¿Sigue el FMI en modo friendly?: Guzmán avisó que pedirá nuevo cronograma sin ajuste fiscal
Martín Guzmán debe tener una extensa lista con nombres de expertos que lo cuestionaron con dureza durante la negociación por el canje de la deuda, pero seguro que ahí no figura Kristalina Georgieva.
Más bien al contrario, la búlgara directora del Fondo Monetario Internacional lo respaldó en todo el proceso, compartió con él actos como el del Vaticano en el que se analizó el impacto de las deudas en los países emergentes, dio todo tipo de señales políticas y llegó al extremo de publicar un documento a pedido del Gobierno argentino.
Allí, urgía a los acreedores a avenirse a un acuerdo que le permitiera a la Argentina retomar un crecimiento sustentable. Y le ponía cifras concretas: el país necesitaba, en el transcurso de una década, obtener un alivio de u$s85.000 millones en sus obligaciones externas. Más aun, coincidía con la postura inicial argentina en el sentido de que el país no estaba en condiciones de pagar nada, ni capital ni intereses, durante cuatro años.
A su modo, Kristalina también sufría la consecuencia de una "pesada herencia", recibida de su antecesora Christine Lagarde, bajo cuyo mandato el FMI aprobó el mayor préstamo a un gobierno, con el stand by por u$s58.000 millones cedido a la gestión Macri.
Siempre quedó la sospecha sobre si lo de la búlgara era una genuina simpatía por la causa argentina o no estaba haciendo más que defender los intereses del FMI: a fin de cuentas, cuanto mayor fuera el alivio de la deuda argentina respecto de los bonistas, en mejor situación estaría para saldar las cuentas con el organismo multilateral.
Del stand by original, el país usó –y, por lo tanto, debe empezar a devolver- un monto de u$s44.000 millones. Es decir, una suma que excede en 22% el monto que finalmente se acordó pagarle a BlackRock y los demás fondos de inversión.
La diferencia, claro, es que con el Fondo no se negocian quitas. Se paga todo –de hecho, Argentina nunca dejó de pagar, ni siquiera tras el histórico default del 2002- y, a lo sumo, se puede negociar mejores plazos, a cambio de promesas de reformas estructurales.
Esa es la parte que empieza ahora, luego que terminen los festejos de Guzmán por haber logrado cerrar una negociación que se estiró peligrosamente y bordeó el default.
El otro cronograma impagable
Recién ahora es cuando se verá si Kristalina mantiene la actitud amistosa que mostró hasta ahora con el país o si calza el tradicional traje de auditor severo de la política económica.
Paradójicamente, al Gobierno le juega a favor el contexto de crisis global derivado de la pandemia. Esto llevó a que un argumento tradicional del Fondo, el de la necesidad de priorizar el equilibrio fiscal a como diera lugar, aparentemente está siendo dejado de lado.
Para sorpresa de muchos gobiernos en todos los países desarrollados, un documento reciente del FMI enfatizó en la necesidad de mantener los estímulos estatales para ponerle un piso a la recesión y ayudar a una reactivación rápida.
"Si bien la trayectoria de la deuda podría seguir aumentando, una reducción de la presencia fiscal más temprana de lo justificado representa un riesgo aun más grande para la recuperación, con mayores costos fiscales a futuro", señaló el FMI, a modo de advertencia para los gobernantes que estuvieran pensando en limitar las inyecciones de liquidez en sus economías.
Pero lo cierto es que, más allá de las rarezas que impone el contexto global extraordinario, nadie se hace muchas expectativas en el sentido de que, en su esencia, el FMI haya cambiado su concepción de la economía. Los pedidos de reformas estructurales están en la carpeta de los reclamos desde hace años –empezando por la reforma del sistema jubilatorio y de la legislación laboral- y sólo es cuestión de tiempo para que vuelvan a ponerse sobre la mesa.
El Gobierno tiene otras urgencias: a pesar de haber logrado un fuerte alivio financiero por el acuerdo con los bonistas, también necesita despejar el panorama de los pagos con el FMI.
Este año enfrenta vencimientos por u$s1.562 millones por concepto de intereses. Pero ya en 2021 la cuenta se agrandará a u$s4.853 millones, entre capital e intereses. Y los años siguientes son todavía más pesados: en 2022 habrá que pagar u$s18.118 millones y hacia 2023, otros u$s18.356 millones.
"Argentina no tiene la capacidad de pagarle al FMI en los tiempos establecidos", reconoció ayer el ministro en su conferencia de prensa.
Para un país que, aun con un duro cepo cambiario, enfrenta una fuga de capitales y caída de las reservas del Banco Central, resulta prioritario obtener un nuevo cronograma que le quite presión. El FMI está dispuesto a dar más tiempo, pero su tradición es, en esos casos, exigir un acuerdo que le otorgue mayor capacidad de injerencia sobre la política económica.
Eso choca con la postura que Alberto Fernández viene sosteniendo desde la campaña electoral, en el sentido de que quiere recuperar márgenes de acción sin que el organismo termine fijando las prioridades y las herramientas del plan.
Una alternativa que se viene comentando en el mercado es la posibilidad de que se firme un acuerdo rápido y con vigencia de corto plazo, que le permita recuperar aire al país sin ingresar en una negociación paralizante. Y, en paralelo, continuar hablando sobre el ajuste fiscal y las reformas estructurales para el mediano plazo. Es el llamado "modelo de Ecuador", que acaba de firmar un acuerdo en esos términos.
¿Sopa de cabellos de ángel?
Por si acaso, el Gobierno está preparando el terreno político para esta nueva negociación. El argumento a plantearle al Fondo es el recordatorio de que es co-responsable de la situación que sufre Argentina, por la forma en que Lagarde le financió a Macri un programa destinado al fracaso.
En ese sentido, Guzmán adelantó algunas pautas, al afirmar en su conferencia de prensa post canje que se buscará "un acuerdo bien distinto del que se firmó con el gobierno anterior", y aclaró que el foco no podría estar en una meta fiscal exigente en el contexto de una profunda recesión. El consenso de los economistas es que el rojo de las cuentas públicas marcará un nivel de 10% este año.
Por lo pronto, hay algunas señales sobre en qué temas podrá haber acuerdo: la necesidad de asegurar un refuerzo de las reservas, lo cual implica cierta tolerancia del Fondo a los controles de flujos de capitales y del mercado cambiario para el corto plazo. El objetivo es que del superávit comercial, que se estima para este año en u$s18.000 millones, el Banco Central pueda retener la mayor parte posible.
En cambio, no está tan claro si el FMI avalará la defensa que Miguel Pesce está haciendo del actual tipo de cambio. Para el organismo, es un problema la tendencia a revaluar el peso, pero los funcionarios tienen miedo del efecto que una devaluación más acelerada pueda tener sobre los precios.
Pero, además, el Gobierno necesita manejar políticamente la negociación que viene, una situación de manejo delicado, dadas las señales de insatisfacción que el núcleo duro del kirchnerismo ha venido manifestando respecto del estilo de gestión de Alberto Fernández.
Esto implicará un desafío para la comunicación política. En ese sentido, el influyente economista Carlos Melconian hizo un pronóstico inquietante: "Argentina le va a proponer’ pechuguita con calabaza’ y el Fondo te va a decir ‘arrancá con sopa de cabello de ángel’. Y el Gobierno va a decir que le sacó puchero y asado, pero en realidad vamos a ir a cabello de ángel. La realidad va a imponer esas cuestiones".
En esos términos está planteado el tema. La directora del FMI envió su primera señal, con un mensaje de felicitación en Twitter. Felicitó al Presidente, a Guzmán y a los bonistas por el principio de acuerdo, que consideró "un paso muy significativo" y manifestó su optimismo por "una conclusión exitosa en interés de todos".
Seguramente está aliviada, pero también había dejado en claro un mes atrás que estaba preparada para lidiar con Argentina en cualquier circunstancia. Cuando todo hacía presagiar que el acuerdo podía naufragar, Kristalina había dejado esta sugestiva frase: "Rezo por lo mejor, me preparo para lo peor".