Alimenticias remarcan fuerte los precios y se diluye promesa del Gobierno de "desinflación" en mayo
Ni el dólar clavado en $20,50. Ni las altas tasas de interés "contractivas", en la terminología de Federico Sturzenegger.
Ni el ancla salarial con paritarias de 15%, trabajosamente impulsadas por el Gobierno en sociedad con los principales sindicatos. Tampoco la férrea pelea por las expectativas que los funcionarios mantienen con la oposición.
Nada parece alcanzar para bajar la inflación de manera considerable.
Abril dará un número alto, cercano al 2,4%, y mayo arrancará complicado en materia de precios. Tras un inicio de año traumático, el mes que está a punto de comenzar promete más tensiones.
Por lo pronto, fuentes del sector advirtieron iProfesional sobre fuertes remarcaciones por parte de las principales alimenticias. Aumentos que, en muchos casos, ya fueron informados a las cadenas de comercialización, tanto minorista como mayorista.
Los incrementos para los alimentos llegan al 8%. Por ejemplo, en el caso de los fideos. E impactan en las líneas más económicas, de las cuales se abastece la población de menores ingresos.
También las arroceras están remarcando ese mismo porcentaje, mientras que las principales empresas de café están aplicando un 6% de suba.
Estos incrementos también provienen de una de las compañías más diversificadas de la industria alimenticia, que comercializa desde salsa de tomate hasta jugos en polvo.
Tal es así, que esta firma ya envió las nuevas listas con alzas de hasta el 10%. Y no es la única: otro de los grupos económicos líderes notificó aumentos que incluso se extienden hasta los condimentos (mayonesas, mostaza, ketchup).
Pero hay más. Junto a los incrementos en los precios de los alimentos, llegarán los de otros productos de la canasta familiar. Entre ellos, en los artículos de cuidado personal e higiene, que ya fueron anunciados.
Mayo no traerá el alivio esperado
A juzgar por las nuevas listas que están recibiendo las cadenas, mayo quedaría lejos de la expectativa del Gobierno. O, al menos, del escenario que prometieron públicamente los funcionarios.
Desde el Palacio de Hacienda venían pregonando que el índice de precios se iba a desplomar a partir del quinto mes del año: "A partir de mayo, vamos a tener niveles de inflación mucho más bajos", aseguró semanas atrás el ministro Dujovne. Hasta aseguró, sin dar una cifra exacta, que pensaba cumplir con la meta del 15% para el año.
"Sabíamos que estos primeros meses iban a ser así. Estamos atravesando un mal trago, pero era totalmente esperable", planteó, en un intento por mostrar que el mal momento era pasajero.
Bajo su óptica, tras el primer cuatrimestre con una "inflación enfurecida", notablemente impactada por la revisión de tarifas, en mayo llegaría el oasis tan esperado.
Por eso es tan relevante lo que está pasando. Porque la ola remarcatoria -por ahora en alimentos y otros productos del consumo masivo- amenaza con enterrar definitivamente la expectativa oficial de un índice en baja desde ese mes.
Para peor, estos incrementos golpean donde más duele: en la denominada inflación "núcleo" (que incluye productos de la canasta básica pero que no contempla los precios regulados), que es la que más mira Sturzenegger para decidir los pasos a seguir con su política monetaria.
El jefe del Banco Central viene de advertir que si en mayo no se notaba una "desinflación", la institución retomaría la estrategia de subir las tasas.
"Si el escenario (de pronunciada baja de la inflación) no se diera, tenemos que hacer lo que tenemos que hacer. En este caso puntual es subir la tasa de interés", alertó Sturzenegger.
Esta advertencia fue pronunciada incluso tres veces por el titular del BCRA en su última conferencia de prensa.
El último martes insistió con lo mismo, al confirmar que el tipo de interés de referencia continúa por ahora en 27,25% anual, pero que hay altas chances de que sufra una corrección.
"El BCRA va a estar analizando la evolución de la inflación en las próximas semanas. Si la evidencia indicara una desaceleración menor a la esperada, aumentará la tasa", avisó.
Esta "sentencia" deja entrever dos cosas:
1.- La marcada preocupación del elenco oficial por la resistencia de los precios a bajar del nivel en el que están.
2.- El Gobierno pareciera dispuesto a rever su estrategia presentada con bombos y platillos el último 28 de diciembre.
Ese día, el Ejecutivo y el BCRA anunciaron una flexibilización de la meta inflacionaria para 2018 y abrieron la puerta a una reducción de la tasa de interés. Es esto último lo que ahora se encuentra en revisión.
La clave de este posible paso en falso hay que buscarla en la dinámica inflacionaria pero –muy en especial- en lo que ocurre con la denominada "inflación núcleo".
¿Por qué? Básicamente, porque este indicador considera sólo aquellos bienes y servicios que no dependen de la "mano" del Gobierno (como son las tarifas) ni tampoco de la estacionalidad.
La "núcleo" ascendió al 2,6% el mes pasado, tres décimas por encima del IPC.
Para los especialistas, este brote se relaciona con lo que se denomina una "segunda vuelta" del impacto de los aumentos tarifarios, como también al alza de los combustibles.
Es decir, el Gobierno habría subestimado el contagio a los precios que generan los ajustes en la luz y el gas.
Listas que queman
Las listas de precios que en estas horas están llegando a supermercados y mayoristas incluyen aumentos en varios productos de la canasta básica.
La fábrica Molinos, líder en el mercado de productos farináceos, entre otros rubros, "avisó" que los fideos de sus marcas más populares -Terrabusi, Manera, Canale y Favorita- se encarecerán un 8%.
Se trata de la primera reacción ante la suba en el precio de la harina, que la empresa vende a granel, y que también modificó a sus clientes.
Desde que empezó el año, el precio de la harina se disparó 50% y arrastró a los productos industriales. En enero, la bolsa de 50 kilos costaba entre $250 y $300. Ahora saltó a $450.
Otras fábricas de menor tamaño -Mendía, entre las más conocidas-, anunciaron repuntes del 10% en sus productos (tapas de empanadas, pascualinas).
En tanto, algunas de las arroceras más importantes del mercado avisaron que, tras el feriado del Día del Trabajador, los valores se elevarán 8% en promedio.
Algunas de estas fábricas -tanto de arroz como de productos farináceos- si bien no son conocidas por sus marcas, su relevancia está dada por sus ventas "a façon" para las grandes cadenas de supermercados que luego comercializan esos artículos bajo "marca propia".
A los incrementos en los valores de los alimentos hay que añadirle el rubro de higiene personal y limpieza para el hogar, cuyos productos se encarecerán en torno al 10% en las próximas horas.
Alpargatas, una de las líderes del rubro limpieza, ya les notificó a sus clientes.
Inflación imparable
La Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) acaba de pegarle un "sablazo" a la estrategia oficial de mantener en calma las expectativas inflacionarias.
El Centro de Investigación en Finanzas de la UTDT, cuyo director, Juan José Cruces, no disimula su identificación con el Gobierno, hace referencia a una inflación esperada que se elevó al 25% para los próximos 12 meses.
En los últimos diez (meses), la expectativa había permanecido en el 20% anual.
En las últimas horas también trascendió un relevamiento realizado entre empresarios Pymes de la consultora especializada CERX (Centro de la Economía Regional y Experimental).
Siete de cada diez ejecutivos creen que la inflación superará el 20% este año, bien por encima de la previsión oficial.
En vista de estos pronósticos, la insistencia de Hacienda de que el índice se ubicará, como mucho, en 20% este año suena más a un optimismo desmesurado que a otra cosa.
Por ahora, el Gobierno confía en tres anclas que le ayudarán a salir del paso y, aunque sea, acercarse a la meta del 15% para este año:
1.- El "apretón" monetario, que podría ajustarse un poco más si es que Sturzenegger cumple con su palabra.
2.- Salarios con aumentos de hasta el 15%. El riesgo es que esta ancla perjudique la actividad por un consumo atenuado. Sin contar con el hecho de que, si la inflación no se atenúa, muchos de esos acuerdos salariales se reabrirían antes de fin de año, porque contienen cláusulas de revisión.
3.- El tipo de cambio. El BCRA ya anunció -y cumplió- que intervendrá en el mercado cuando sea necesario para cumplir con ese objetivo. Después de que el dólar saltara de $17,50 a $20 (entre fin de 2017 y principios de este año), el Gobierno quedó satisfecho con la mejora de competitividad y ahora apunta a planchar la cotización para evitar mayores presiones inflacionarias.
Con todo, lo que está quedando en evidencia en estos días es que estas tres anclas no están resultando eficientes para frenar los aumentos.
Las empresas, acuciadas por los incrementos de costos por las mayores tarifas, trasladan esos ajustes en sus presupuestos a los precios de sus productos.
Así ocurrirá también en mayo. La traumática historia de la inflación en la Argentina abrirá entonces un nuevo capítulo.