociación muy áspera".

El ex funcionario que habla con iProfesional acaba de terminar un encuentro virtual con uno de los directivos del Fondo Monetario Internacional que más familiarizado está con la Argentina. Por orden de Kristalina Georgieva, los encargados de llevar el capítulo argentino comenzaron a recabar información sobre el país. Fue el paso siguiente a la comunicación que mantuvieron Alberto Fernández con la número uno del FMI. A partir de ahora, se habla de plata.

Por lo que dejaron trascender en sus primeros contactos con sus referentes en Buenos Aires, la negociación tendrá, en su inicio, tres capítulos: el frente fiscal, la política monetaria y el régimen cambiario.

Tanto el Gobierno como los técnicos del Fondo dejaron trascender que la cuestión fiscal será la más relevante. Hasta ahora, el único indicio concreto lo dio Martín Guzmán: mencionó que el objetivo oficial es llegar a un rojo del 4,5% del PIB el próximo año. Un número que dejó disconformes a los economistas de la City. Pero que desde algunos despachos oficiales admiten que podría cambiar al momento de presentar el proyecto de Presupuesto 2021. Habrá que esperar hasta la semana próxima.

Sergio Chodos, representante argentino ante el FMI, fue enfático en los últimos días, y dejó una pista de lo que prepara la Casa Rosada: "Hay medidas fiscales que no se van a poder tomar en el programa que se acuerde", mencionó en declaraciones a una radio porteña.

En confianza, los directivos del Fondo rechazan el 4,5% adelantado por el ministro de Economía.

Y admiten que la anterior gestión, comandada por Christine Lagarde, les dejó una "pesada herencia": negociar con un país que debe nada menos que u$s44.900 millones. Los interlocutores argentinos de esos funcionarios comentan que "el Fondo no tiene margen para sacar los pies del plato". Pero que pondrán presión para que el país ajuste sus cuentas públicas.

Kristalina Georgieva, directora del FMI, dio la orden de que se empiece la recopilación de datos sobre la economía argentina

En esas conversaciones, desde Washington, los técnicos preguntaron sobre la reforma tributaria que está preparando Mercedes Marcó del Pont. Sostienen que es clave la manera en que el Gobierno piensa elevar la recaudación, más allá de la recuperación que supone la eventual mejora de la actividad económica en la postpandemia.

Uno de los economistas les mandó por mail la última edición de la revista de la consultora FIDE -que preside, precisamente, la titular de la AFIP en uso de licencia-. Allí se deja una idea de los tiempos que maneja el Gobierno en la negociación con el FMI:

"No por importante que el Fondo sea como acreedor, esto implica que haya que apresurar la negociación. Los principales vencimientos con el organismo llegan en 2022 y 2023. Es decir, a diferencia de lo que sucedía con los bonistas privados, existe una ventana de tiempo de, al menos, dos años para que el país deba repagar su deuda".

En efecto, el primer desembolso relevante en el calendario ocurrirá recién dentro de un año, cuando haya que pagar u$s1.800 millones de un vencimiento de intereses.

¿Y con el cepo?

"¿Qué hacemos con el cepo?", preguntó uno de los consultores de la City a su interlocutor que lo escuchaba y veía, vía zoom, desde Washington. El economista lanzó la inquietante pregunta para tener, de primera mano, qué estaba pensando la línea del FMI sobre el ultra regulado mercado cambiario argentino.

La respuesta -si bien no lo sorprendió- le generó cierto desconcierto. "Nosotros queremos que el país vaya hacia la desregulación, pero entendemos también que se necesita tiempo", fue la definición.

En otras palabras, una visión relativamente comprensiva respecto de las urgencias que tiene el Gobierno en el frente cambiario y la imposibilidad de pasar a un régimen de flotación en el corto plazo.

Martín Redrado, que conoce al detalle la forma de actuar del organismo en sus negociaciones sugiere: "El Fondo no cambió su visión sobre la política cambiaria. Está dispuesto a dar más tiempo para que Argentina se acomode", dice.

Miguel Kiguel, otro de los economistas con trato asiduo con Washington, completa: "El Fondo tiene una obsesión con las reservas internacionales, y busca que aumenten sin que se apliquen controles cambiarios. O sea, sin cepo en la cuenta corriente del balance de pagos. A veces acepta restricciones en la cuenta de capital, aunque en dosis limitadas. Pero va a ser difícil que el Fondo se sienta cómodo con una brecha del 50% o 70% entre el oficial y el contado con liqui, porque eso implicaría que algo anda mal y complicaría la acumulación de reservas internacionales", escribió el ex secretario de finanzas de los '90.

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El modelo 2004

El ministro Guzmán dio pocas pistas de cómo se plantará en las próximas negociaciones. Dijo que el Gobierno solo tiene "la intención de refinanciar su deuda con el Fondo Monetario" pero que "no busca pedir más dinero prestado".

Una de las especulaciones, justamente, refería a si el Gobierno reclamará ante el Fondo los u$s8.400 millones pendientes del acuerdo stand by firmado por Mauricio Macri pero que no llegaron a desembolsarse. Guzmán ya había aclarado que ese pacto está caído, pero no así si iría a buscar el desembolso ya acordado. Ahora no quedan dudas.

En Washington creen que el Gobierno planteará una discusión tan áspera como la que en su momento lideró Néstor Kirchner. En aquel momento, Alberto Fernández era su jefe de Gabinete y estuvo al detalle de las complicaciones de aquella negociación.

"Algunos técnicos históricos del FMI tienen muy presente aquellas idas y vueltas. Lo tortuoso que fue la negociación. Néstor los volvió locos", comenta uno de los consultores estrella de la City, que mantiene vínculos con la línea del FMI.

En aquel momento, el Fondo presionaba por aumentos tarifarios, por la coparticipación y por una reforma en la banca pública (privatización del Nación). También quería participar de la negociación de la Argentina con los acreedores privados, que tenían su deuda en default. Kirchner se negó sistemáticamente a cualquier concesión.

Finalmente, en primavera de 2004 se rompió cualquier posibilidad de acuerdo y la relación quedó en el freezer. Hasta que a mediados de diciembre de 2005, Kirchner anunció el pago total de la deuda con el FMI, por un total de u$s9.810 millones.

Alberto F. diseñó, junto al entonces presidente Kirchner, toda la estrategia de endurecimiento con el Fondo. De hecho, a finales de 2003, fue el propio Fernández quien se encargó de congelar las cuentas para que el FMI no se cobrase unos vencimientos.

Las fuentes privadas con conexión directa con el staff del FMI confirman a iProfesional que en Washington esperan una "trama larga y conflictiva". Lo que ellos denominan "el sello del kirchnerismo".

Están convencidos de que Alberto F. llevará al extremo su fortaleza: saber que el FMI no puede permitir un default de la Argentina, su principal deudor.

Lo que también cuentan las fuentes a iProfesional es que el FMI está muy atento a la evolución de la crisis cambiaria de la Argentina. Observan con atención la renovada oleada dolarizadora de comienzos de mes. Quieren saber si entre Guzmán y Pesce podrán encontrar el camino que saque a la Argentina de ese laberinto permanente.

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