El Gobierno cree que BlackRock quiere usar el canje argentino como precedente a nivel global
En el Palacio de Hacienda confían en que la última-última oferta de la Argentina a los acreedores -defendida como tal por el propio Alberto Fernández frente al establishment internacional del Council of the Americas- tendrá una elevada aceptación. Los funcionarios no se resignan, a pesar del rechazo de tres grupos de acreedores, que en la tarde del último lunes hicieron una contraoferta.
En un sentido, coinciden con el economista Claudio Loser, un conocedor de los códigos de Wall Street. "Cuanto más cerca estamos del acuerdo, más fuerte se escuchan los gritos", confía, optimista, el ex director del FMI para el hemisferio occidental.
En el equipo del ministro Martín Guzmán están seguros de que la dureza de los fondos encabezados por el gigante BlackRock revela cuestiones internas referidas a la estrategia global de esos inversores antes que a una interferencia con la propuesta del gobierno argentino.
"Prácticamente les ofrecimos algo muy parecido a lo que ellos pidieron en la anterior demanda. No puede ser que hagan caer semejante operación por apenas 3 dólares de diferencia. Son poco más de u$s3.000 millones diferidos en los próximos años", enfatiza un miembro del equipo económico, que acepta el diálogo con iProfesional.
Ese mismo funcionario acerca otro razonamiento para validar la sensación de que el acuerdo está tan cerca que no se comprende el rechazo de los bonistas: "Cualquier comisión que se paga en la compra-venta de bonos, los fondos pagan una comisión de un dólar, en promedio. ¿Me va a decir que se les va a escapar un "deal" con un país por tan sólo 3 dólares de diferencia? Yo no creo", concluye la fuente oficial.
Las cartas de BlackRock
¿Y entonces? ¿Cuál es la hipótesis que circula en el elenco oficial?
Hay varias conjeturas. Una referida a la estrategia global de los fondos de inversiones, en el marco de la pandemia, y en la que se cree que -como consecuencia de la crisis sanitaria- sobrevendrán crisis de deuda en varios países.
"BlackRock, por ejemplo, tiene intereses en varios mercados. Desde Ecuador -donde también negocian en estos momentos- a El Salvador, Costa Rica y algunos países africanos, como Angola y Ghana. Para nosotros, está claro que este tipo de fondos quiere dar una señal de fuerza al resto de los mercados donde juegan y habrá problemas por el derrape de las economías. No quieren dar la idea de que están dispuestos a ceder frente a los problemas", analiza el funcionario.
La segunda hipótesis tiene que ver con la supuesta intención de los fondos a esperar a que el Gobierno ingrese en una renegociación con el Fondo Monetario Internacional antes de aceptar el convite.
Es lo que hizo BlackRock en Ecuador, donde firmó un preacuerdo con el gobierno de Lenin Moreno, ad referéndum de que el país consiga un acuerdo de su deuda con el FMI.
La tercera hipótesis es más lineal: que los acreedores, con lógica, se juegan a que el Gobierno mejore su oferta. Ya no sólo lo referido a la pauta económica sino, más bien, a la estructura legal de los nuevos bonos, los que surjan tras el canje.
En ese sentido, el Gobierno volvía a rechazar anoche esa posibilidad -recordaban que Guzmán se ha convertido en un experto en las cláusulas legales que deben tener los papeles soberanos- y que no habrá una flexibilización en ese sentido.
Mercado, optimista pese a todo
En el mercado, ayer argumentaban distinto: los financistas confiaban en que, finalmente, el Gobierno podría amoldar alguna de esas cláusulas sin violar el espíritu del objetivo perseguido por el ministro. Y que habrá un broche de oro a la cuestión. Por eso, los bonos de la deuda argentina tuvieron en la tarde del martes una recuperación en Wall Street; lo mismo que las acciones de empresas argentinas con oferta en la Bolsa de New York, que mostraron alzas de hasta 9% en una sola jornada.
A diferencia del canje de 2005, que terminó en una guerra entre fondos buitres y la Argentina, esta vez el Gobierno fue cuidadoso en sus planteos ante los acreedores. Al menos, eso creen en el equipo económico. "Si no aceptan, las chances de que BlackRock o los buitres ganen en los tribunales de Nueva York no existen", afirman.
Ese optimismo se basa en que toda esta negociación fue enmarcada en la "buena fe" en los términos legales. Y que esa "buena fe" fue avalada sistemáticamente por el FMI, ni más ni menos. Se trata de una diferencia sustancial respecto de lo sucedido con el default de 2001 (aplaudido en el Congreso).
Hay algo cierto, además: el Gobierno ya mejoró varias veces la oferta a los bonistas. Arrancó con una propuesta de 60% de quita para llegar a una oferta por u$s53,50, lo que prácticamente borró las diferencias.
"Van a tener que demostrar que tuvimos mala fe. El FMI nos respalda en esta negociación. En el caso de Elliot, el juez Griesa tuvo argumentos por la Ley Cerrojo. Acá no hay chances. Los inversores tienen todas las garantías", plantea la fuente.
¿Tienen algo que perder los inversores si no aceptan? El hecho económico más relevante refiere a que dejarán de cobrar los intereses corridos desde el último pago. El Gobierno también les da un premio a aquellos inversores que adhieran en una primera instancia.
"No estamos para pelear con nadie. Estamos para encontrar un acuerdo sensato", afirmó el Presidente Fernández durante su discurso ante el Consejo de las Americas, donde seguramente lo estaban escuchando algunos de los grandes inversores que amenazan con litigar a la Argentina si su Gobierno no mejora la última oferta.
Sobre las condiciones de la actual propuesta a los acreedores, que fue rechazada por varios fondos, agregó: "Créanme que esto es lo que podemos pagar; y no es un capricho, es sensatez. Es no estafar a nuestros acreedores prometiéndoles algo que no podemos cumplir".
"Lo que necesitamos es compresión de todos. No pueden acusarnos de no haber mantenido el diálogo y de no haber hecho un esfuerzo", agregó.
¿Alcanzará para persuadir a BlackRock y a los otros grandes jugadores de Wall Street: Difícil saberlo a esta altura de las negociaciones, y con tantos intereses en juego.
Por ahora, el Gobierno no logró convencerlos a pesar de las sucesivas mejoras en la oferta y a pesar de que, de su lado, contó con el respaldo estratégico del FMI y de un vasto grupo de economistas internacionales. Tampoco fue eficaz la intervención del presidente mexicano, Manuel López Obrador, ante el mismísimo Larry Fink, el poderoso número uno de BlackRock.
¿Se juega Alberto Fernández a un guiño del Tesoro estadounidense de último momento? Hasta el momento, la administración Trump tomó distancia de este proceso. Una diferencia sustancial respecto de la intervención de la Casa Blanca durante el gobierno de Mauricio Macri.
Quedan algunas semanas para el cierre de las conversaciones. Y hasta finales de agosto si la Casa Rosada decidiera una nueva extensión de los tiempos. No queda otra chance que esperar. Seguir esperando.