Qué sectores productivos ganan y cuáles pierden con la devaluación
La crisis financiera del país y la disparada del dólar altera el panorama para los negocios. Mientras que algunos sectores se ven envueltos en la incertidumbre, otros renuevan expectativas y ganan competitividad.
Un informe realizado por La Nación detalla cómo se posicionam los ámbitos productivos más relevantes en el nuevo escenario.
La agricultura y ganadería
El campo comprende muchos negocios: la agricultura, la ganadería, la lechería, las producciones de pollos y cerdos, y las economías regionales. La agricultura claramente tiene un impacto directo sobre los precios por la devaluación, pero, al mismo tiempo, tiene un aumento de sus costos (entre 50% y 70% de ellos están dolarizados).
En la ganadería surgen complicaciones, porque solo se exporta el 15%, entonces la gran mayoría del negocio está traccionado por el salario de la gente en el mercado interno. "En principio, por el lado de los precios, va a depender del nivel adquisitivo de la gente. Y por el lado de los costos, depende la actividad, porque los feedlots tienen gran parte de sus insumos en dólares", explica Ezequiel de Freijo, economista jefe de la Sociedad Rural Argentina (SRA).
En lechería, que produce 10.000 millones de litros por año, habrá una exportación de 1500 millones y el resto es consumo interno. "Por esta razón, está igual que la ganadería, porque le suben los costos rápido, mientras que el precio que recibe el productor tarda en acomodarse", dice De Freijo. En tanto, los porcinos y los avícolas están peor, porque tienen poco o nada de exportación y dependen de la plaza doméstica.
Las economías regionales, como la vitivinicultura, el té, peras y manzanas, lana, maní y olivo, pueden verse beneficiados porque tienen pocos costos dolarizados y precios que ahora subieron con el nuevo tipo de cambio, detalla La Nación.
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El consumo, en baja
Según estiman los especialistas, el consumo terminaría el año con una caída de 2%. "Los más afectados serán los bienes durables, como motos, inmuebles y algunos electrodomésticos. Esto es coherente con lo que se viene viendo con este Gobierno, donde la contracción ha sido clásica; es decir que la gente deja de lado aquello que es postergable", explica Guillermo Oliveto, presidente de Consultora W.
En alimentos y bebidas, el dato de supermercados de Scentia fue -1% en el interanual de julio y el general de Kantar Worldpanel fue -3%. En este caso, el impacto del dólar alto no es tan directo, porque las compañías no están pasando toda la devaluación a precios. "Está claro que los alimentos estaban priceados con un dólar de menos de $28. Habrá que ver cuánto pueden trasladar, sin que se les caiga más el consumo", acota Oliveto.
Juan Manuel Primbas, director de Kantar Worldpanel, dice que aún hay mucha cautela, pero todo lo que ya venía golpeado desde junio vuelve a tener un cimbronazo grande con esta devaluación. "Para revisar el número de caída anual, hay que ver bien cuánto de la devaluación pasa a precios, porque ya sabemos que los salarios van a quedar igual", acota el ejecutivo.
La industria, en retroceso
Las proyecciones de la Unión Industrial Argentina cambiaron con la corrida contra el peso que inició a fines de abril, la sequía y la desaceleración del repunte de Brasil. Teniendo todo eso en cuenta, la entidad estimaba que la actividad iba a caer un 1,5% este 2018 por un mal segundo semestre. Y a esto se sumó la devaluación récord del jueves con un dólar que, más allá del recorte del viernes, no se sabe dónde va a encontrar su techo.
"Es muy difícil calcularlo bien porque hay múltiples efectos, pero por ahora el número de caída no es muy distinto porque es difícil tener un dato más fino. El jueves, el dólar estaba a $40 y el viernes, a $38. No sabemos dónde va a terminar ni cuándo", afirmó Pablo Dragún, director del Centro de Estudios de la UIA. Según él, hasta junio -previo a este cambio relativo de precios tan brusco- lo que más crecía era la producción automotriz y de acero, aunque se desaceleraba por la caída de la construcción, indica La Nación.
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"Hasta junio estábamos en un 0,4% arriba y julio va a dar empatado o un poquito menos y esta tendencia se va a acentuar en los próximos meses. De acá a fin de año va a haber varios problemas. Primero hay que capear la incertidumbre cambiaria y financiera, y, luego, hay que ver si hay políticas para mejorar la demanda interna, porque exportar no es tan fácil aunque haya márgenes de ganancia", agrega Dragún.
Hay algo que es indiscutible respecto a este sector y es que el principal costo de los servicios profesionales que se exportan son los salarios, que, con la devaluación, se licúan en dólares. Es decir, que la apreciación del tipo de cambio ocasiona el efecto inmediato de un menor costo de producción. Sin embargo, el director de Argencon -la entidad que agrupa a empresas prestadoras de servicios basados en el conocimiento- dice que los contratos con el exterior suelen ser a largo plazo, entonces "la volatilidad del costo es un factor que no ayuda".
“En un primer minuto hay una reducción del costo de la operación que es real, pero hay una alteración de todas las variables macro que complican la proyección del negocio. Cuando hay que explicar el cambio en los números de inflación al exterior, la situación es inverosímil. Es un serio problema para la sustentabilidad del negocio, porque no es una turbulencia, son rupturas de mercado que complican las proyecciones. Son efectos antagónicos", puntualizó.
Y también señaló otra dificultad: estimar cuánto dura la ventaja. "La devaluación de 2013 ya estaba recuperada en 2015. La inflación se comió la devaluación en un año. ¿Esta vez será lo mismo? No hay una brecha estable, los golpes como estos te mejoran, pero en poco tiempo esa mejora se pierde".
Automotriz: el mercado interno se retrae
Las terminales que estén produciendo para el mercado interno tienen un problema, porque se pensaba que podía haber récord de patentamientos de autos, pero desde junio hay una caída en las ventas.
"El problema es que internamente tienen que traducir los precios al nuevo dólar, porque gran parte de sus insumos están dolarizados, y pega en el consumo interno", comenta Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de Ecolatina. Y agrega: "El fabricante que no logre compensar la caída del mercado interno con exportaciones va a tener que bajar la producción y eso implica despedir empleados o reducir turnos".
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Las que son perdedoras dentro de este rubro son las concesionarias, porque vuelcan todo al mercado interno. Les pasa algo parecido a lo que les sucede a las inmobiliarias en el rubro propiedades. De hecho, las ventas ya cayeron 17,5% en junio, 16,7% en julio y 26,8% en agosto, según datos de Acara, la asociación que nuclea a los concesionarios.
En este rubro se salvan solo aquellos que están muy volcados a la exportación, porque tienen solo parte de sus costos dolarizados (los salarios, por ejemplo, los tienen en pesos) y el precio de venta es todo en dólares. "Los principales fabricantes de pickups están muy volcada al mercado externo", precisa Sigaut Gravina.
Cambios negativos en la construcción
La suba del dólar empuja el precio, falta crédito y pocos se animan a comprar.
El sector inmobiliario es uno de los grandes perdedores, porque hoy casi no hay precios y, si los hay, la gente no quiere comprar. El que compró en dólares no quiere bajar el precio y el que tiene dólares los quiere hacer valer.
"Además, va a ser muy difícil que se reactive el mercado hasta que no tengamos un nuevo nivel para el dólar", señala Germán Gómez Picasso, director de Reporte Inmobiliario. "En el caso de los departamentos usados, en julio las ventas cayeron 18%, respecto de igual mes de 2017, pero es probable que en los próximos meses tengamos cifras más altas de la caída", agrega.
Además, prácticamente desapareció el crédito hipotecario. Como se disparó mucho el valor de la propiedad en pesos, una persona que quiere tomar un crédito hoy está en una situación muy difícil, porque necesita tener ingresos más altos para acceder al mismo crédito que a principio de año le permitía acceder a la propiedad que deseaba. "Por ahora, está muy frenado el crédito hipotecario y va a necesitar un tiempo para que se vuelva a acomodar, porque los precios de los salarios no se van a recuperar de un día para el otro", indica Gómez Picasso, según recoge La Nación.
En un principio habría una baja de costos de la construcción en dólares, pero los grandes constructores no están tan beneficiados por porque necesitan plazos más largos para construir y mientras tanto ya el precio del nuevo dólar se trasladó a los costos. Puede haber reactivación de viviendas unifamiliares, pero no a gran escala.