Efecto dólar: consumidores y Pymes ya ven las subas de tasas en tarjetas de crédito y descuento de cheques
Estaba dentro de lo previsible, pero esto no significa que el golpe no sea duro: la súbita alza de las tasas está impactando duramente tanto en los bolsillos de los argentinos de a pie como en la caja de las empresas y en la economía en general.
En los últimos días empezó a notarse cómo la "mano dura" del Banco Central (que incluye tipos de interés en pesos elevadísimos como forma de frenar la fuga al dólar), derivó en un sobrecosto que complica a todos aquellos que necesitan del financiamiento bancario.
En el caso de los particulares, luego de que el Banco Central llevara la tasa de referencia de las Lebac a los niveles de hoy día, el costo financiero total (CFT) que deben pagar por un crédito se disparó al 80%.
El actual contexto, no sólo afecta a las personas. También a las pequeñas y medianas empresas, que si no mantienen su capital de trabajo por encima de un determinado nivel corren el riesgo de ir a la quiebra.
Para peor, este elevado costo del dinero se da en momentos en que la cadena de pagos se ha estirado a niveles alarmantes y en que la caída en la actividad es muy fuerte.
Una prueba de lo peligrosa que resulta esta combinación la aporta la cantidad de compañías que en estos últimos meses han tenido que cerrar sus puertas o incurrir en despidos masivos.
Ventas en baja, costo en alza, una AFIP impiadosa y el dinero que no alcanza, lo que lleva a la gran mayoría de las Pyme a recurrir al descubierto en cuenta corriente y al descuento de cheques para surfear la crisis.
Precisamente, son dos herramientas (muy caras por cierto) a las que deben echar mano para hacerle frente al actual ciclo recesivo, con una facturación insuficiente y cobranzas que se reciben de a cuentagotas.
Completan este difícil panorama el volumen de cheques rechazados, que se duplicó en poco tiempo: casi $6.000 millones en tan solo los primeros cinco meses de este año, contra los $3.900 millones de todo 2017.
Este tipo de dificultades, asociadas a los mayores costos, significan un ahogo para las compañías que no tienen las espaldas financieras para capear el temporal (una gran mayoría).
Ante esta situación, tan dura como real, son muchos los economistas que están planteando medidas oficiales que permitan atenuar el impacto de la crisis sobre las personas y las empresas.
No es para menos, si se tiene presente que:
1.- Si sólo se abona el monto mínimo de la tarjeta de crédito, el saldo impago queda atado a una tasa que actualmente escaló al 79,1%.
Son cinco puntos más que el mes previo y diez puntos mayor que en abril o mayo, cuando ya resultada excesiva por donde se la mire.
2.- En el caso de los préstamos personales, también el encarecimiento es notorio.
Este tipo de líneas es muy sensible a las crisis y sus costos se mueven rápido: en junio, los bancos privados cobraban un CFT promedio del 62,6% anual. Dos meses después "explotó" al 78,4% anual.
Son cifras exorbitantes que impactan sobre la mayoría de los asalariados cuyos sueldos, en general, se acreditan en las mismas entidades financieras que luego llegan a cobrarle el 91,5% anual por un préstamo a dos o tres años.
Para tener una idea de lo que significa en términos de bolsillo, vale como ejemplo una persona que saca un préstamo de $10.000 a cancelar en 24 meses:
- Si ese crédito lo obtuvo en junio, la cuota mensual era de $677 y el monto total ascendía a $16.248.
-Si lo consiguió un mes más tarde, en julio, la primera se elevó a $760 y el total, a $18.240.
Cualquier lector atento podrá percibir que en un ejemplo de este tipo -de un monto bajo-, más que el incremento del pago mensual lo que importa es otra cosa: la suba salarial (si la hay) corre tres veces por debajo de las tasas de interés de mercado.
Así, las erogaciones mensuales van representando un porcentaje mayor del ingreso.
Lógicamente, si en vez de los hipotéticos $10.000 se habla de créditos de $50.000 o de $100.000 (apenas poco más de u$s3.000) los riesgos de no poder cumplir con el compromiso asumido aumentan notablemente.
Tasas que suben, ánimo que baja
A las empresas también se les ha incrementado notablemente el costo para financiarse. Los "adelantos en cuenta corriente", que a inicios de la semana se situaban en el 41% anual, pasaron al 54% anual en pocas jornadas.
Lo mismo sucede con el descuento de cheques, la alternativa típica a la que recurren las pequeñas y medianas empresas que necesitan cubrir el "rojo" del banco y para ello salen a "quemar" valores largos.
A una compañía, el cambio de un cheque a 30 días le significa que por cada $100.000 el banco se quedará con $3.000 aproximadamente. í‰se es el precio por hacerse del efectivo.
Asimismo, los créditos indexados por UVA directamente desaparecieron del mercado. Y esto se nota en las sucursales bancarias, ya que en muchas de ellas directamente fueron retirados los carteles que promocionaban esas líneas.
En definitiva, este nivel de tasas -que en el mercado secundario de las Lebac sigue incrementándose- tiene un severo perjuicio en la economía. Y algunas variables ya lo están demostrando claramente.
El INDEC y las cámaras empresariales ya comenzaron a dejar expuestos los costos de la devaluación en términos de estancamiento: después de un primer cuatrimestre que mostró datos atractivos de actividad económica, la súbita devaluación puso fin a esa dinámica virtuosa.
La reciente encuesta de expectativas del Banco Central (REM) expuso lo que se viene: los economistas consultados señalaron que la expansión 2018 será de apenas 0,5%. Eso quiere decir que, al menos hasta fin de año, el ciclo económico será recesivo.
Funcionarios contra el "apuro"
En medio de este difícil panorama, desde los despachos oficiales tratan de enviar señales de tranquilidad: "Este nivel de tasas es transitorio", asegura un miembro del equipo económico.
Sin embargo, nadie se atreve a mencionar el momento en que la actual dureza monetaria podrá flexibilizase.
"Cuando Stuzenegger se apuró a bajar los rendimientos, después fue peor. Hay que manejarse con total cuidado", completa el funcionario consultado por iProfesional.
En Hacienda afirman que el partido que hay que jugar ahora es el de ganarle al "mercado". Es decir, terminar definitivamente con la corrida cambiaria.
Recién ahí se podría pasar a la "Fase 2". El consenso entre los funcionarios es que sólo una vez que se haya restituida la confianza se podrá pensar la forma de normalizar la situación financiera. Para ello, habrá que esperar que haya una percepción generalizada de dólar estable en el mercado.
"Es temprano para pensar en eso", aclaran. Y asumen el enfriamiento de la actividad como un costo desagradable pero inevitable: a sabiendas del trauma que este nivel de tasas le provocan a la economía real, todos los esfuerzos se concentran ahora en erradicar la corrida.
El furioso apretón monetario aplicado por el Banco Central dejó sin aire a los especuladores, pero también intoxicó a la actividad económica.
"Después vendrá la etapa de analizar cómo el aumento del dólar se traslada al resto de precios de la economía. Recién ahí se evaluará cómo se vuelve atrás con el apretón monetario", desliza un economista consultado por Hacienda.
No lo dirán en público, pero lo cierto es que en el Gabinete económico creen que la emergencia se extenderá a lo largo de este tercer trimestre y a buena parte del último de 2018.
El objetivo político del Gobierno es poder dar señales de mejoras hacia Navidad. Si es antes, mejor.
Mientras no haya buenas noticias para dar, el ministro Dujovne repetirá puertas adentro el mismo mensaje que acaba de "bajar" en sus reuniones ante inversores de Wall Street: que el sofocón financiero ya pasó; que es tiempo para la estabilidad y que el Gobierno cumplirá a rajatabla con lo firmado con el FMI.
De hecho, en esta línea fue que el propio Mauricio Macri articuló su discurso del 9 de Julio.
Mientras dure el frío en la economía real, la apuesta central será apuntalar la expectativa de los empresarios y consumidores. Esto, con el objetivo de que el contexto pesimista no hunda aún más los niveles de inversión y de consumo.
Y, en todo caso, probar con el auxilio puntual a los sectores productivos más perjudicados. Algo de esto ya fue pensado por el ministro de Producción Dante Sica, quien ya anunció un acuerdo con doce bancos públicos para descontar cheques de hasta 90 días a pequeñas y medianas empresas a una tasa (final) del 29% anual.
El monto total que destinarán las entidades será de $26.000 millones. Por ahora, es momento de tener las ambulancias preparadas para salir a asistir a los que se pueda. Ya habrá tiempo para normalizar el mercado financiero.