Plan "semestre ideal": la fuerte apuesta del Gobierno nacional
Hubo un sondeo que generó real preocupación en el Gobierno nacional. Una de las consultoras más reconocidas detectó una fisura en la principal obra pública de Cambiemos: el techo de Cristina. Según el trabajo, la proporción de personas que dice que nunca la votaría descendió a 40 por ciento.
Queda claro que enero y febrero no fueron lo que había imaginado el presidente Mauricio Macri y su equipo. Y la razón es exclusivamente económica: la actividad económica exhibió indicadores claros de estrés, tanto en el segmento minorista como en la industria y en la construcción.
A eso se sumó el hecho de que la inflación terminó el primer bimestre por encima del 6%. Hay consenso en todos los actores económicos en que el número fue sorpresivamente elevado y superó los cálculos de los privados, pero también los del Gobierno. "Es cierto, fue un poquito más alto que lo que esperábamos", conceden en el Ministerio de Hacienda. "Nadie esperaba tanto, es una gran incógnita para todos, incluso para el FMI", reconoció a La Nación un exfuncionario macrista.
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No hay, en cambio, coincidencia sobre las razones y los efectos. Mientras el ministro Nicolás Dujovne lo atribuye al aumento de la carne y al efecto de las tarifas, entre los privados lo vinculan más con un tardío reacomodamiento de los valores a la devaluación del 100% y al -para algunos inoportuno- anuncio de la suba generalizada de servicios de fin de año.
Orlando Ferreres incluso agrega otro factor que explica la psicología comercial argentina: en vez de frenar los precios, la caída del consumo lleva a los empresarios a remarcar para maximizar ganancias con menos ventas.
En Hacienda aseguran que los valores se van a acomodar a partir de abril-mayo, cuando se terminen de aplicar los ajustes de servicios y transporte, pero los privados son más escépticos. Los pronósticos ya arrancan de un piso anual de 30%. "Va a ser más que el 23% que está en el presupuesto, puede ser 29, puede ser 31. El presupuesto se elaboró en agosto, con proyecciones de ese momento", señalan desde el Gobierno al matutino.
Para el mundo político y económico no fue tan preocupante la suba de más del 6% del dólar, si se considera que está en línea con la inflación. Lo gravitante fue revivir esa percepción de vulnerabilidad ante la inestabilidad de los mercados globales. Quizá hubo un exceso de ansiedad al anticipar la baja de las tasas de interés.
"Estamos tranquilos estructuralmente. Queremos evitar la volatilidad, pero nuestro programa no está basado en el atraso cambiario", desdramatizó al final de la semana un importante funcionario, en línea con lo que había argumentado el jueves Dante Sica en público.
El Gobierno siempre sostuvo que la economía no lo haría ganar la elección, pero que tampoco debía provocarle la derrota. Ese umbral fue desafiado otra vez en estos días porque reapareció el fantasma de una pregunta crucial: ¿está Macri en un control total de la economía, sabe hacia dónde va? El votante blando de Cambiemos, el que seguirá evaluando hasta último momento si le renueva el crédito, necesita señales claras de que los padecimientos de hoy tienen un sentido. Al Gobierno ya no le alcanzan las palabras cuando se le empieza a filtrar el malhumor social, señala el matutino.
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Ante este escenario, el oficialismo apunta a hacer campaña sin ceder en el ajuste. "Por más de que tengamos elecciones, no podemos frenar el programa que acordamos en septiembre", le marcó Dujovne a su entorno.
Para neutralizar los efectos del apretón fiscal y monetario, Hacienda prepara el plan "semestre ideal", que iría de mayo a octubre. Para eso busca hacer coincidir una serie de variables económicas que generarían una sensación de bienestar con efecto anestésico sobre el votante.
Según sus estimaciones, se frenaría la inflación porque los últimos aumentos de tarifas impactarán en abril; habría una recuperación del poder adquisitivo por efecto de las paritarias y las actualizaciones jubilatorias; no se generaría volatilidad cambiaria por el exceso de dólares de los desembolsos del FMI y la liquidación de una cosecha récord y se percibiría una ligera recuperación de la actividad de la mano no solo del campo sino también de la inversión energética, el transporte, las economías regionales e incluso la construcción.
Sin embargo, en los ministerios claves para el funcionamiento de la economía argentina admiten que, en el caso de que Macri gane las elecciones, su segundo mandato requerirá reformas profundas porque el actual modelo no es sustentable en el largo plazo. Aparecen en el horizonte cambios estructurales en materia laboral, previsional e impositiva.