Desde autos hasta alimentos: el consumo masivo, el gran perjudicado por el salto del dólar y la suba de tasas
Por la devaluación y el posterior salto inflacionario, el consumo masivo volvió a resentirse. Varios indicadores lo demuestran: en los últimos dos meses se contrajeron las ventas de bienes durables (autos y motos) y también de alimentos.
La incipiente recesión, y sobre todo la incertidumbre cambiaria, viene golpeando a dos motores de la actividad, como la industria y la construcción. El ajuste fiscal, que puso freno a la obra pública, completó el escenario.
La economía real ve impactada, entonces, lo que antes había explotado en el mercado financiero. La suba del dólar y el encarecimiento de las tasas de interés fueron mellando el panorama. De hecho, ya en julio se evidenció una caída en el financiamiento para el consumo.
Los préstamos al sector privado se desaceleraron alrededor de 0,8% mensual, de acuerdo a un informe de la Fundación Mediterránea.
La reciente trepada adicional del tipo de cambio no hace más que ensombrecer el escenario. La aceleración inflacionaria tiene a los alimentos como uno de los rubros que más se encarece.
En medio de la crisis, la producción de alimentos usa nada más que el 63% de la capacidad total de las fábricas evidenciando una importante retracción que provocó la pérdida de 2.300 empleos y acumulando balances negativos en la mayoría de las empresas.
Un informe de la consultora Kantar Worlpanel brinda un interesante testimonio pormenorizado del fenómeno: la caída del consumo masivo impacta en la franja de la sociedad con menores recursos. De acuerdo a una investigación de la consultora especializada, en la base de la pirámide social la baja fue de hasta 3% en el segundo trimestre del año.
Corresponde a familias con ingresos promedio de hasta $18.000 mensuales. Se trata, justamente, de aquellos hogares que, en su mayoría, se encuentran por debajo de la línea de la pobreza medida por el Indec.
De acuerdo al organismo público, una familia es considerada pobre si sus ingresos mensuales se encuentran por debajo de los $19.600.
La caída del consumo en esos niveles se explica, básicamente, por el aumento en los precios de los alimentos, que vienen liderando a la hora de hablar de inflación.
En el estrato de la sociedad económicamente más postergado, la baja del consumo fue del 2% en el segundo trimestre del año. Son las familias con ingresos mensuales de hasta $8.400. Gran parte de esos hogares son los que perciben algún tipo de ayuda social por parte del Estado.
Ese nivel -denominado como “Bajo inferior” por Kantar Worldpanel- representa alrededor del 17% de la pirámide social.
En la siguiente escala de la pirámide se encuentran quienes tienen ingresos promedio de hasta $18.000 mensuales. Allí, el retroceso del consumo fue del 3%, siempre en relación al segundo trimestre del año pasado.
El nivel “Bajo superior” -así se los conoce a esta escala de la pirámide- incluye al 33% de la sociedad. Es la porción más grande de todas.
Las escaladas superiores de la pírámide quedan a salvo del ajuste. Según Kantar Worldpanel, el sector “medio bajo” -con ingresos promedio de $35.000- registraron una mejora en el consumo del 2% versus el lapso abril-junio 2017.
Un 28% de la sociedad integran esta porción de ingresos.
No obstante, los más favorecidos fueron las escalas superiores. El estrato “medio y alto” -un 22% del total de la población- tuvo un 4% de incremento en el nivel de consumo.
La mejora en esta escala puede interpretarse como que se trata de la parte de la sociedad menos castigada por la inflación. Allí se engloba el 17% de la sociedad de la denominada clase media alta, con ingresos promedio de $68.000 mensuales.
En la punta de la pirámide, un 5% de la población pertenece al ABC1 (“clase alta”), con ingresos promedio de $215.000.
La pérdida de poder adquisitivo de la mayor parte de la población, por culpa de la aceleración inflacionaria en medio de la devaluación, explica la caída en el consumo.
En la medición de Kantar Worldpanel no se incluyó lo sucedido a partir de julio, cuando se empezó a notar el salto inflacionario por la devaluación de mayo y junio. Según el INDEC, el mes pasado la inflación fue del 3,1%.
Una aproximación a lo sucedido (en el sentido de que lo que más se encarecen son los alimentos) lo da un último reporte de la consultora Focus Market.
El mes pasado, los principales incrementos se dieron en: Suavizantes para Ropa 14,1 %, Insecticidas 11,1%, Aceite 10,6%, Jugos Líquidos 7,5%, Pan Rallado 7,3%, Pañales 7,1%, Puré de Tomates 7%, Sopas 6%, Enlatados de Pescado 6%, Esponjas 6%, Jabón de tocador 5,2%y Galletitas 5,1 %.
Para complementar el escenario donde se conjugan recesión más inflación: los datos parciales de distintas fuentes, como la recaudación de la AFIP, que da una muy buena perspectiva de lo que sucede en la economía, permite avizorar que los números del consumo empeorarán en las próximas mediciones.
Algunas cámaras empresarias ya lo vienen adelantando: en los últimos dos meses cayeron las ventas de autos cero kilómetro y de motos, que venían traccionando los indicadores de consumo en los trimestres previos.
En esos mismos rubros, algunas fábricas automotrices ya informaron que suspenderán a parte de su personal. Lo harán en forma parcial y abonarán el 80% de los salarios de los trabajadores. Pero es una muestra de la economía que viene.
Una economía recesiva, en donde la pregunta se focalizará en la magnitud y en la duración de ese ciclo.