Federico Muñoz: "Estarían dadas las condiciones para un descenso sostenido de la inflación"
Con los indicadores financieros funcionando "en clave política", los analistas tratan de pronosticar de qué forma las negociaciones por las candidaturas influirán sobre el humor de los inversores y los consumidores.
Entre ellos Federico Muñoz, quien afirma: "Es positivo para la economía la decisión de Cristina de bajarse a la candidatura a la presidencia".Reconocido desde hace tiempo como uno de los economistas influyentes del mercado financiero, Muñoz destaca del Gobierno la estabilización de algunas variables, a la que resalta como un hecho que no se ha reconocido lo suficiente, pese a la crisis del año pasado.
"El principal responsable de nuestra decadencia económica fue nuestra indisciplina macroeconómica crónica", sentencia.
La siguiente es una síntesis de su charla con iProfesional.
-En base al último dato oficial publicado de la reducción en el incremento de los precios, ¿cómo ve a la inflación para este año?
-En este frente se da una curiosa situación paradójica: por primera vez en la gestión macrista se ha dejado atrás una serie de obstáculos que entorpecían el proceso de desinflación y estarían dadas las condiciones para un descenso sostenido de la tasa de inflación. A saber: primero, se corrigieron las distorsiones de precios relativos (los retrasos tarifario y cambiario); segundo, se cortó la monetización del déficit fiscal y, tercero, avanza un ajuste fiscal draconiano. En este contexto, la política monetaria fuertemente astringente debiera comenzar a aplacar el ímpetu alcista de los precios.
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El dato paradójico es que llegamos a esta situación tras una fuerte aceleración de las subas de precios que llevó a la inflación anual al 56%, y con la sospecha o el temor de que se han debilitado todas las anclas nominales, lo que podría empujar al proceso inflacionario a una dinámica más complicada. Por ello resultó tan oportuno el viraje del Banco Central avalado por el FMI, que faculta a la autoridad monetaria a intervenir en el mercado cambiario.
-Justamente, por estos indicadores contrapuestos, ¿cómo considera que se comportará el tipo de cambio en ese esquema?
-Esta mera capacidad del BCRA ha bastado -por ahora- para aplacar la volatilidad del tipo de cambio y, por extensión, morigerar las presiones inflacionarias. Si el dólar se mantiene tranquilo en los próximos meses (condición de difícil cumplimiento en el ingreso de la campaña electoral), debiéramos ver a la inflación convergiendo nuevamente a su velocidad crucero del 2% mensual.
-Entonces, si aumenta la incertidumbre política y ocurre un escenario volátil para el dólar, ¿puede haber una nueva corrida cambiaria en la previa a las elecciones?
-Desde comienzos de año sostenemos que el principal factor ordenador de la dinámica financiera y económica durante 2019 serían, justamente, las novedades en el frente político. En particular, dados los temores de los mercados a que una hipotética tercera presidencia de Cristina derivara en un escenario muy negativo para la economía. Estos temores se sustentaban tanto en el severo deterioro esperable de la situación financiera antes de la eventual asunción de Cristina, como en las fundadas dudas respecto a la racionalidad de la política económica que podría ejecutar en su tercera presidencia.
-¿Ahora cambian esos pronósticos al candidatearse como vicepresidenta?
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-Precisamente por la entidad de estos recelos, unos cuantos analistas evaluamos como una novedad positiva para la economía la decisión de Cristina de bajarse de la candidatura a la Presidencia. Algunos colegas saludan la decisión porque interpretan la cesión del ticket principal a Alberto Fernández como una señal de debilidad electoral de la ex Presidenta. Para otros (nos incluimos), es bienvenida porque creemos que Alberto Fernández conduciría una política económica bastante más racional que la que empujaría Cristina, reduciendo así las chances de ocurrencia del escenario catastrófico.
-Bajo este marco, ¿qué puede pasar desde acá hasta la resolución electoral?
-Si el 22 de junio se confirma este escenario electoral, quizás tengamos una campaña política con niveles tolerables de incertidumbre y volatilidad financiera, en vez de las violentas turbulencias a las que –creemos- nos condenaba la amenaza de una tercera presidencia CFK.
-El elevado déficit público es uno de los grandes cuestionamientos al Gobierno, ¿considera que se está haciendo todo lo posible para lograrlo?
-En materia fiscal, creo que lo que se le puede cuestionar al Gobierno es el excesivo gradualismo inicial; básicamente, que comenzó tarde con el ajuste, aunque no podemos desconocer las restricciones sociales y políticas imperantes hasta las elecciones de medio término. Pero quien ponga el foco en las cifras, debe admitir que los recortes del gasto desde mediados de 2017 han sido de una entidad enorme. Al segundo trimestre del 2017, el gasto primario acumulado en doce meses representaba 24% del PBI; y ahora, menos de dos años más tarde, al primer trimestre del corriente año, las erogaciones antes del pago de intereses habían caído a 19,6% del producto. Y si se cumplen las proyecciones oficiales, el gasto primario cerraría el 2019 en 18,3% del PBI.
-¿Cómo lee estos datos?
-Es cierto que una parte del recorte del gasto obedece al viejo recurso de la licuación por inflación y, por ende, no deja de ser un ajuste de mala calidad. Pero no es menos cierto que estamos ante un enorme esfuerzo de austeridad que, probablemente, no está siendo reconocido como lo merece.
-¿Qué estrategia económica cree que sería la mejor para salir de la crisis?
-A mi me gustaría que le demos una oportunidad a la consistencia macroeconómica como piedra basal de nuestra estrategia de desarrollo. El principal responsable de nuestra decadencia económica secular ha sido nuestra indisciplina macroeconómica crónica. Nuestras crisis recurrentes no nacieron de un repollo; todas y cada una de ellas han obedecido a algún desequilibrio macro que creció hasta tornarse explosivo: un déficit fiscal infinanciable; una inflación que se espiralizó; un régimen cambiario inconsistente que terminó estallando.
-En torno a este diagnóstico, ¿qué evaluación hace del Gobierno?
-Considero que la gestión macrista, más allá de sus errores ostensibles de diagnóstico y ejecución, tuvo la saludable intención de sanear la macro. Es evidente que este proceso de saneamiento resultó mucho más complejo que lo estimado por el Gobierno (y por nosotros mismos), amén de factores exógenos que hubo, como el deterioro del contexto financiero internacional y la sequía, que complicaron aun más la tarea.
Pero también creemos que al cabo de estos cuatro años se habrá avanzado bastante en esta tarea de saneamiento: Macri legará a su sucesor (acaso a él mismo) precios relativos razonablemente alineados; un déficit fiscal reducido y, como comentamos anteriormente, un punto de partida favorable para luchar contra la inflación. En contrapartida, también legará un pasivo estatal bastante más pesado que el del inicio de su gestión. De todos modos, consideramos que ese pasivo es sostenible con un superávit primario cercano al 1% del PBI y con la economía retornando a un sendero de crecimiento.
-¿Cuáles son las claves para que al próximo gobierno pueda encauzar la economía?
-Creemos que si el próximo gobierno insiste en la austeridad fiscal y la prudencia monetaria, y no permite la generación de distorsiones groseras de precios relativos, tendrá una buena chance de avanzar y, eventualmente, terminar el proceso de saneamiento macro. Esto constituiría una novedad revolucionaria para la economía argentina, pues removería de raíz la causa de la gestación de las crisis financieras recurrentes, bajaría la incertidumbre y el costo de financiamiento y permitiría estirar sensiblemente el horizonte de decisiones.
Quizás, una macro sana no baste para empujarnos a un sendero de desarrollo sostenido. Seguramente haya que trabajar también en la apertura y desarrollo de mercados externos, el combate decidido a los múltiples componentes del "costo argentino" y en reformas estructurales (previsional) para garantizar la sustentabilidad fiscal a largo plazo. Pero limpiar el horizonte de nuevas crisis sería un cambio tan significativo que bastaría para dar a la economía nacional un buen empujón en el sendero de crecimiento.-