¿Más impuestos en plena crisis?: economistas acuden a la "curva de Laffer" para rebatir al FMI
Si alguna duda quedaba respecto de si hay un "nuevo" Fondo Monetario Internacional, más atento a las peculiaridades de cada país y más cuidadoso por los efectos recesivos de sus recetas, el último documento sobre Argentina despejó todas las interrogantes: la solución propuesta frente a una caída de impuestos provocada por la crisis es… subir más los impuestos.
En otras palabras, como la recesión pone en riesgo el objetivo del déficit fiscal cero, se plantean medidas cuya aplicación sólo puede ser un agravamiento de la recesión. Raro para cualquiera, pero no para el FMI.
El detalle que no mencionó el documento es que el país se encuentra en uno de los momentos de mayor presión tributaria de su historia, y que son muchos los que ya no ven margen para seguir apretando al sector privado, que está haciendo un ajuste que en el último año ya costó la pérdida de 200.000 puestos de empleo formales.
De hecho, la presión impositiva de 2019 será la más alta en 60 años, según una investigación de la Consultora Ledesma. Ascenderá a 26,2% del PBI, lo que implica una suba de 2,2 puntos respecto del inicio de la gestión macrista.
La gran crítica de los economistas es que cuando se plantea la recaudación en términos de PBI, siempre queda una sensación de recaudación baja. Se plantea, por ejemplo, que en países como Noruega se llega a cobrar impuestos por el 40% del PBI.
Pero hay un punto clave que marca la diferencia: aquí sólo paga impuestos un 65% de la población económicamente activa, mientras que en los países escandinavos se llega casi al 100%. De manera que, para el que efectivamente paga en Argentina, la presión impositiva llega en realidad hasta un pesado 60%.
En este marco de malhumor social y enrarecido clima preelectoral, la posibilidad real de que se apliquen los nuevos consejos del FMI está seriamente en duda. Pero el solo hecho de que estén en la mesa de análisis ya es un indicador expresivo sobre cómo el debate nacional puede pasar bruscamente de un extremo a otro.
Ocurre que las sugerencias del FMI para gravar más el consumo y castigar más la evasión van en el sentido absolutamente opuesto a lo que están pidiendo las gremiales empresariales.
Ya en febrero, cuando se informó que los punitorios por atrasarse en los pagos con la AFIP serían más altos, surgió una corriente de opinión que pedía lo contrario. Un grupo de tributaristas expertos que son regularmente consultados por el fisco plantearon que una medida de este tipo provoca un efecto "procíclico" cuando lo que se necesita, justamente, es una política de tipo "contracíclico".
"El peso que le pueden aportar a la recaudación las medidas más agresivas de la AFIP en tiempos de crisis es insignificante y contraproducente, porque arroja contribuyentes al abismo, destruyendo empresas y fuentes de empleo", aseguraba en ese momento Diego Fraga, abogado y docente en Derecho Tributario.
En la misma línea, el abogado Marcelo H. Echevarría sostenía en un artículo de opinión que era injusto considerar que si un empresario se atrasaba en sus pagos era porque elegía "financiarse con la AFIP" en un práctica especulativa de comparar tasas de interés bancarias con punitorios del organismo recaudador.
"En un contexto de crisis como el actual, hay veces que, ante la falta de liquidez, se debe optar por abonar a la AFIP o abonar los sueldos de los empleados o los servicios de primera necesidad para que la empresa siga en marcha", afirmaba.
En esa línea, un grupo de tributaristas a la AFIP hizo una propuesta para reimpulsar la recaudación, con un plan sustentado en dos pilares: un nuevo blanqueo de capitales y una moratoria a 10 años.
Otros expertos fueron mucho más lejos, y directamente pidieron una baja en los impuestos como forma de revitalizar al sector privado y así ayudar a superar la recesión.
¿Bajar impuestos para recaudar más?
En ese punto del debate es cuando surge inevitable el interrogante: ¿es realista pensar en que un alivio impositivo pueda llevar a mejorar la recaudación? Y la respuesta es positiva siempre que uno crea en la famosa "curva de Laffer".
Se trata de un debate que tiene discutiendo a los economistas desde hace décadas. Todo empezó hace 40 años, cuando se realizaba la campaña electoral que llevaría a Ronald Reagan a la presidencia de Estados Unidos.
En el equipo del entonces candidato estaba Arthur Laffer, quien saltó a la fama cuando un amigo suyo, Jude Wanninski, periodista del Wall Street Journal, publicó la célebre curva en forma de "U invertida" para argumentar que si se bajaban los impuestos, la recaudación podía aumentar.
Con un dibujo en una servilleta, Laffer le explicó a su amigo que las dos puntas representaban una recaudación igual a cero. La primera coincidía, naturalmente, con una tasa de impuestos igual a cero. Pero la segunda coincidía con un nivel de tasas igual a 100%, porque nadie tiene incentivos para trabajar cuando el fisco se queda con todo su dinero.
El punto que trataba de demostrar es que el máximo de recaudación no coincide con el máximo de tasa impositiva, sino que se ubica aproximadamente en la mitad de la curva. Y que, si se pasa ese nivel, la recaudación disminuye porque la evasión impositiva es inevitable.
Era, en el fondo, una idea simple, que en rigor tampoco era nueva, ya que se trataba de una aplicación de la teoría de los "rendimientos decrecientes". Sin embargo, esa servilleta cambió el curso de la historia.
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Una vez en el gobierno, Reagan recortó los impuestos como había prometido, pero la situación fiscal no mejoró. Pero eso ya es otra historia, y siempre habrá polémica sobre si el error fue en la aplicación de la política o en el postulado teórico.
Hay quienes afirman que en Estados Unidos falló porque, al mismo tiempo que bajaron los impuestos, explotó el gasto por la Iniciativa de Defensa Estratégica, también conocida como "Guerra de las Galaxias".
Pero hay otros ejemplos de países que salieron de sus crisis con una fuerte baja impositiva y hoy están creciendo. Los más renombrados son Irlanda, Estonia y Polonia.
Laffer made in Argentina
Lo cierto es que, a partir de allí, cada vez que un país se encuentra en una situación de alta presión tributaria, se echa mano a la curva de Laffer y aparece alguien que defiende la idea de que ya se pasó el punto óptimo para recaudar impuestos.
En estos días, uno de estos países es la Argentina.
Por caso, el economista Agustín Etchebarne, dijo en América TV: "Estamos en un momento en el que el FMI pide más impuestos, el gobierno piensa en cobrar más impuestos y también la oposición busca cómo subir los impuestos. Y lo que no se dan cuenta es que Argentina ya es el país con la segunda mayor presión tributaria en el mundo".
Al respecto, el economista Fausto Spotorno, del Estudio Ferreres, tiene una estimación inquietante: si todos los contribuyentes empezaran a pagar en regla y al pie de la letra sus impuestos, sin evadir un centavo, el PBI se desplomaría hasta un 14%. En otras palabras, que si no fuera por la evasión la recesión sería más grave.
Uno de los estudiosos más entusiastas del fenómeno de la curva de Laffer es Gustavo Lazzari, que además de ser economista es empresario en el rubro alimenticio, por lo que sufre la presión impositiva en carne propia y no sólo en el plano conceptual.
"Hoy en Argentina no hay negocio que pueda sobrevivir con esta carga impositiva. Cuando al cálculo de costos e ingresos le agregás los impuestos, no hay esquema que cierre. Y la realidad es que si el IVA fuera más barato pero pagáramos todos, se recaudaría lo mismo", plantea.
Desde su cuenta de Twitter en la que tiene 25.000 seguidores, lleva adelante una cruzada para la baja de impuestos. Convencidísimo de que hace rato que Argentina pasó el punto óptimo de la curva de Laffer, plantea una reforma que implique llevar el IVA al 15%, el impuesto a las Ganancias de empresas al 20%, el de personas al 15%, eliminar los impuestos a ingresos brutos, cheque y sellos, y bajar las cargas laborales a la mitad.
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"Aquí una reforma no puede ser con medidas aisladas del tipo de bajarle un poquito a los exportadores. Tiene que venir algo bien disruptivo. Eso es lo que da confianza y sensación de cambio", afirma Lazzari.
Su propuesta se complementa con un esquema en el cual sólo se amnistía la evasión pasada en la medida en que haya un pago en regla en la etapa post reforma.
La lógica implacable del acreedor
Claro que entre los que se muestran indiferentes al encanto de la curva de Laffer se encuentra el jugador más importante del momento: el FMI.
Lejos de tentarse con las propuestas "liberales" de bajar impuestos para incentivar al sector privado, el organismo propuso alternativas para cerrar la brecha entre el objetivo de ingresos fiscales y lo que efectivamente se está recaudando.
Entre las medidas "sugeridas" se anotan la suba del IVA para productos hoy exentos o con un nivel por debajo del 21% general. Se trata, en gran medida, de rubros alimenticios, algo que hace suponer una inviabilidad política en pleno año electoral.
Y el recorte en la obra pública (cuyo presupuesto para el año es de $80.000 millones) podría terminar por pisotear los pocos "brotes verdes" en medio de la recesión.
También hubo un planteo para reformar el sistema de monotributo, donde se detecta una gran fuente de evasión. Sin embargo, hubo expertos que criticaron la insinuación de que hay que eliminar ese régimen simplificado, que permite que miles de pequeños contribuyentes paguen sus aportes.
"¿Y si el monotributo es el camino a la solución?", se pregunta Sasovsky, para quien este régimen es ideal en una economía que se ubica en el quinto puesto del ranking mundial de ingresos "en negro".
Pero, sordo a las críticas, el FMI tiene poderosas razones para hacer estas sugerencias. Claro, es el acreedor de Argentina y, sobre todo, quiere garantizarse que haya fondos con los cuales honrar las deudas. "Es el mismo FMI de siempre, quiere cobrar y se maneja con la misma lógica con la que se manejaría un comerciante de barrio", se ofusca Lazzari.
Pero por más que se extremen los controles tributarios, hay entre los expertos una tendencia al pesimismo: mientras la economía siga fría, no habrá chances de ver mejoras fiscales.
"Hay que tener en cuenta que en los procesos recesivos la recaudación de IVA, el tributo que más pondera, se debilita mucho más que las ventas. No sólo por el avance de la informalidad, sino también por la posibilidad de diferimiento en los pagos", observa Jorge Vasconcelos, de la Fundación Mediterránea.
Y la perspectiva es peor aun. Porque los economistas argumentan que no solamente se va a notar la baja en la recaudación de impuestos ligados al consumo, sino que además el rubro de impuestos a la exportación -en el que Macri había cifrado sus mayores fichas- rendirá por debajo de lo proyectado.
En definitiva, si el viejo Laffer escuchara el debate político argentino de estos días, se agarraría la cabeza. Las "acusaciones" de que el Gobierno actúa con una ideología neoliberal no se condicen con la obsesión por incrementar la presión impositiva. Más bien, van en sentido contrario.