Los 80 días clave: mientras se acumulan vencimientos, Alberto acelera negociación por la deuda
Alberto Fernández reniega de que a su Gobierno le pongan plazos. Tiene lógica: quiere escaparle al fallido objetivo del "segundo semestre" reactivador que popularizó el macrismo y que hasta se hizo "meme". Pero eso no quita que los plazos existan. Aun cuando sean impuestos puertas adentro.
El Presidente y su equipo económico creen que los próximos 80 días serán determinantes para esta primera etapa de la gestión. Una vez lanzadas las medidas de la "emergencia" -que incluyeron algunas para abordar la dinámica de los precios y otras para apostar por una recuperación del consumo-, ahora viene la etapa más financiera: la negociación de la deuda y un acercamiento con el Fondo Monetario Internacional.
Hay una coincidencia con el diagnóstico de la City: son mayoría los que piensan que la suerte de la economía se juega en el corto plazo. Un rápido repaso de lo que habrá que monitorear: si la actividad económica muestra algún signo de recuperación; si la dinámica inflacionaria da cierto respiro y ofrece una señal de debilitamiento y, por último, la renegociación de la deuda.
El Gobierno ha venido trabajando en esos tres capítulos durante el primer mes de gestión. Pero lo cierto es que los resultados finales son una incógnita.
Sobre los primeros dos puntos hubo varias medidas tomadas: bonos para los jubilados que cobran la mínima, sumas fijas para los trabajadores activos, congelamiento de tarifas y boletos del transporte público y el relanzamiento de "Precios Cuidados".
También hubo señales directas hacia los mercados financieros: se endureció el cepo para cuidar los escasos dólares de las reservas netas del Banco Central y se suspendió la aplicación de la fórmula que indexa los haberes jubilatorios.
Con estas decisiones en marcha, ahora el Gobierno se dedicará de lleno al capítulo de la deuda. Avanzará en la negociación con los acreedores privados, y acelerará las conversaciones con el Fondo Monetario.
Las fuentes consultadas admiten, incluso, que Economía podría encarar un rápido acuerdo con Washington. Como en el truco, ninguno quiere que le espíen las cartas. Pero, a diferencia de otros momentos, ahora se da como posible la chance de una negociación veloz, que facilite un acuerdo con los bonistas privados.
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Durante los brindis de fin de año, el ex vicepresidente del BCRA, Gustavo Cañonero, una de las personas que está más al tanto de los humores y visiones que bajan desde Washington, comentó ante un grupo de colaboradores que las nuevas autoridades del FMI podrían ser más flexibles con la Argentina en la mesa de negociación.
Es una visión compartida por otros economistas también conocedores de los movimientos en la capital estadounidense, como Daniel Marx, quien asesoró a Martín Guzmán en el tema de la deuda hasta la semana pasada.
La clave para comprender esa postura radica, precisamente, en las señales que ya envió el Ejecutivo en materia fiscal, y que se materializó en la ley de Emergencia. Sobre todo en la suspensión de la fórmula indexatoria de las jubilaciones.
Los ejercicios de varias consultoras de la City apuntan a que el rojo fiscal primario de este 2020 cerraría por debajo del 1% del PIB, con lo cual la administración Fernández mostraría un ordenamiento de las cuentas públicas inesperada, de acuerdo a las expectativas previas a la asunción.
Guzmán quiere dar pasos firmes en el tema de la deuda. Ya le dijo a su equipo que él en persona encabezará las negociaciones con los bonistas privados. Y que les quiere demostrar que su plan cierra por todos lados. Va a salirle al cruce a las voces que, desde las consultoras, exigen un plan concreto. Y no medidas sueltas.
"Todo va a ser sustentable; no vamos a dejar lugar a las dudas", se lo escucha aseverar.
El FMI en la nueva agenda
El ministro todavía no tiene en agenda un viaje a Nueva York, pero prometió a los representantes de bancos y fondos de Wall Street que los visitará pronto.
Tampoco está definida la fecha de la visita de una delegación del Fondo Monetario, con Luis Cubeddu, flamante jefe de la misión del organismo para la Argentina. En la previa a la Nochebuena, Alberto F. había dicho que ocurriría "en los próximos días".
Lo más probable, sin embargo, es que haya nuevos contactos por parte de funcionarios argentinos con la cúpula del organismo.
El intento con el FMI sería que funcione como una especie de monitoreo sobre la negociación que se entablará con los acreedores privados. Algo parecido a lo que en su momento hizo Uruguay, cuando fue negociando con los bonistas y, en simultáneo, tenía la asistencia de los funcionarios del organismo en Washington.
Desde el Palacio de Hacienda evalúan lo que denominan "negociación de efectividad cruzada": que se abra una compulsa con los bonistas "en términos tentativos", que sea monitoreada por el Fondo Monetario.
La idea es que esa estrategia facilite un rápido acuerdo con los privados aun cuando no se trate de formalizar un nuevo acuerdo de largo plazo con el FMI.
En estos días, una de las preguntas que se escucha en la City es si tiene sentido apurar una negociación con el Fondo, siendo que los vencimientos de capital recién caen en 2022 y 2023. Los que ven el escenario positivo creen que abriría las puertas a nuevos créditos del Banco Mundial y del BID.
No es un dato menor: son dólares necesarios para las enflaquecidas reservas del BCRA.
Hay varios puntos que se resolverán en los próximos días. La situación con la deuda luce compleja y son varias decisiones que deben tomarse en simultáneo para dar aquella sensación de sustentabilidad a la que se refiere el ministro de Economía.
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Por ejemplo: existen vencimientos de papeles en dólares, pero unos bajo legislación argentina y otros, bajo ley estadounidense. A la primera, el Gobierno podría reperfilarla por decreto. Estaría amparado por las condiciones suscriptas en esos bonos, al momento de sus emisiones.
De todos modos, Guzmán ya decidió que su intención es otorgarle el mismo tratamiento a los títulos con ley local y ley extranjera. Tiene una razón atendible: cree que sin discriminaciones podrá volver a ofrecer bonos en el mercado local más rápido que si se vale de atajos y privilegia a los inversores de Wall Street.
El mercado, por ahora, también le ofrece paz y amor. Esta misma semana colocó dos Letras por un total de $17.000 millones a una tasa de interés del 41% anual, tres puntos por debajo de las operaciones anteriores. Nada mal, si se tiene en cuenta que se viene de una reestructuración forzosa hace algunos meses.
Desde que asumió como ministro, Guzmán logró hacer tres colocaciones, por un global de $54.000 millones.
El partido de fondo
Algunos observadores creen esta fue la preparatoria, y que el partido de fondo se jugará el mes que viene, cuando se acumulen vencimientos por unos $150.000 millones. Se trata de papeles que están en manos de PIMCO y Templeton, que jugaron a fondo con el gobierno anterior, además de otros inversores institucionales locales.
Guzmán y PIMCO ya se pusieron de acuerdo antes de Navidad, cuando el ministro debió afrontar un vencimiento por $19.000 millones. Pero este nuevo round será diferente.
Sobre todo por el volumen del vencimiento. ¿Preferirá el fondo de inversión hacerse de los pesos y dolarizarse en el mercado paralelo? ¿O volverá a apostar por un nuevo papel en pesos?
La carta brava del ministro será la misma que en la negociación previa: si el mercado lee que no hubo acuerdo y deben emitirse pesos para pagar, entonces la cotización del "contado con liqui" saltará bien por encima del precio actual, y el negocio de PIMCO se desvanecerá.
No es la única negociación pendiente. En las próximas semanas habrá una propuesta formal a los inversores del exterior.
Uno de los puntos clave, y que aún forma parte de debates internos, refiere a qué se hará con los intereses que no se paguen durante los próximos años y se vayan acumulando: ¿se capitalizarán en los futuros bonos o directamente se los desconocerá? Y, más aún: ¿hay chances de que los bonistas vayan cobrando una parte de esos cupones? Son todos ejercicios que se realizan en el Palacio de Hacienda.