Sector del conocimiento inicia su lobby para modificar la ley y aprovechar oportunidades del mundo en cuarentena
La Argentina ocupa el lugar 38 en el ranking mundial de países exportadores de servicios de conocimiento. La inestabilidad macroeconómica de los últimos años le impidió continuar ampliando sus ventas externas, situación que la hubiera llevado a arañar al grupo de países que, desde el puesto 30 hacia arriba, conforma el pelotón de los mejores posicionados en el desarrollo de servicios basados en la ciencia, la tecnología, la innovación.
Pero las perspectivas ahora se renuevan, porque se abren oportunidades producto de las consecuencias económicas del coronavirus en el mundo.
Así se puede observar en un trabajo desarrollado por Argencon, la asociación que nuclea a las empresas de servicios de conocimiento. En un ranking liderado por Estados Unidos, el Reino Unido, Irlanda, Holanda y Alemania, se advierte que en 2018 la Argentina llegó al puesto 38, con exportaciones por u$s6.287 millones.
La diferencia con los que lideran las exportaciones de servicios basados en el conocimiento son siderales. Estados Unidos vende por más de u$s334.000 millones, mientras que el Reino Unido lo hace por u$s160.000 millones al año. Irlanda, Holanda y Alemania lo hacen entre los u$s157.000 y los u$s156.000 millones, lo que muestra lo cerca que están unos de otros y el interés por mantenerse en alto en un sector estratégico para la creación de empleo y de valor económico.
La cifra de exportación argentina ubica al país por debajo de Portugal y por encima de Ucrania, aunque el actual estado de situación está más cerca de que el segundo alcance o, inclusive, pase a la Argentina antes que la Argentina escale nuevas posiciones. Sin embargo, podría revertirse en positivo si se toman decisiones orientadas a impulsar el crecimiento del sector, pues el nivel de exportaciones del país viene estancado desde hace ya varios años.
De ahí que Argencon advirtiera sobre la necesidad de que la ley de economía del conocimiento, que espera su tratamiento en el Congreso en breve, introduzca algunas modificaciones a fin de que, una vez aprobada, pueda implementarse rápidamente. Así generará empleo, el mejor aporte que puede ofrecer en un escenario marcado por la profundización de la recesión a causa del coronavirus.
Y también pide que se pongan en marcha acciones para explicarles a los legisladores que deberán definir los destinos de la futura norma lo que se juega con la aprobación y reglamentación de la ley. Aunque la industria se caracteriza por los buenos vínculos políticos, este año se evidenciaron ciertos chispazos y cortocircuitos que impidieron que la norma aprobada el año pasado se pusiera en marcha de manera efectiva.
Si bien los mejores entendimientos, aún con sus bemoles, se dan con el Poder Ejecutivo, en el Congreso el panorama es más variado y las posiciones que toman unos y otros legisladores no siempre alcanzan puntos de consenso. De ahí que ahora se busque concientizar sobre la necesidad ya no sólo de avanzar con la ley, sino también de incorporar medidas transitorias necesarias en el marco de la pandemia.
"No vemos que con la actual estructura de la nueva ley de Economía del Conocimiento tengamos efectos rápidos. Va a demorar bastante tiempo en generar volumen de actividad económica. Estaría generando condiciones de impacto lento de la Industria del Conocimiento sobre la Economía. Y a la Argentina le vendría bien un shock en ese sentido", sostuvo Luis Galeazzi, presidente de Argencon.
¿Por qué esta alerta? En diálogo con iProfesional, el directivo consideró que "la implementación del régimen debería ser rápido para enfrentar la recesión. Pero si el proceso de alta dentro de la ley es lento, el impacto también. Es la principal debilidad que tiene el texto".
Galeazzi no cuestionó los beneficios que, en el nuevo proyecto, son más amplios para las empresas medianas y pequeñas que para las grandes, sean o no multinacionales. Pero sí dijo que, cuando se avanzó con el nuevo texto, en febrero pasado, todavía no se vislumbraba lo que provocaría la pandemia y que, por esa razón, hay requisitos que, mientras duren las medidas por la emergencia sanitaria, deberían flexibilizarse.
"Obligaciones como tener prácticas de calidad o determinado nivel de inversión de I+D no se van a poder producir en el medio de la emergencia sanitaria. Por esa razón, consideramos que debería establecerse un régimen transitorio en emergencia que postergue esos cumplimientos hasta que se vuelva a la normalidad", apuntó.
Insistió en que en la actualidad no están dadas las condiciones para cumplir con esas exigencias, por lo que pidió, en nombre de los integrantes de la cámara, que se fijen mecanismos para postergarlas y sí retomar la exigencia una vez que se vuelva a un escenario de normalidad.
Pese a la caída de las exportaciones, la economía del conocimiento viene manteniendo su nivel de actualidad, con el empleo sostenido en un 100% y sin alterar los salarios de los profesionales que se desempeñan en la actividad. Inclusive, en algunas tareas y perfiles muy puntuales no sólo se ha tomado más personal, sino que se han aumentado sueldos. Más de 437.000 profesionales forman parte del sector.
Pero también señaló que los planes previstos a finales del año pasado, cuando la ley ya había sido aprobada y reglamentada, y sólo se esperaba el 1° de enero para empezar a operar a partir de las consideraciones de la nueva, hoy están congelados.
En suspenso
¿De qué trataban esos planes? Básicamente, de la generación de empleo. Uno de los grupos de empresas con más chances de generar trabajo rápidamente son las dedicadas a los servicios profesionales. No por casualidad, Galeazzi estuvo acompañado en su presentación virtual por Sergio Kauffman, presidente de Accenture, Santiago Mignone, CEO de PwC, Martín Umaran, uno de los fundadores de Globant, y Roberto Wagmaister, CEO de Grupo ASSA.
Se trata de empresas que exportan servicios tanto a los clientes que poseen en el mundo como a sus propias casas matrices, y que conforman el polo de producción de conocimiento más importante del sector, pues en 2019 vendieron al exterior por más de u$s3.566 millones. Es decir, el 60% de todo lo que exporta la industria.
Este segmento dentro del mundo de la economía del conocimiento se retrajo 5,3% en 2019 de manera interanual, de acuerdo al estudio presentado por la cámara, elaborado por Romina Gayá, economista especializada en la economía del conocimiento.
"Los planes de empleo que se presentaron en diciembre se detuvieron porque se entró en un limbo legislativo y las empresas no tienen un marco legislativo que les permita determinar cuál es el costo de su operación", agregó Galeazzi.
Una de las empresas que tomó esta determinación fue PwC. Tenía previsto que su centro de servicios, conformado por unos 2.000 profesionales, se duplicara en los próximos tres años. Sólo entre esta compañía, JP Morgan, Accenture y Exxon Mobil sumarían al menos a uno 5.000 profesionales en los próximos cinco años.
"Todos estos proyectos están detenidos", reiteró el presidente de Argencon. Y consideró que, si bien la pandemia trajo muchas complicaciones desde el punto de vista económico, también está habilitando oportunidades para la Argentina en este sector.
Y lo describió de la siguiente manera: cuando se inició el aislamiento social preventivo y obligatorio, la orden presidencial fue que se teletrabajara. Y la Argentina, aún con sus serios problemas de conectividad distribuidos a lo largo del territorio, por alcance y por calidad, logró cumplir con esas expectativas en gran medida.
"Otros países, como la India, como Filipinas, que son competidores de la Argentina en la economía del conocimiento, no pudieron hacer ese traspaso de la misma manera, pues tuvieron problemas para implementar el teletrabajo del modo en que se ejecutó acá. Por esa razón hay oportunidades aparecidas en este contexto que en ese momento no existían y que hoy sí", subrayó Galeazzi.
Filipinas se ubica, con más de u$s22.000 millones en exportaciones, en el puesto 22 del ranking mencionado, mientras que la India, otro de los gigantes de la industria, alcanza el puesto número 7, detrás de Francia, con ventas al exterior que rozan los u$s126.000 millones por año.
Sí, hay grandes diferencias entre el ingreso de los profesionales del conocimiento de esos países pues el costo de aquellos se mueve entre los u$s2.000 y los u$s3.000 de PBI per cápita, mientras el argentino está por encima de los u$s11.000. Pero no se trata de una industria atada al costo, como sí ocurrió al principio del milenio con los call centers, sino básicamente en el valor agregado.
Pausar exigencias
Fue la razón que motivo evolucionar de la ley de promoción del software a una de economía del conocimiento que agrupa a más actividades, como las biotecnológicas, las audiovisuales, las espaciales y satelitales, entre otras.
Para la entidad que nuclea a estas empresas es necesario que se impulse la ley además de tener en consideración las exigencias contempladas, con buen criterio, para acceder a los beneficios pero que deberían tener otro abordaje mientras dure la pandemia.
Las posibilidades que abre ahora la pandemia fueron inimaginadas no sólo cuando se avanzó el año pasado con la aprobación de la ya suspendida ley 27.506 sino también se avanzó en febrero pasado con el nuevo texto.
Razones para que Galeazzi aseverara que "si la Argentina hubiera crecido al ritmo que lo hizo el sector a nivel mundial hoy tendría 100.000 puestos de trabajo adicionales, además de haber generado u$s4.000 millones adicionales en exportaciones. Es decir, exportaríamos por u$s10.000 millones".
De haber sido así, hoy estaría unos lugares más arriba, disputando los lugares en los que se encuentran la República Checa, Hungría y Rumania, países que vienen desplegando agresivas estrategias para posicionarse en el mapa europeo de exportación de servicios. Y que deben parte de su crecimiento a este sector.
Por esa razón, las empresas que lideran a esta industria en el país indicaron que si no se toman las medidas que se proponen en este contexto, la economía del conocimiento de la Argentina se quedará siempre en un mismo nivel. Se mantendrán los niveles de empleo y las exportaciones. Se habrá perdido, en definitiva, la chance por producir más tanto en generación de trabajo como de divisas.