Roubini vaticina una crisis distinta a la de 2008, que no se podrá revertir con medidas tradicionales
El economista Nouriel Roubini, también conocido como el Doctor Catástrofe, y quien advertió con dos años de anticipación la crisis de 2008, tiene un nuevo pronóstico a nivel global.
En esta oportunidad, advierte que el 2020 se darán las condiciones necesarias para que se genere una nueva crisis, seguida de una nueva recesión.
Así lo dijo en su columna semanal en el Project Syndicate, "La anatomía de la recesión que viene", en la que plantea que hay tres posibles shocks de oferta negativos capaces de provocar la recesión mundial del año próximo. "Hay tres posibles shocks de oferta negativos capaces de provocar una recesión global en 2020. Todos ellos son reflejo de factores políticos que afectan las relaciones internacionales; dos involucran a China, y Estados Unidos está en el centro de cada uno de ellos (son la guerra comercial y de divisas y la batalla tecnológica). Además, ninguno admite tratamiento con las herramientas tradicionales de la política macroeconómica anticíclica", asegura el experto en su artículo.
El primero deriva de la guerra comercial y de monedas entre Estados Unidos y China, el segundo se relaciona con la guerra fría tecnológica que se está gestando entre Estados Unidos y China, mientras el tercer riesgo tiene que ver con el petróleo. "Aunque los precios han disminuido en las últimas semanas, y una recesión activada por una guerra comercial, monetaria y tecnológica deprimiría la demanda de energía y presionaría a la baja sobre los precios, la confrontación de Estados Unidos con Irán puede tener el efecto contrario. Si ese conflicto llegara al nivel militar, puede producirse un súbito encarecimiento mundial del petróleo que provoque una recesión, como sucedió durante enfrentamientos previos en Oriente Medio en 1973, 1979 y 1990", señala el profesor de la Universidad de Nueva York", asegura.Y advierte: "Los tres shocks potenciales tendrían efecto estanflacionario (alta inflación sin crecimiento económico), al provocar un encarecimiento de las importaciones de bienes de consumo, insumos intermedios, componentes tecnológicos y energía y al mismo tiempo que reduce la producción al trastocar las cadenas globales de suministro".En el corto plazo, frente a una posibilidad de que se produzca un shock negativo de demanda, las bajas de tasas de los bancos centrales son correctas.
"Pero a medio plazo, la respuesta óptima a los shocks negativos de la oferta no es una política expansiva, sino ajustarse a ellos. Al fin y al cabo, los shocks de oferta negativos de una guerra comercial y tecnológica serán más o menos permanentes, lo mismo que la reducción del crecimiento potencial. Lo mismo se aplica al Brexit: abandonar la Unión Europea asestará al Reino Unido un shock de oferta negativo permanente, y por consiguiente, una caída permanente del crecimiento potencial", manifiesta.