Economistas del REM prevén que el PBI caerá 7% y esperan una inflación de 44,4% para 2020
Los analistas y operadores que participan del Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) estimaron una "fuerte contracción del PBI real para 2020, del 7%", y también subieron la expectativa promedio de inflación para el año en 4,4 puntos porcentuales, hasta el 44,4%, informó el Banco Central de la República Argentina (BCRA).
"A fines de abril los analistas del mercado proyectaron que la inflación minorista para diciembre de 2020 se ubicará en 44,4% interanual, elevando en 4,4 puntos porcentuales el nivel estimado en los pronósticos provistos a fines de marzo", destacó el informe difundido esta tarde.
En tanto, la entidad monetaria subrayó que "los 10 mejores pronosticadores de corto plazo (TOP-10) para esa variable esperan una inflación promedio inferior, de 43,1% interanual (4,5 puntos superior a la que proyectaba ese conjunto de pronosticadores el mes previo)".
La suba de esta proyección se fundamentó en que para marzo el promedio de las estimaciones sugería una inflación de 2,6% mensual, cuando la realidad lo ubicó en 3,3% según la estimación del Indec.
Esto "implicó una subestimación (error de pronóstico) de 0,8 puntos porcentuales. Para abril de 2020, el promedio del TOP-10 de los pronosticadores señala una variación de 2,2% mensual", precisó el informe.
En lo que refiere al Producto Bruto Interno, explicaron que la caída se profundizó en 2,2 puntos porcentuales respecto del REM anterior por la "prolongación de los efectos económicos" del coronavirus. .
Publicamos el Relevamiento de Expectativas de Mercado de abril.#REMBCRAInforme completo ▶️ https://t.co/sVL5gu1elj pic.twitter.com/1E9VfTceh1 — BCRA (@BancoCentral_AR) May 8, 2020
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"Como consecuencia de la prolongación de los efectos económicos derivados de la pandemia", los analistas del REM prevén una fuerte contracción del PBI real para 2020, de 7%, una caída de 2,7 puntos porcentuales con respecto a la pronosticada el mes previo", señaló el informe elaborado por el BCRA..
"El TOP-10 de los mejores pronosticadores del crecimiento económico sugiere que la reducción del PIB durante 2020 sería en promedio de 7,1%, -2,7 puntos respecto de la encuesta previa", indicó el trabajo.
Pero superada la pandemia los analistas estimaron "una recuperación de la actividad económica".
"Si bien los participantes del REM esperan una mayor contracción del PIB que en el REM anterior para los primeros trimestres del año (y en particular durante el segundo trimestre), la expectativa de crecimiento a partir del tercer trimestre de 2020 sugiere que el efecto de la pandemia se percibe como transitorio y que pronto se iniciará una recuperación de la actividad económica", detalló el REM.
En materia monetaria, los analistas también subieron en $2,2 la previsión en cuanto al tipo de cambio nominal promedio a fin de año ubicándolo en $85,4 por dólar en diciembre 2020 y $120,1 por dólar en diciembre de 2021.
"Los pronosticadores que fueron más precisos para estimar esta variable con horizontes de corto plazo también proyectan un nivel similar de tipo de cambio nominal promedio para fines de diciembre de 2020 ($85 por dólar)", precisó el informe del BCRA.
En tanto que en lo que refiere a tasas, los participantes del relevamiento que todos los meses realiza el Central, estimaron una tasa BADLAR de bancos privados en pesos de 20,4% y un sendero ascendente hasta alcanzar 25% en diciembre de 2020 (83 puntos básicos por debajo del nivel que proyectaban en marzo de 2020) y 24,5% a fines de 2021.
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"En tanto, los mejores pronosticadores de tasa de interés (TOP-10) prevén en promedio que la tasa se ubicaría en 23,14% a fines de 2020", concluyó.
Cuarentena y recesión
El anuncio del pasaje de la cuarentena a la fase 4 es, en realidad, mucho más restrictivo de lo que aparentó en el anuncio del presidente Alberto Fernández. Porque la contracara del relajamiento que podrá empezar a vivirse en el interior es la confirmación de que en la Ciudad y en la provincia de Buenos Aires hay cuarentena estricta para rato.
El requisito de llegar a una tasa de duplicación de los contagios cada 25 días luce hoy muy lejano para la zona problemática de la capital y su conurbano, donde se concentra el 86% de todos los casos de coronavirus del país.
A pesar de que Horacio Rodríguez Larreta trató de minimizar la gravedad de la situación al decir que el problema estaba focalizado en las villas miserias y las residencias geriátricas, lo cierto es que las perspectivas que se dejaron entrever no hacen presumir un avance muy rápido para la Ciudad. En otras palabras, más que agrandarse, la cantidad de días necesarios para la duplicación de contagios tiene riesgo de contraerse.
De hecho, tanto el jefe de gobierno capitalino como el gobernador Axel Kicillof siguen aguardando que en algún momento se produzca el disparador que empiece a hacer crecer la tasa de contagios hasta alcanzar un pico.
Como dijo Rodríguez Larreta, esa fue la tendencia en todas las grandes ciudades del mundo. Y Buenos Aires, además, cuenta con el problema de los asentamientos con altos niveles de hacinamiento y serias falencias de infraestructura de saneamiento.
Pasó algo inadvertido uno de los datos más elocuentes de los muchos mencionados en la conferencia. En sitios como la villa 1-11-14, el nivel de positivos en los testeos de sospechosos de infección por el Covid-19 llega a 60%, una cifra que hace presumir complicaciones graves y rápidas.
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Kicillof fue más lejos, al negar siquiera la posibilidad de "una vuelta para los chicos", dada las difíciles condiciones socio-demográficas del conurbano.
Fue en ese contexto que el Presidente reafirmó su negativa a una flexibilización de la cuarentena, con un nivel de irritación mayor al que había mostrado otras veces, y que dejan en evidencia la creciente presión para que ponga en la balanza los costos económicos.
El presidente tuvo a mano números que le jugaron a favor de su argumentación, como el explosivo incremento del desempleo en Estados Unidos. Pero lo cierto es que esa postura se está haciendo más difícil de sostener a nivel político: las encuestas marcan que es creciente el número de argentinos que manifiestan más miedo al deterioro económico que a contraer la enfermedad. Los números señalan que un 35% piden ya una apertura de la cuarentena, y en su mayoría son los directamente afectados por el parate económico.
El presidente, además, dio una respuesta algo evasiva cuando un periodista le hizo notar las dificultades logísticas para que la ayuda estatal llegue efectivamente a los beneficiarios. Y, de hecho, esta semana recién empezaron a cobrar parte de los cinco millones de desempleados que dos meses atrás habían pedido la ayuda de $10.000 del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
Al Presidente se lo nota más cómodo cuando logra llevar la antinomia salud-economía al plano político, como cuando fustigó por irresponsables a quienes critican la dureza de la cuarentena. Pero la realidad es que cada día que pasa, el confinamiento se hace más duro de sostener. Como hizo notar el propio gobernador Kicillof, en el conurbano bonaerense se elabora la mitad del producto industrial nacional.
Claro que los funcionarios saben mejor que nadie las consecuencias de sostener la parálisis económica, pero también saben que el fantasma del desborde social siempre está a la vuelta de la esquina. Y no por casualidad, el mismo Kicillof mencionó el dato de que de cada 10 pobres del país, seis viven en la provincia.
En un silencio que podría interpretarse tal vez como incomodidad o tal vez como un inconfesable acuerdo con sus dos compañeros de mesa, Rodríguez Larreta escuchó las críticas a quienes plantean la graduación de las medidas restrictivas –algunos de los cuales militan en su mismo espacio político-.
En todo caso, lo que quedó en evidencia es que para funcionarios con ese grado de responsabilidad son mayores los incentivos a priorizar la salud. O, dicho de otro modo, que prefieren correr el riesgo de ver una explosión histórica de desempleo antes de que en el futuro se les pueda endilgar el peso de miles de muertes. Algo que quedó evidenciado en la mención de Fernández al controversial modelo sueco.
Y lo que se evidencia es, también, una confirmación del "teorema de Baglini", el que expresa que, en Argentina, lo alocado de las propuestas políticas es inversamente proporcional a la distancia que uno se encuentra del poder. De momento, los funcionarios siguen teniéndole más miedo a la pandemia que a la recesión.