Del blanqueo al Procrear: cómo Alberto le "encontró la vuelta" a una potencial crisis política
Los relatores de fútbol inventaron hace años una expresión perfecta para describir la situación en la que un jugador le pasa la pelota a otro en una situación muy exigida, de manera que en vez de asistirlo en el juego le traslada un problema: "Más que un pase, le dio un compromiso". En los últimos días, esa es la sensación que tuvo el Gobierno con la propuesta de empresarios de la construcción sobre llamar a un blanqueo de capitales.
Si la propuesta era aceptada, eso implicaba exponerse a un alto costo político, pero si se rechazaba, entonces quedaba el compromiso de dar una iniciativa superadora –y autofinanciable- que pudiera reactivar la actividad de la construcción.
El anuncio de la nueva fase del programa Procrear va en línea con esa búsqueda de utilizar al sector de la construcción como motor de la reactivación pero sin que ello implique una profundización en la fisura política interna del peronismo.
En realidad, la posibilidad del blanqueo había generado rispideces ya desde cuando los empresarios se lo plantearon a los funcionarios del equipo económico, luego del comentado acto del 9 de julio en el que Alberto Fernández buscó el acercamiento con el G6.
Desde el kirchnerismo se dejaron entrever críticas por el hecho de que se apelara a un recurso que se le había criticado a la gestión macrista y al que se catalogaba como un premio inmerecido a quienes mantienen bienes no declarados ante la AFIP.
"Una dispensa a la responsabilidad de los evasores atendiendo a la necesidad de dinamizar la economía. Un medio reprobable (injusto con los contribuyentes cumplidores) para un fin supuestamente virtuoso", lo definió un editorial de Página 12.
Y la evidencia de que ese argumento incomodaba a Alberto Fernández quedó al descubierto cuando, al ser entrevistado por ese medio, el Presidente dijo: "Confieso que soy muy poco amigo del blanqueo. Me interesa mucho más que el dinero que se blanqueó y se quedó en paraísos fiscales vuelva a la Argentina".
Sin embargo, dada la carencia de fondos para financiar los proyectos no descartó la posibilidad de la medida sino que dijo que estaba "en carpeta", como muchas otras propuestas arrimadas por los empresarios.
Lo que sí dejó en claro es que la construcción debería jugar un rol protagónico en el plan de salida de la cuarentena, tanto en la faz de la obra pública como en la edificación para vivienda. "Son formidables movilizadores de la economía porque ayudan a mover muchas actividades y muchos sectores de la economía y no necesitás importar insumos", definía el Presidente.
Poco dinero para tanto ruido
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Frente a esa desconfianza expresada en la interna política, los empresarios aplicaban la lógica de los números para defender la pertinencia de un nuevo blanqueo. Según Iván Szczech, presidente de la cámara sectorial, un tercio de la fuerza laboral de esa actividad perdió su trabajo mientras otro tercio está suspendido.
Como para agregar otro atractivo a la iniciativa, agregaba: "Esto va a generar una descompresión del dólar blue".
Por otra parte, el hecho de que haya nacido como una propuesta de los propios empresarios, lo que inducía a pensar que, en principio, había una serie de "candidatos" a blanquear que ya estaba identificada. Y referentes del sector industrial, como José Ignacio de Mendiguren insistían en que en un momento de emergencia debe primar el pragmatismo y fijarse como objetivo la captación de parte del ahorro nacional no declarado, que "equivale a un PBI".
No era una decisión fácil. Pero lo que, en definitiva, llevó a que el Gobierno dejara de lado la propuesta del blanqueo no fue tanto el cuestionamiento ético de la medida sino, sobre todo, la certeza de que sería un fracaso desde el punto de vista financiero.
De hecho, los principales expertos tributarios del país ya habían adelantado su punto de vista escéptico sobre el dinero que se pudiera llegar a recaudar por esa vía.
"Yo no me hago grandes expectativas creo que va a ser algo muy módico. Porque la realidad es que no hay incentivos para entrar, salvo que se trate de un blanqueo con nombre y apellido", advertía el economista y empresario Gustavo Lazzari. Y recordaba que las promesas incumplidas tras el blanqueo de la gestión macrista habían lesionado la confianza del mercado.
Mientras que el tributarista César Litvin afirmaba: "El blanqueo de capitales como medida única no serviría si no viene acompañado por una reforma tributaria que haga más atractiva la inversión en la Argentina".
Y su colega Diego Fraga apuntaba que los antecedentes recientes jugaban en contra, porque la presión impositiva había aumentado desde el blanqueo anterior, con la instauración del impuesto a la renta, los aumentos sucesivos sobre Bienes Personales, el abandono del consenso fiscal y el actual debate sobre un nuevo impuesto a la riqueza.
Lo cierto es que los funcionarios del equipo económico demostraron tener un diagnóstico similar. Así lo dijo explícitamente Cecilia Todesca, vicejefe de gabinete y una de las personas más influyentes en la estrategia económica del Gobierno: "Nosotros creemos que en esta circunstancia no tendría demasiados resultados".
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Su explicación es contundente: "Hace muy poco hubo un blanqueo, durante el Gobierno de Mauricio Macri, y un montón de gente blanqueó dinero; la pregunta es cuánto más queda por blanquear y querría blanquearse en esta circunstancia. A nosotros nos parece que ese vector hoy no va a tener mucho resultado, más allá de lo enojoso que en general son los blanqueos", analizó.
Poco dinero a blanquear y, para colmo, la garantía de un problema político interno: todo parecía contribuir a un rechazo la propuesta.
Y la realidad es Todesca adivinó lo que podría llegar a ocurrir: al lado del blanqueo de la gestión anterior, diseñado por Alfonso Prat Gay, no había comparación posible: se legitimaron –es decir, pasaron a formar parte de la base imponible- unos u$s100.000 millones. El efecto fiscal de esa medida se sintió de inmediato, al punto que permitió reducir el déficit en tres puntos del PBI y mejorar en $20.000 millones el ingreso, algo así como 30% por encima de las previsiones.
En contraste, los expertos vaticinaban que si se hiciera en este momento, ni siquiera lograría acercarse el último de los blanqueos hechos durante la gestión de Cristina Kirchner que –después de dos años de prórrogas- captó u$s2.600 millones de los u$s4.000 millones que se había fijado como meta.
Fue lo que llevó al ministro de economía, Martín Guzmán, a responder con un contundente "No", cuando en una entrevista televisiva le preguntaron si el tema tenía chances de salir aprobado.
Un nuevo colchón y nuevas expectativas
Pero claro, aún quedaba sin resolver el tema de la financiación para el sector al que se quiere impulsar como motor de la recuperación.
Un informe de la Fundación Mediterránea marca cómo en los últimos años el capital público comenzó a caer, de la mano de un recorte en la inversión en obras, que llegó a su mínimo nivel en 15 años.
Y destaca que esa no solamente fue la tónica del ajuste dispuesto por la gestión macrista –la inversión real directa cayó 47% en valores constantes entre 2017 y 2019- sino que continuó en el arranque de Alberto Fernández.
En los primeros cinco meses del año, la inversión real directa registró una caída de 37% anual real. "El ajuste en el gasto de capital continúa en 2020, lo cual venía ocurriendo con pocas excepciones desde 2015, en el marco de un ajuste del gasto para equilibrar las cuentas públicas", señala el informe.
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Y agrega que, vista en términos históricos, la inversión de este año se ubica en números parecidos a los de 15 años atrás.
Es en ese marco que el Plan Procrear, en su nueva versión, aparece como la solución. Primero, porque permite al Gobierno explotar un "colchón" de recursos hasta ahora no explotado: el de los terrenos fiscales y los bienes que están en la órbita de la Agencia de Administración de Bienes del Estado.
Como explicó la ministra de Vivienda, María Eugenia Bielsa, "en muchos lugares es más caro el suelo que la casa". Y recordó que quienes contaban con el lote asegurado cuando dio inicio el Procrear original, tuvieron acceso al crédito bancario con mucha rapidez.
De esa manera, la construcción de vivienda puede encontrar la forma de estar en el centro de la agenda de reactivación sin que sea imprescindible apelar a medidas como el blanqueo.
Y queda en evidencia que, tratándose del Procrear, la iniciativa no sólo no entra en conflicto con el "relato" kirchnerista sino que lo sintoniza perfectamente. Para empezar, se trata de un programa lanzado durante la presidencia de Cristina Kirchner y que en la gestión Macri había sido reducido a su mínima expresión, dado que el foco había sido puesto en el hoy defenestrado sistema UVA.
Ahora, el renacimiento del Procrear encaja con el discurso del Estado presente.
"La idea es que todos los ministerios puedan presentar un proyecto para hacer uso de los bienes de la AABE. Porque las propiedades del Estado tienen que estar a disposición del desarrollo social, así lo indica su carta orgánica. El problema es que en los últimos cuatro años fueron utilizados para el negocio inmobiliario, y es necesario volver a la lógica del uso de la tierra para el desarrollo social", explicó María Eugenia Bielsa.
Aun así, falta resolver la financiación bancaria propiamente dicha para solventar los costos de la construcción. Pero también en ese aspecto hay señales de por dónde vendrá la solución.
Los estímulos estarán alineados a que el ahorro se canalice hacia ese sector, en detrimento de otros instrumentos.
"Buscamos que el que tiene un resto para invertir le convenga hacerlo en el mundo de la producción y no en la especulación financiera", apuntó Cecilia Todesca, quien adelantó que se "alinearan las variables" para lograr ese objetivo.
Y dio pistas sobre la estrategia futura: "La construcción es fundamental tanto por lo que pueda hacer la obra pública, pero también hay una gran expectativa del sector privado porque hay gente que pudo ahorrar, que tiene un resto, que tiene dólares y que los quiere invertir de alguna manera, y una de las inversiones es la inmobiliaria. Va a haber un incentivo para aquél que quiere invertir".
En otras palabras, bienes del Estado y manejo de tasas de interés es la fórmula que le ganó al blanqueo.