COMPETITIVIDAD EN BAJA

El dólar alto pierde potencia y ya hay empresas exportadoras que dan señales de alarma

Con un billete verde estable, costos en alza y mayor presión impositiva, hay sectores que advierten que se desinfla el colchón de competitividad cambiaria
ECONOMÍA - 14 de Diciembre, 2018

"Todavía no se puede hablar de atraso cambiario, pero…". Palabras más, palabras menos, esta es la respuesta que brindan desde empresarios hasta analistas cuando, por estos días, se les pregunta cómo las variables dólar y precios están afectando al colchón de competitividad de los sectores exportadores.

Si bien hay coincidencia en que, tras el pico que alcanzó el billete verde en septiembre -cuando tocó los $42-, era de prever una corrección por una aceleración de los costos, la realidad es que el nivel y la velocidad del deterioro que sufrió el tipo de cambio que hoy miran los sectores que venden al mundo genera inquietud.

"Hay una tendencia leve a la apreciación", señala Jorge Neyro, de ACM Consultora, quien agrega que este deterioro no funciona, justamente, como un incentivo para que, de ahora en más, los sectores exportadores se lancen a ganar nuevos mercados.

El tema es que el pass through -es decir, el contagio de la devaluación a los precios- terminó siendo más virulento que lo esperado: septiembre fue testigo del mayor salto de precios en cerca de dos años y medio, mientras que octubre tampoco se quedó atrás, dejando un incremento acumulado en esos dos meses de casi 12%. En noviembre hubo una desaceleración, con un nivel de 3,2%. Pero esto coincidió con una divisa que, en términos nominales, se sigue manteniendo lejos del pico. 

Para analizar cómo se fue deteriorando el "colchón" para las empresas exportadoras basta saber que:

-El tipo de cambio real multilateral -que considera una canasta de monedas ponderadas según los principales países con los que comercia la Argentina- pasó de un índice de 87 puntos en diciembre último a un nivel de 140 en el pico de septiembre, lo que implicó una mejora del 60%.

-Sin embargo, tras la fijación del sistema de bandas instrumentado por el Banco Central y con particulares que no sólo demandaron menos billetes verdes sino que acudieron más al mercado para desprenderse de ellos, dicho indicador cayó hasta un nivel de 118.

-Es decir que, en menos de tres meses, se perdieron 22 puntos, achicando esa mejora del 60% a un nivel del 35%.

 

-En el comparativo bilateral con Brasil, en tanto, la competitividad en términos cambiarios se deterioró más de 21 puntos, para pasar a estar a niveles similares a los de octubre de 2014, cuando ya se estaba perdiendo el efecto de la devaluación que había convalidado el entonces ministro Axel Kicillof en febrero de ese mismo año.

 

-Si el comparativo se establece respecto de los países de la Unión Europea, hubo un fuerte deterioro de 28 puntos, de modo que la mejora del tipo de cambio en términos reales retrocedió hasta ubicarse en un nivel similar al de marzo de 2014.

 

Por ahora, los mercados frente a los cuales las ventajas cambiarias todavía más se sienten son China y Estados Unidos: para las empresas argentinas, la relación es la más ventajosa desde 2009.

El 2019 preocupa a los exportadores

Si bien el salto cambiario provocó un desplome de las importaciones –ayudado también por la crisis económica y la caída de la demanda interna-, por ahora está teniendo un efecto limitado a la hora de impulsar ventas al mundo, especialmente de productos con valor agregado.

"Las empresas que ya tenían un circuito armado y que tenían un importador en el exterior, estarán en mejores condiciones de aprovechar el actual del dólar. Pero para aquellas que no cuenten con la logística aceitada, será complicado que puedan abrir mercados de manera automática", plantean desde ACM.

En tanto, el director comercial de una de las tres grandes bodegas de la Argentina, reconoció a iProfesional que "si bien el dólar alto ayuda a mejorar los números, no es suficiente para producir un boom exportador. De hecho, recién en octubre empezamos ver una reacción en las estadísticas. Pero la expectativa es que los embarques de la industria, principalmente de Malbec, terminen levemente por debajo de los de 2017 o, a lo sumo, empatados".

A nivel nacional, las exportaciones total país crecieron apenas 1,2% en cantidades en octubre, pero todavía acumulan una contracción de casi 4% en diez meses, en gran medida por el efecto de la sequía.

En cuando al saldo de la balanza, se prevé un resultado negativo del orden de los u$s5.500 millones para todo 2018, una mejora importante frente al rojo de u$s8.300 millones que había arrojado el año previo.

Si bien el achicamiento del déficit es importante, desde Ecolatina plantean que esta mejora "llegará por razones negativas, como es la caída de la demanda, y no por razones positivas, como un aumento de las exportaciones".

Y, para los próximos meses, ya hay diversos expertos que marcan que difícilmente los sectores exportadores puedan volver a beneficiarse de un escenario de competitividad como el que se dio en septiembre. 

Desde la consultora EcoGo, por ejemplo, plantean que para que el índice de precios no supere el 30% durante el año próximo, el billete verde entonces no debería superar la pauta del 25%. Es decir, ni más ni menos que un revival del dólar como ancla de la inflación.

En tanto que desde el Centro de Economía Regional y Experimental (CERX), tras proyectar un índice de precios de más del 36% para los próximos doce meses, señalaron que ven muy difícil que la divisa estadounidense gane la carrera, por lo cual consideraron que "se va a perder competitividad".

De hecho, desde Ecolatina plantean que la desaceleración del índice en noviembre y diciembre, "no implica una relajación en la dinámica inflacionaria". Por el contrario, prevén que "el comienzo de 2019 será agitado". 

"En primer lugar, porque los trabajadores intentarán recomponer el poder adquisitivo perdido este año. Además, se observarán incrementos ya pautados en los precios regulados", agregan. 

A esto se suma una particularidad que tendrá el 2019: el factor elecciones.

El consultor Salvador Di Stéfano plantea que, de mantenerse el contexto recesivo, continuará viéndose una mayor oferta de dólares en el mercado, de la mano de más particulares que se verán obligados de desprenderse de los billetes para hacerse de pesos.

Para el experto, frente a esta mayor oferta, el Gobierno podría caer en la tentación de alentar un escenario de tipo de cambio bajo para "estabilizar la inflación y ganar gobernabilidad".  

Es en esta línea que, tal como informara iProfesional, el Banco Central dejó entrever que está listo para actuar con normativas y regulaciones para evitar que movimientos especulativos en la previa a las elecciones impacten en un salto del billete verde.

Incluso más: off the record, directivos de la entidad reconocen que no quieren que el mercado experimente momentos de zozobra que terminen generando incertidumbre entre los particulares.

Para Di Stefano, si se confirma que el dólar se convertirá nuevamente en ancla de los precios y entonces pasa a moverse por debajo de la zona de intervención, "para los sectores exportadores será un problema grave, porque no vemos posibilidad de una recuperación real del tipo de cambio".

"Vienen meses difíciles, en los que habrá que convivir con una inflación alta, tasas que no serán apropiadas para la producción, rentabilidades acotadas, y un tipo de cambio que crecerá al ritmo de los precios minoristas. El 2019 será un año 'amarrete'", completa.

Sectores "incómodos"

En este contexto, desde diversas ramas de actividad advierten que a la estabilización del billete verde, con una inflación todavía elevada, se suma una variable extra: la mayor presión impositiva que ha deteriorado significativamente la competitividad general de las economías regionales y de las industrias.

"A comienzos de septiembre, el Gobierno, urgido por una situación fiscal crítica, decidió volver a aplicar derechos de exportación sobre todos los productos que Argentina envía al exterior. Así, ahora hay bienes que pasaron a tributar luego de casi una década sin estar alcanzados por este nocivo impuesto", agrega.

Desde un sector representativo de la industria y con una fuerte impronta Pyme, como es el autopartista, hoy afirman que el dólar a poco más de $38 no alcanza para alentar ventas al mundo o desalentar importaciones.

"Nos bajaron los reintegros hasta un 2% y unos pusieron retenciones del 8%. Cuando una automotriz tiene que incluir una pieza nacional en un vehículo que se exporta, ese componente pasa a tener una penalidad de 6 puntos frente a uno importado. Esto está afectando salir al exterior", advierten desde AFAC.

En paralelo, es cierto que las ventas al exterior de autos vienen en aumento, pero el impulso está lejos de alcanzar para amortiguar el ritmo de actividad, muy golpeado por el derrumbe de los patentamientos en el plano interno. 

Además, el sector lleva exportadas en 11 meses unas 246.000 unidades, una cifra que se ubica nada menos que un 40% por debajo de un gran año como fue 2013, lo que demuestra que todavía hay limitaciones que impiden recuperar una mayor parte del terreno perdido.

En este contexto, el titular del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA), Ricardo Pignanelli, lanzó una dura advertencia al señalar que en el sector podrían destruirse 15.000 empleos en cuestión de meses.

En tanto que desde el arco empresario, uno de los que alzó la bandera en contra del deterioro de la competitividad cambiaria fue Cristiano Rattazzi, titular de FCA, quien disparó contra "la enfermedad argentina" que se traduce en una "pasión por el dólar atrasado".

Claro que, entre los sectores que más reaccionan apenas sienten "aroma" a pérdida de competitividad están aquellos vinculados con las economías regionales.

Desde la Cámara de Exportadores de Citrus del Noreste Argentino (CECNEA), que nuclea a productores de naranjas y mandarinas, plantearon que el sector está en una situación “muy mala” debido a los altos costos internos que quitan competitividad.

Según indicaron, las exportaciones cayeron alrededor de 30%, sobre todo de mandarinas, mientras que las de naranja tampoco se recuperaron, pese a la devaluación.

Así, desde la Cámara pidieron avanzar con una reforma impositiva para achicar un 20% los costos laborales, al tiempo que consideraron necesario que las empresas del sector puedan acceder a una línea con cinco años de gracia a tasas blandas para poder financiarse y “empezar a competir”.

En paralelo, desde una de las bodegas líderes de la Argentina, que produce y exporta varios millones de litros al año, trazan una lectura preocupante: "Con un tipo de cambio clavado hace meses, una inflación elevada para el sector y, además, con retenciones y quita de reintegros, estamos viendo que han empeorado las expectativas que teníamos a mediados de septiembre".

"Ya de movida, por ese combo tributario, recibimos 5 pesos menos por cada dólar exportado. Claro que estamos mejor que el año pasado o que en el primer trimestre, pero tampoco estamos tan bien como en 2005 o 2006, cuando el sector estaba en pleno boom por la demanda externa. Con suerte estamos en un nivel comparable al de 2011", agrega el directivo. Por cierto: fue a partir de ese año que las ventas al mundo comenzaron a amesetarse.

En el caso del sector lácteo, un informe de Fundación Mediterránea destaca que la actividad experimentó una buena recuperación. Según el INDEC, hasta octubre se habían despachado alimentos por u$s645 millones, casi 36% más que el mismo período del año anterior.

Según la consultora, la recuperación de la rentabilidad del sector exportador fue lo que explicó el crecimiento los envíos: a mediados de 2018, el margen bruto de una operación de exportación de leche en polvo entera era equivalente al 50% del costo de la leche cruda incorporada, "un porcentaje muy superior respecto del que se tuviera en los dos años previos", indicaron.

Sin embargo, poalertaron que "se ha encendido una alarma en octubre" en cuanto a la sustentabilidad de esta dinámica: el nivel ya se ubica por debajo del 30%, un deterioro que ubica al margen bruto en un umbral crítico, explicado también por una baja de las cotizaciones internacionales.

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