Se agudiza la crisis textil: miles de suspensiones y despidos por caída en ventas y las importaciones
El empleo se ha convertido en un tema tabú para el Gobierno. No porque sea una problemática que esté fuera de la agenda oficial, sino porque es una de las promesas de campaña que todavía no se refleja en resultados positivos.
Hay algunos sectores, como el textil, que se volvieron un caso paradigmático de pérdidas de puestos de trabajo.
Según las cámaras industriales del sector, esto es consecuencia del panorama recesivo general, pero también el resultado de medidas económicas puntuales, como la mayor apertura importadora.
En medio de las críticas, el Ejecutivo elabora un "plan productivo" para reactivar la generación de empleos en el entramado fabril.
La iniciativa impulsada por el jefe de Gabinete económico, Mario Quintana, y el ministro de Producción, Francisco Cabrera, apunta a incrementar la productividad y reducir los costos.
Esto, a través de una medida no exenta de polémica: el recorte de las cargas sociales.
El problema es que la intención de frenar la pérdida de puestos de trabajo choca con otras medidas que van en sentido contrario.
En la rama textil, la apertura de importaciones promovida por el Ejecutivo, en un contexto de caída del consumo, provocaron un "efecto de pinzas" sobre la actividad.
En medio de un derrumbe en las ventas, que los expertos del sector estiman en el orden del 30%, hay empresas que están operando al 60% de su capacidad instalada.
"Hay una pinza que aprieta a la industria textil. Cuando entra un producto terminado para el consumo, deja de trabajar toda la cadena y si sobra algodón, se exporta sin valor agregado", advirtió a iProfesional el presidente de la Fundación ProTejer, Jorge Sorabilla.
La apertura comercial impacta, sobre todo, porque se produce en un momento recesivo.
Según datos de la CAME, en julio pasado, la caída de las ventas fue de un 8,8% interanual para el rubro "textil blanco" (sábanas, manteles, cortinas, toallas, etc), mientras que la merma fue de 7,7% interanual para la indumentaria.
El problema es que la "torta" se achicó y, además, los importados tienen una porción mayor.
Las quejas de los empresarios del sector dejan en evidencia los problemas de competitividad: ni siquiera con una devaluación del 50% se está logrando hacer frente a los productos que llegan del exterior, principalmente de Asia y Brasil.
Los problemas de esta rama de actividad se están sintiendo con fuerza en el empleo en Buenos Aires, Tucumán, La Rioja, Santa Fe y Catamarca, que acumulan 8.000 suspensiones, según los datos de ProTejer.
La cifra casi triplica los casos relevados por la Asociación Obrera Textil (AOT) que en la primera semana de agosto había informado 3.000 suspensiones y 300 despidos.
La diferencia se debe a que la entidad empresarial además incluye a técnicos, administrativos, y trabajadores de la confección.
El parate de la actividad se intensificó en el segundo semestre.
La planta de Mafissa en La Plata envió en los últimos días a 240 trabajadores a sus casas.
En tanto, la principal fabricante de hilados del país TN&Platex suspendió desde fines de julio hasta octubre a 460 empleados de sus dos establecimientos de Tucumán. Además, hizo lo mismo con otros 260 operarios de su planta de Catamarca, en este caso por 30 días.
Anteriormente, Alpargatas había finalizado los contratos laborales de alrededor 70 personas.
A pesar que solicitó el plan Repro de $2.000 por trabajador, la tucumana Tecotex ya pidió que se incremente la ayuda estatal, mientras que Tavex advirtió que en septiembre podría suspender gente si la situación no se revierte.
"Las perspectivas son bastante oscuras. En cualquier momento esto explota", dijo a este medio el secretario adjunto de AOT, José Listo.
La entrada de productos terminados como telas, prendas, toallas y sábanas desplazó a los productos nacionales y las fábricas acumularon stocks, una situación que podría agravarse con el sistema de compra en el exterior "puerta a puerta", que entrará en vigor en septiembre.
Los últimos datos disponibles de ProTejer muestran que en el primer semestre ingresaron 21.000 toneladas más de productos textiles importados, lo que implicó un alza del 30% en volúmenes, en un contexto en el que la demanda interna se redujo hasta un 15%.
¿Más inflación?Por otra parte, el primer eslabón de la cadena también empezó a verse afectado por el estancamiento económico.
Los productores de fibra de algodón, necesaria para la industria textil, prevén un panorama menos alentador. Lo atribuyen a las altas tasas de interés, la caída del poder adquisitivo y la pérdida de competitividad cambiaria.
El año pasado el sector algodonero produjo 240.000 toneladas. De ese total, 160.000 se vendieron en la plaza local, 40.000 se exportaron y otra cantidad similar fue retenida por los productores a la espera de mejores precios.
Ahora, en cambio, se producirán 20 mil toneladas menos y proyectan una reducción del área sembrada de 400.000 a 300.000 hectáreas, lo que implicaría una caída del 25%.
En lugar del algodón, los productores analizan invertir en otras alternativas más rentables en divisas como girasol o maíz.
"El año que viene se va a sembrar menos algodón porque es un producto caro con este dólar y el precio internacional está por debajo de los valores históricos", afirmó a iProfesional e titular de la Cámara de Algodón, Carlos Alberto Almiroty, atribuyó.
El traspaso a otros cultivos no será gratuito para la industria textil, que se abastece de un tercio de las 450.000 toneladas anuales que se consumen en el mercado argentino.
Los otros dos tercios son cubiertos con importaciones. "Se va a encarecer el principal insumo de nuestra industria local y uno de los elementos de competitividad", advirtió Almiroty.
Esto no ayudará a desacelerar la inflación -al menos en el rubro textil-, uno de los objetivos que se había propuesto el Gobierno al asumir a fines del año pasado.
La única variable en pie
Desde que se abrió la compuerta a las importaciones, los empresarios textiles critican la falta de "decisión política" para regular el flujo por parte del Gobierno.
La mesa consultiva en las que participan con el secretario de Transformación productiva, Lucio Castro, no arrojó mayores resultados hasta ahora.
"Esto se debería resolver en una semana. Se comprometieron a autorizar un 10% menos de importaciones en relación con 2015 pero, en algunos productos, el nivel de ingreso se incrementó hasta un 500%", señaló un empresario off the record.
Las quejas apuntan contra el cambio abrupto en la administración del comercio exterior. El abandono de las Declaraciones Juradas de Importación (DJAI) por el Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI) derivó, a partir del 1 de enero pasado, en la liberación de unas 18.000 posiciones arancelarias de un total de 19 mil. El sobrante quedó bajo el régimen de Licencias No Automáticas (LNA).
Por ello, las industrias regionales y gobiernos provinciales reclaman al Ejecutivo controlar el ritmo de importaciones para que no se desvíen de China a otros países asiáticos, eludiendo así las medidas antidumping vigentes.
Además piden:
-Una mayor exigencia en la evaluación del Certificado de Origen.
-Una mayor inclusión de posiciones arancelarias en el régimen de Licencias no Automáticas.
-Un aumento en el control de etiquetados.
-Un alza del arancel externo para encarecer las importaciones.
En respuesta a los cuestionamientos, el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay cruzó a los industriales y defendió la política de importaciones.
"El empresariado local tiene que saber que hay un plazo de cuatro años para hacer dieta y gimnasia, y prepararse porque después vendrán los Juegos Olímpicos y tendrán que competir con el mundo", aseguró.
Sin embargo, la Federación de Industriales de Santa Fe alertó que mientras el consumo, los salarios y la actividad se resienten, lo único que crece es la llegada de productos del exterior.
"La evolución de las importaciones muestra una conducta que no se corresponde con la dinámica del nivel de actividad económica en general e industria en particular", señaló la entidad.
Según los últimos datos del INDEC, la compra de bienes de consumo extranjeros avanzó un 22% en el primer semestre, entre los cuales destacan la ropa y el calzado.
"No es gratis la importación, es dejar gente sin trabajo", disparó Sorabilla.
La situación encendió la alarma en el sindicato, donde ya pidieron una reunión con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca.
"Queremos que nos diga si es viable o no la industria textil", protestó Listo.
En las últimas semanas, el gremio reclamó a la cartera laboral elevar de $2.000 a $4.000 el monto por trabajador que reciben las empresas en crisis beneficiadas con el programa de Recuperación Productiva (Repro).
Se trata de un subsidio destinado a cubrir parte de los sueldos mediante los fondos de la Anses. No obstante, el dirigente de la AOT asegura que las partidas "salen a cuenta gotas".
Ganadores y perdedoresNo todos pierden con las importaciones. Uno de los sectores que se vio más beneficiado es el del retail.
Gracias al abandono de las DJAI, las grandes cadenas de supermercados, tiendas comerciales y fabricantes de calzado globales se abastecen de productos terminados por un valor 4,5 veces más baratos que los "made in Argentina".
Así, una prenda nacional que en el país se comercializa a $700, llega de China para venderse a $150, según informó la CAME.
Un estudio de Fisfe señala que en junio las compras de calzado y prendas elaboradas en el sudeste asiático aumentaron un 35 y un 41%, respectivamente. Son zapatillas y ropa que cada vez ocupan más espacio en las góndolas de grandes comercios como Adidas, Nike y Fallabella, según indican los industriales.
Teddy Karagozian, directivo TN&Platex, principal productora de hilado, con 1.700 empleados y ocho plantas en el país, apuntó días atrás contra "los tiburones importadores" y calificó la política de comercio exterior como un "grave error" del Gobierno.
"No es una buena noticia el hecho de que los empresarios industriales tengan que hacer el ajuste, esto ya lo vivimos otras veces", advirtió.
En la actividad miran con temor el servicio puerta a puerta, que permite adquirir bienes en el exterior por un máximo de cinco compras anuales por persona, que no superen los 50 kilogramos y por un valor de hasta u$s1.000 por operación.
Para los textiles, el nuevo sistema va a complicar a todas las industrias, con excepción de la automotriz. "¿Era este el momento de promover el consumo de importados de la clase media alta", se quejó Karagozian.
El textil es uno de los sectores que el Ejecutivo instó a "reconvertirse" en el marco del denominado "plan productivo" que apunta a incrementar la productividad y la inversión mediante el abaratamiento del costo del capital, una reforma tributaria, y la disminución del costo de transporte y logística.
A diferencia de las terminales automotrices, el rubro fue identificado como "no competitivo".
Pese a las críticas al gabinete económico, los empresarios y gremios confirmaron a iProfesional que trabajan con los funcionarios para reducir las cargas sociales.
La apuesta es impulsar en el interior la industria de la confección para generar nuevos puestos de trabajo con un bajo costo de capital.
Esa es la vía a la industrialización que siguieron México, Guatemala, Honduras, Corea, Taiwán, China, Singapur, Pakistán y Bangladesh.
Y esta estrategia ya encendió la polémica. Sucede que en esos países las multinacionales operan en zonas francas de exportación que gozan de incentivos fiscales y aduaneros y mano de obra barata.
La maquila textil se caracteriza por emplear en su mayoría a mujeres, quienes reciben hasta un 50% menos del sueldo de los hombres.
Informes de OIT reconocen que en algunas de estas zonas "se prohíben los sindicatos o se restringe su actuación", mientras que "la legislación en materia de salud, seguridad y vacaciones, o no se aplican o no se sanciona el incumplimiento de las mismas".
Mientras tanto, la actividad textil sigue emitiendo señales de alerta.
Según datos de ProTejer, la capacidad instalada bajó a menos del 70%. Y el principal gremio amenaza con salir a la calle y transformar las quejas en protestas más visibles.