¿Lo que no pudo Moreno lo logrará China?: crece la presión para que sojeros liquiden sus stocks en silobolsas
La noticia conmocionó al sector sojero argentino: por primera vez en 20 años, se importó una cantidad considerable de porotos de origen estadounidense.
Fueron dos operaciones en dos jornadas consecutivas que terminaron sumando un cuarto de millón de toneladas.
El primer objetivo, aseguran en el mercado, es compensar el faltante de soja que generó la crisis climática, que está dejando a las plantas que producen aceite y harina con una capacidad ociosa cercana al 50%.
Sin embargo, hay quienes ven en estas operaciones una jugada estratégica por parte de los grandes traders, que tendría el objetivo de forzar la comercialización de entre 10 y 12 millones de toneladas de la anterior campaña y que los productores venían "retaceando" a medida que veían que el valor de la oleaginosa parecía no tener techo.
El origen de la soja tampoco sería casual: Estados Unidos está trenzado en una contienda comercial con China, país que acaba de anunciar un fuerte arancel para castigar a las importaciones de granos provenientes del territorio que gobierna Donald Trump, luego de que el mandatario bloqueara el ingreso de acero asiático.
Este sorpresivo "cerrojo" que está imponiendo el gigante comandado por Xi Jinping aceleraría un efecto dominó que podría terminar impactando en los silobolsas que descansan en los campos argentinos.
En buen romance: lo que en épocas del kirchnerismo no pudieron conseguir el entonces secretario Guillermo Moreno o el ministro Axel Kicillof –que agitaron el fantasma del regreso del IAPI de Perón para controlar el comercio de granos o hasta amenazaron con denunciar a productores por poner en riesgo la soberanía alimentaria-, ahora, un conflicto que sucede a miles de kilómetros de distancia, podría desarmar ese "canuto" crónico.
Desde la sequía local al enojo chinoEl rojo de la balanza comercial superó los u$s8.000 millones en 2017 y consultoras como Ecolatina o Abeceb plantean que este año fácilmente podrá superar los u$s10.000 millones.
Una de las razones por las cuales el "motor" que genera divisas de manera genuina –como son las exportaciones- no acompañará, está vinculado con la sequía, que le propinó al campo la peor crisis climática en cincuenta años.
Los problemas hídricos, que provocaron un derrumbe de casi 17 millones de toneladas de soja respecto de las previsiones iniciales de cosecha, tuvieron un efecto que ayudó a compensar –en parte- las pérdidas: la suba del precio de la oleaginosa.
Así y todo, la liquidación de divisas en el primer trimestre cerró en u$s4.680 millones, versus los u$s4.800 millones del mismo lapso del año anterior.
Según el experto en agronegocios Salvador Di Stéfano, el escenario de escasez de mercadería fue lo que terminó exacerbando el comportamiento especulativo por parte de los productores, que se tradujo en un salto de la cotización de la oleaginosa que pocos en la industria aceitera tenían en sus cálculos previos.
Según estimaciones de la consultora Agri Trend hay en poder de los productores unos 10 millones de toneladas de la campaña anterior, cifra que algunas estimaciones la estiran a los 12 millones.
Son, como base, unos u$s3.000 millones que no están entrando a la plaza local.
Alimentado por el faltante de materia prima en el mercado, el precio de la soja "explotó" un 80% (en pesos) en apenas 12 meses, convirtiendo a la oleaginosa en una de las grandes inversiones de este último tiempo.
Esta olla a presión en la que se terminó convirtiendo el mercado local –con gigantes de la exportación consiguiendo poca mercadería y a precios elevados y grandes productores y cooperativas especulando a la hora de vender- terminó por provocar un fuerte desfasaje entre el valor vigente en el mercado argentino y en la plaza estadounidense.
Afuera, la oleaginosa se estuvo pagando a unos u$s380 la tonelada. En el mercado local, la cotización –incluyendo retenciones- llegó a equivaler a u$s440, es decir unos u$s60 extra por tonelada, un sobreprecio que, para los expertos, es insostenible en el tiempo y que estaría por pincharse.
El artífice de este cambio no es el Gobierno que, en la práctica, ha venido aplicando medidas para alentar la venta de granos, como la posibilidad de declarar ventas anticipadas de soja y así beneficiarse con la reducción gradual a futuro de las retenciones.
El responsable de este nuevo escenario es el resultado de un efecto en cadena, iniciado por la guerra comercial que se ha decretado entre China y los Estados Unidos y que le está pegando un sacudón a nivel mundial al mercado de la oleaginosa.
"Cuando Estados Unidos dio a conocer que estudiaría la factibilidad de aplicar aranceles sobre 1.300 productos de origen chino, afectando a un mercado valuado en u$s50.000 millones, el país asiático devolvió la estocada avisando que aplicaría una política comercial equivalente sobre más de 100 bienes americanos incluyendo, entre otros, a la soja y el maíz", indicaron desde la Bolsa de Comercio de Rosario.
El efecto inmediato tras conocerse la noticia del recrudecimiento de la tensión entre ambos gigantes que mueven millones de toneladas de granos cada año, fue el de un abaratamiento del "yuyito" estadounidense y el de un fortalecimiento del valor de la producción sudamericana.
Para la Argentina, de hecho, esta crisis se presentaba como un escenario de pura ganancia.
Pero la alegría no duró mucho: aprovechando el diferencial de precios que se generó, las empresas aceiteras locales –que hoy padecen una enorme capacidad ociosa- empezaron a comprarle la materia prima a exportadores estadounidenses –que ahora tienen soja de sobra-.
Y el impacto fue inmediato: los precios en el mercado local comenzaron a caer.
En concreto, el Departamento de Agricultura de EE.UU. comunicó a través de su sistema diario de informes de ventas de exportación que 120.000 toneladas de soja de ese país habían sido compradas por la nacional Vicentín.
La compañía es la sexta principal exportadora argentina, con un share del 9% del total del negocio. El año pasado despachó al exterior granos, harinas y aceites por casi 7 millones de toneladas.
La novedad fue que, tras conocerse esa operación, este miércoles el USDA anunció una nueva operación, por otras 120.000 toneladas.
Así las cosas, en apenas dos jornadas, la plaza local se aseguró un cuarto de millón de toneladas de porotos con el sello estadounidense, la mayor operación en más de dos décadas.
Y los precios locales, lo sintieron de lleno:
-El lunes, tocaba los $6.500
-El martes, pasó a valer $6.200
-Este miércoles, en tanto, se pactaron negocios por $6.100, es decir, una caída del 6% en solo dos ruedas.
"Las fábricas locales disminuyeron los ofrecimientos. La noticia de Argentina importando soja estadounidense marca límites en el mercado doméstico", planteó la Bolsa de Comercio de Rosario.
Según Di Stéfano, la fuerte brecha entre la cotización local y la del exterior es la que, justamente, está permitiendo traer por barco materia prima desde el país del Norte para luego reexportar lo procesado y que el negocio siga siendo rentable.
Prevén más importacionesPor ahora, serán cuatro grandes buques tipo Panamax los que vendrán desde la costa este estadounidense para recalar en el complejo de crushing de Santa Fe, con el objetivo de que las plantas procesadoras tengan materia prima y a precios competitivos.
Cabe destacar que la Argentina es el principal exportador mundial de harina de soja (un commodity fundamental que se utiliza para alimentar animales y permitir convertir proteína vegetal en animal) y también de aceite.
Por eso, ante la necesidad de contar con más porotos, las importaciones provenientes de EE.UU. no se detendrían en las operaciones realizadas esta semana.
Sucede que Paraguay –proveedor habitual de la Argentina en épocas de escasez- este año podría aportar no más de 2 millones de toneladas en lo que resta del año, una cifra que estaría lejos de compensar las pérdidas por la sequía.
Así las cosas, todo indica que las aceiteras locales seguirán buscando abastecerse con más granos producidos en tierras donde gobierna Donald Trump.
Esto es posible porque existe un régimen llamado "admisión temporaria", que permite importar soja sin el pago de aranceles para luego reexportar la mercadería con valor agregado.
Desde la consultora internacional especializada en comercio agrícola, Baize & Associates, estimaron que las multinacionales que operan en la Argentina comprarán hasta un millón de toneladas de origen estadounidense.
Sin embargo, fuentes que siguieron de cerca la operación de compra de Vicentin, adelantaron que "va a haber más importaciones y se van a sumar más empresas". No descartaron, incluso, que se superen las dos millones de toneladas. Todo dependerá de cómo se muevan los precios en el mercado local y en el plano internacional.
Para Di Stéfano, la jugada realizada por la multinacional tuvo un eje comercial pero también fue una acción que tuvo un costado estratégico.
"Estamos hablando de embarques que van a estar llegando entre octubre y noviembre. Por eso, además de una oportunidad de negocios, la decisión de importar se tomó para que el mercado se asuste, venda más y el precio interno baje un poco", apuntó.
El consultor Gustavo López afirmó que este año, la industria va a moler entre 37 y 38 millones de toneladas de porotos. Dado que el sector cuenta con instalaciones para procesar 66 millones, esto implica que esta rama de actividad estará operando con una capacidad ociosa alarmante, del orden del 45%.
"Hay grupos de productores que plantean quejas, por el riesgo de que los valores que pagan los exportadores tienda a caer. Pero prohibir estas importaciones no tendría sentido: se está agregando valor y se evita que las fábricas operen a pérdida", agregó.
Claro que esta operación no está libre de polémicas: buena parte de la supericie de soja estadounidense procede de variedades genéticamente modificadas que no están autorizadas en la Argentina. De modo que, antes de que ingresen los embarques, habría que adecuar las normativas.
Pero pocos creen que estas cuestiones técnicas hagan caer las operaciones de importación, dado que hay un trasfondo político por detrás de este "operativo soja".
Limitar estos embarques justo cuando la Casa Blanca está pulseando con el gigante asiático, para el macrismo supondría comprarse un problema diplomático que considera innecesario, justo en momentos en que está por ingresar el primer despacho de limones nacionales a ese país y que además se está negociando para que entre la carne vacuna.