LA ECONOMÍA Y LA EPIDEMIA

Giro en el plan oficial: mirando a Europa, Alberto abandona la meta fiscal y enfoca en el empleo

La crisis del coronavirus convenció al Gobierno de cambiar sus prioridades. El incentivo fiscal para frenar la recesión pasó ahora a tener otra legitimidad
ECONOMÍA - 18 de Marzo, 2020

Un efecto del coronavirus fue el de poner patas arriba el debate económico: cambiaron las prioridades y las preocupaciones de tal forma que ciertas políticas que antes podían ser fustigadas por populistas ahora son vistas como sensatas y hasta "market friendly". Es por eso que se habla en todos los países sobre la necesidad de dejar en un segundo plano la disciplina fiscal y pasar a inyectar sin inhibiciones dinero en la economía.

Por el contrario, si un gobierno se apegara a una rigidez presupuestaria y monetaria, sería visto como el que propicia una catástrofe económica y social con una crisis de desempleo imposible de manejar.

Está ocurriendo en el mundo y, como está quedando en evidencia en las últimas horas, también pasa en Argentina: el Gobierno se aleja rápidamente de sus posturas iniciales para adoptar un tono decididamente intervencionista.

Si hace dos o tres semanas -nada más- Alberto Fernández hubiese tomado medidas similares a las que decidió en los últimos días; o si hubiera hablado de mandar a la AFIP a "perseguir" a empresarios inescrupulosos que aumentan los precios, lo más probable es que el Presidente hubría sido calificado de "kirchnerista que no cambia más". Y de tomar iniciativas inconducentes para sacar a la economía del pozo.

Pero todo cambió -y sigue cambiando- con una velocidad pocas veces vista. La crisis histórica a la que se enfrenta el mundo por culpa de la pandemia obliga a tomar medidas extraordinarias. 

Y la prueba de ello es que los anuncios de las últimas horas en el sentido de dar subsidios, créditos blandos, facilidades impositivas, nuevos refuerzos de planes sociales, estímulos al consumo y medidas de sostén al empleo están generando un amplio consenso. Sencillamente, se lo ve como lo único factible para no empeorar el estado de conmoción.

El mundo desarrollado, en modo crisis

Hay una nueva escala de valores a la que se pliegan los principales líderes mundiales. Inclusive la Argentina. La situación no debiera llamar la atención si no fuera porque el país vive en su propia agenda, muy distanciada de la del resto del mundo.

¿Qué pasará de ahora en más? ¿En qué está pensando Alberto F.? En la dinámica de la crisis, el jefe de Estado viene demostrando que presta atención a lo que realizan los líderes mundiales para tomar decisiones.

Imitó a Donald Trump cuando, días atrás, el estadounidense decidió la desconexión aérea con Europa, con la salvedad del Reino Unido. Y sigue con atención la política estadounidense de llevar prácticamente a cero la tasa de interés, en una medida que hizo recordar a la masiva inyección de dólares que realizó el país del norte durante la crisis financiera de 2008.

El martes, en declaraciones radiales, puso como ejemplo a la canciller alemana. "Hacés esto y se complica la cuestión fiscal, pero esta vez lo más importante es sostener la economía. Hasta Merkel lo dijo: cuando hay una emergencia y estás en terapia intensiva en materia económica, lo que necesitás es más tiempo", dijo Fernández. 

El Presidente avisó -y acaso se vio el primer paso en ese sentido- que no pondrá reparos a la hora de atender las necesidades sociales en medio de la crisis por el coronavirus.

El mismo Alberto F. que hace algunas semanas arrancó su gobierno con un ojo puesto en las cuentas fiscales, y el otro en la inflación y el crecimiento, ahora se baja del primer objetivo.

El Presidente entiende que eso es lo que están realizando los demás países, empezando por los más desarrollados.

España acaba de anunciar un paquete de medidas anticíclicas por el equivalente a ¡20% del PIB (200.000 millones de euros)!. Superó  a lo lanzado en Francia y el Reino Unido, por el equivalente a 12 puntos del Producto Bruto.

El Gobierno de Merkel fue audaz: prometió liquidez "ilimitada" a las empresas, con tal de que no haya quiebras. 

Bastante más atrás viene Brasil, con "apenas" 2% del PIB, con un Bolsonaro que se resiste a valorar a la pandemia como un hecho aterrador para la salud pública y la economía.

En este contexto se comprende la flexibilidad que empezó a mostrar la Casa Rosada, a pesar de la flaqueza fiscal de la Argentina.

La crisis que los líderes mundiales están avizorando es tan grande que el propio Fondo Monetario -que es por excelencia un faro de la ortodoxia monetaria y fiscal- acaba de sentenciar que llegó el momento de ser más flexibles.

En un artículo firmado por Kristalina Georgieva, titular del FMI, el último lunes en el blog del organismo, titulado "Acción política para una economía global saludable", la economista se mostró a favor de esa flexibilidad fiscal y monetaria.

"Será necesario un estímulo fiscal adicional para evitar daños económicos duraderos. Hay mucho más trabajo por hacer", refrendó Georgieva.

A valores de hoy, la búlgara calculó que el G20 aportó la friolera de u$s900.000 millones durante la crisis de 2008-2009. En ese sentido, puso a disposición u$s50.000 millones de parte del FMI hacia países emergentes, como la Argentina.

Alberto F., que hasta ahora jugó su propio partido en una complicada reestructuración de deuda con el Fondo y con bonistas privados, todavía no dio señales si le resultaría cómodo ponerse a la fila para ser atendido por el FMI.

Hasta el momento, la máxima preocupación de la Casa Rosada -en esta redefinición de las prioridades- volvió al desempleo. Y también en ese punto tiene material como para inspirarse en Europa: con Francia y Alemania a la cabeza, pusieron el foco en que el Estado sea el principal sostén de los puestos en riesgo.

Con una holgura fiscal mucho menos robusta, el Gobierno promete políticas activas con el fin de que no se hunda la actividad económica y se dispare la tasa de desempleo. 

Para tener una idea de lo realizado en crisis pasadas: durante la caída de 2009, los Repro (subsidios para pagar parte del salario) alcanzaron a 145.000 asalariados en relación de dependencia, el equivalente a un punto porcentual del desempleo de esa época.

El kirchnerismo duro ya redefine agenda

Ante la veloz dinámica de la crisis pandémica, es muy probable que las medidas anunciadas el martes por la tarde se queden cortas para atender la crisis. Y que, tal como advirtieron los propios ministros encargados de las novedades, hagan falta impulsos adicionales más adelante.

Mientras Alberto sigue su giro desde su inicial postura moderada hacia un endurecimiento en el discurso y una tónica "populista" en el programa, el kirchnerismo "duro" ya mostró que tiene agenda propia.

El ex vicepresidente Amado Boudou fue encargado de poner sobre la mesa esa batería de medidas. "Habría que estatizar las empresas de servicios públicos", planteó el ex funcionario que ahora cumple una pena de prisión.

"Hay una discusión de si hay que nacionalizar o estatizar las empresas de servicios públicos. No alcanza con nacionalizarlas", expuso.

"Las empresas de servicios públicos se han convertido en los grandes extractores de valor de la sociedad. No invierten, ni son innovadoras ni tienen riesgo, son empresas que el neoliberalismo ha privatizado y en cosas que son de todos", agregó Boudou desde la cárcel en diálogo con una radio.

En el mismo sentido, algunos referentes del kirchnerismo más duro vienen reclamando que el Gobierno postergue la renegociación de la deuda para utilizar los recursos en favor del mercado interno, en un contexto de crisis global por la pandemia.

"¿Quién se va a dar cuenta que la Argentina cayó en default en medio de semejante lío? Usemos las reservas del Banco Central para hacer frente a la crisis. Ya habrá tiempo de sentarse a negociar la deuda", plantean algunos de los voceros mediáticos del kirchnerismo.

Todo un síntoma de que el cambio en los términos del debate recién está empezando a verse y no alcanzó su mayor profundidad.

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