Precios: tras el 3,7% de diciembre, el Gobierno cree que "lo peor ya pasó" en materia de inflación
El dato de inflación de diciembre, de 3,7%, fue recibido con alivio en el Palacio de Hacienda. El hecho de que ese número haya dado por debajo a lo esperado por las consultoras privadas -y también por los funcionarios- podría indicar que la desaceleración inflacionaria se dará más rápida a lo previsto.
"Todo nuestro esfuerzo está puesto en la baja de la inflación inercial. El dato de diciembre no se festeja pero podría indicarnos que lograremos el objetivo", dice a iProfesional un funcionario clave de la administración.
El propio Alberto Fernández mostró, en las últimas horas, su preocupación por la inercia con la que escalan los precios. Al tiempo que expuso su oposición a la indexación de la economía en general, y a la "cláusula gatillo" en los salarios, en particular.
"La indexación de la economía es lo peor que le puede pasar a la economía. La cláusula gatillo es una cláusula de indexación de la economía. Entiendo que es legítimo, pero termina siendo otro de los mecanismos indexatorios de la economía", dijo Alberto F. a comienzos de la semana.
Que el IPC de diciembre haya dado por debajo de los pronósticos ayuda a ese objetivo de "tranquilizar" las cosas, tal como suele definir Martín Guzmán y el mismo Presidente.
En los despachos oficiales confían en que el cambio de expectativas logre enfriar la dinámica que llevan los precios. ¿En qué se basan?
El programa de Precios Cuidados y la estrategia para contener los acuerdos salariales -impulsando aumentos por decreto y desactivando las cláusulas gatillo- son la base de lo que los funcionarios rotulan como "una macroeconomía en transición".
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La desindexación figura al tope de la agenda, como forma de regenerar las expectativas positivas respecto de la inflación.
En Economía y en el Banco Central están convencidos de que la inflación de enero seguirá desacelerándose. "El índice tiene que ir hacia abajo, y fuerte", considera otro de los funcionarios clave de la administración, en diálogo con iProfesional.
¿Qué significa "fuerte"? Cerca de 3% seguro. Y posiblemente debajo de 2,5% en los meses siguientes.
El razonamiento de los funcionarios refiere a que, luego de una primera semana del año compleja, tras la restitución del IVA a un grupo de alimentos de la canasta básica, la desaceleración inflacionaria se instaló a partir de la segunda semana. Y se ratificó en los días subsiguientes.
En los despachos oficiales, incluso, sospechan que algunas empresas fabricantes de alimentos y las cadenas de supermercados aprovecharon la vuelta del IVA para aumentar los productos algunos puntos adicionales. Que la reimplementación del impuesto fue una excusa para ganar margen de rentabilidad.
La certeza de que "lo peor ya pasó" radica en que el esquema que se fue armando luce muy potente para frenar la inflación.
Ese esquema incluye la estabilidad del tipo de cambio, el congelamiento de las tarifas por 180 días -y de 120 en el caso del transporte público-, la suspensión de los aumentos en los combustibles hasta nuevo aviso y el lanzamiento de "Precios Cuidados", que debería servir como referencia para que el resto de los productos alimenticios deje de moverse.
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El contexto se completa con los puntos ya insinuados pero todavía no concretados: la desindexación de las jubilaciones y de los salarios. Y, se espera, el paquete debería completarse con la convocatoria al acuerdo social, por ahora postergado.
Amenazas en ciernes
Martín Kalos, economista jefe de Elypsis, confirma los datos que manejan en el Gobierno respecto de los movimientos de los precios en el comienzo del año: después de una primera semana con recalentamiento vino la mayor calma.
En concreto: mientras en la primera semana de 2020, la suba en los precios de los alimentos promedió 0,8%, durante la segunda semana se desaceleró a la mitad (0,4%).
De hecho, las principales fabricantes de alimentos no tenían previsto nuevos incrementos en los precios para el inicio de febrero.
De todos modos, un dato preocupaba al Gobierno: el salto que en las últimas jornadas registró la tonelada de trigo.
La suba -en torno del 18% en los últimos 40 días- podría presionar sobre el precio del kilo de pan y del resto de los farináceos, que son muy demandados y forman parte de la canasta básica.
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Ese alza se debía a un incipiente desabastecimiento de trigo en la industria local debido a que los exportadores compraron por encima del promedio histórico, con lo cual quedó menos producto para satisfacer el mercado interno.
De acuerdo a fuentes de la industria molinera, faltan entre un millón y un millón y medio de toneladas para abastecer el consumo interno. Ese faltante es el que está provocando la presión alcista en el precio del trigo.
Esas mismas fuentes relataron a iProfesional que Economía monitorea bien de cerca la situación. Que los funcionarios están al tanto de esta irregularidad, para que no desemboque en una suba de los precios de la harina y de los fideos.
En el Gobierno saben que gran parte del éxito del plan se juega en que se desactiven las presiones inflacionarias, y por eso mismo en las próximas semanas habrá nuevos encuentros con empresarios formadores del precios.
Un acuerdo de precios "con el overol y el casco"
Desde las empresas se muestran expectantes. A la vez que algo desconcertadas. "La verdad, pensamos que nos iban a exigir algún tipo de congelamiento, pero respetaron nuestra posición incluso cuando negociamos por Precios Cuidados. Nosotros estamos cautos, no queremos confrontaciones. Y si el dólar no se mueve, y mientras no se zafen las paritarias, no hay demasiadas excusas para aumentar los precios", se sincera, en diálogo con iProfesional el gerente de una de las principales fábricas alimenticias de la Argentina.
Desde los despachos oficiales, en tanto, advierten: "El primer acuerdo de precios lo firmamos en ojotas y camiseta. Fue algo urgente y privilegiamos esa emergencia. Ya habrá tiempo de ponernos el overol, el casco y el calzado de seguridad. En la próxima negociación nos van a ver así", grafica el funcionario.
El cuidado en las góndolas tiene, obviamente, el objetivo de que la desaceleración inflacionaria empuje la actividad económica. Algo que, por ahora, nadie tiene demasiado en claro, salvo por la explosión de turistas en los principales centros de veraneo.
Habrá que aguardar varias semanas hasta que aparezcan datos confiables sobre el nivel de actividad.
Mientras tanto, Guzmán se enfocará en buscarle una solución a la deuda pública. Sin dudas, una vez que se sepa el flujo de dólares que el país necesitará en los próximos años, esa resolución se convertirá en la estructura sobre la que se apoyarán el resto de las variables.