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Apretón monetario para atar al dólar: la cantidad de pesos en poder de los argentinos se redujo 30% desde que arrancó la crisis

El Gobierno enfrenta un dilema en plena carrera electoral: contiene al dólar con menos plata en la calle pero está profundizando la recesión
ECONOMÍA - 17 de Enero, 2019

En el peor momento de la recesión, el Banco Central intensificó el apretón monetario. El circulante de dinero en poder del público se desplomó nada menos que un 29% desde que empezó la crisis.

El dato pone en blanco sobre negro la potencia de la autoridad monetaria para llevar a cabo su plan tendiente a lograr “emisión cero”.

Y esta contundencia también demuestra la decisión de Guido Sandleris de darle prioridad a la estabilidad cambiaria por encima de cualquier otra variable de la macroeconomía. Inclusive, el propio ritmo de actividad.

La actuación del BCRA fue descripta en el último análisis de MacroView, de la dupla Melconian-Santángelo. El mismo da cuenta del fuerte ajuste monetario que comenzó a darse a partir de la crisis cambiaria.

Para equiparar el escenario actual con la perfomance de los últimos años, la consultora realizó una comparación en términos reales. Es decir, descontando la inflación. ¿Qué resultado arroja? Que los 658.000 millones de pesos que había como circulante el mes pasado resultan ser una cifra un 29% más baja que los $926.000 millones de marzo último, justo en la previa de la corrida cambiaria.

“La sensación cotidiana de que 'no hay plata en la calle' no es un eslogan popular. Es una realidad macroeconómica que será muy difícil de revertir en el corto plazo” afirman los economistas de MacroView en el último reporte semanal.

Privilegiando la calma cambiaria

La severa contracción monetaria -en definitiva se trata del dinero en poder de cada argentino- no hace más que reforzar la idea de que el Gobierno tomó la decisión de dejar atrás las turbulencias cambiarias a fuerza de una recesión histórica.

En definitiva, esta caída del circulante actúa como si a la billetera de cada ciudadano le sacaran $29 de cada $100. Es obvio que como resultado de semejante poda habrá menos pesos con chances de ir a comprar dólares.

Y esto se palpa en la cotización del billete verde: a fuerza de compras, el BCRA logró que el dólar vuelva a ubicarse dentro de la zona de no intervención, luego de una semana de estar por debajo de esa banda.

Claro que esto tiene un lado b: hay muchos menos pesos en la calle para sostener a una alicaída actividad económica.

Este ajuste es relevante no sólo si se lo compara con principios de 2018 -cuando la economía crecía con fuerza- sino también respecto de otros momentos de la historia económica más o menos reciente.

Por caso, si el comparativo se realiza -siempre en términos reales- con el año 2017-, entonces la caída del circulante asciende al 28,2%.

Durante aquel año, el último en el que se registró una expansión de la economía, el dinero en poder del público totalizó (en promedio) unos 917.000 millones de pesos. Por cierto, una cifra muy similar a la que se registró durante el primer trimestre de 2018.

En contraste con el promedio de 2016, el ajuste monetario también resulta relevante: fue del 25%. Y asciende al 323% si la comparación se realiza con el promedio de la era kirchnerista.

Dicho de otra manera: la actual circulación monetaria se encuentra en el nivel más bajo de los últimos 15 años. 

Con la mira puesta en las urnas

El achicamiento de dicho circulante permite tener una idea de la caída en el poder de compra de los argentinos. Se trata de una forma de aproximarse a lo que está ocurriendo con el consumo desde un indicador macro.

Y, a la vez, plantea un escenario desafiante de cara al futuro.

Está visto -y así lo publicó iProfesional en su momento en base a información de primera mano- que el presidente Macri instruyó a su equipo económico para que dieran prioridad a la estabilidad del tipo de cambio. Se sabe: con un dólar moviéndose, la posibilidad electoral para el jefe de Estado correría serios riesgos.

La cuestión es que si el Banco Central mantiene en el tiempo esta dureza monetaria -algo a lo que se comprometió y nadie espera que vaya a descarrilarse de ahí-, en un marco inflacionario, la contracara será una recesión que se irá alargando. O se hará más profunda.

Para graficarlo: si la cantidad de dinero en circulación es relativamente siempre la misma y la inflación no afloja y se consolida por encima del 2% mensual, entonces cada vez habrá menos poder adquisitivo para consumir. Y la actividad económica, lejos de recuperarse, se resentirá.

Tal como informara iProfesional, el últmo dato de inflación de diciembre, que mostró una suba mensual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del 2,6%, no sorprendió a la cúpula del Banco Central y hasta le dio un incentivo más para seguir adelante con un ajuste monetario que si bien logró domar al dólar, sigue asfixiando a la economía.

“El dato de diciembre fue bastante en línea con lo que esperábamos y el dato anual refleja el impacto de las dos corridas que hubo en el año”, reconoce una fuente del BCRA. “Para nosotros es el momento de parar y decir: "La prioridad de este esquema que diseñamos es que eso no vuelva a ocurrir. Que no tengamos períodos de inestabilidad cambiaria como tuvimos en 2018’”, agrega la fuente desde Reconquista 266.

Los "trucos" del Central 

Claro que el Gobierno tiene -por así decirlo- algunos pequeños trucos para mejorar ese panorama: en primer lugar, la chance de que el Central intervenga en el mercado comprando dólares. Esa sería la manera de emitir pesos sin que ese volumen entre en la cuenta para cumplir con el plan de “emisión cero”.

De todas maneras, Sandleris ya demostró que será híper cauteloso: ni la expansión monetaria así como la baja de la tasa de interés tomarán envión como para cambiarle la cara a la situación económica, al menos en el corto plazo.Desde Reconquista 266 insisten con la idea de que una mala maniobra, un error de cálculo, podría disparar una corrida que hoy en día nadie observa, pero que los propios funcionarios reconocen que sería muy complicado de desarticular una vez lanzada.

De hecho, Santiago Bausili, secretario de Finanzas, admitió públicamente que el Gobierno había hecho poco y nada para lograr una mejora del “riesgo país”. Que la razón había que buscarla exclusivamente en los buenos vientos del contexto financiero internacional.

El segundo truco para elevar la masa de pesos ya está escrito en el último acuerdo con el FMI: en junio, el Central tendrá la chance de expandir 3% la base monetaria sin que eso signifique un incumplimiento del programa.

Para que quede en claro, más allá de lo que vaya a suceder con la actividad en los próximos meses, el objetivo número uno del Gobierno es que la cotización del dólar se mueva lo menos posible. No es casual que haya economistas -como Walter Graziano, Fausto Spotorno y Eduardo Levy Yeyati- que le piden al Gobierno evitar una apreciación cambiaria, que lleva al “atraso”.

La jugada, entonces, está a la vista: si el Banco Central sigue con su plan y no convalida la inflación con una mayor emisión, el ciclo recesivo puede profundizarse.

El dato es clave si se tiene en cuenta la realidad de la denominada “economía real”.

De acuerdo a las estimaciones de las consultoras más serias, la última parte de 2018 coincidió con el piso de la recesión. MacroView, por caso, estimó que la caída del PIB en el cuarto trimestre habría sido del 4,6% en relación con el período octubre-diciembre de 2017.

Al mismo tiempo, confirma que si no fuese por el empuje que está mostrando el sector agrícola, la caída sería peor. El PIB “no agrícola” habría perdido 4,8%, con una agravante en el bloque conformado por la industria, el comercio y la construcción, que muestra una contracción interanual de nada menos que el 9%.

La perspectiva, de acuerdo a la visión de MacroView, luce gris. En su último reporte afirman que "el PBI ‘no agrícola’ seguirá en terreno negativo y posiblemente siga así por un tiempo más. Que la actividad registre un rebote a la salida del verano no significaría el fin de la recesión y menos una salida de la economía tipo letra 'V'".

“En 2019, el PIB no volverá al nivel previo del inicio de la recesión”, concluyen en la consultora de Melconian-Santángelo.

La gran mayoría de los analistas de la City aventuran que 2019 cerrará con otro signo negativo del PIB. La única excepción es la de Orlando Ferreres, que le da una mayor ponderación a la perfomance e influencia de la próxima cosecha.

Conclusión: el enfoque de los próximos meses habrá que ponerlo más en si se cumple la desaceleración inflacionaria antes que en la salida de la recesión. Si eso no ocurriese, más temprano que tarde empezarían las especulaciones sobre el atraso cambiario y en si es sostenible el esquema implementado por Sandleris-Dujovne para llegar con chances a las elecciones.

El debate sobre el mejor modelo de crecimiento, en este marco, quedará para el próximo gobierno.

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