Riesgos de "noviar" con un gigante: China vende más de lo que compra y le dejó al país rojo de u$s6.000 M
Tiempo atrás, mucho antes de las actuales "relaciones carnales", la posición del Gobierno argentino frente a China era muy diferente.
Durante los primeros años de Cristina en el poder, el gigante asiático era señalado como una de las principales amenazas para la industria nacional.
Ropa a precios irrisorios, calzados a valores de saldo y la amenaza de miles de contenedores a la deriva con productos chinos, sin encontrar puertos de destino por la crisis internacional, eran el gran fantasma que obsesionaba por aquellos días a la administración kirchnerista.
Incluso, la Cancillería argentina por aquel entonces había preparado una misión de alto nivel para que el país oriental amplíe las importaciones de bienes argentinos, de modo de evitar que las compras se concentren sólo en soja y derivados.
Pero con los años, a medida que se profundizó el problema de la falta de dólares, el rol de China en la relación bilateral experimentó un giro de 180 grados.
En efecto, dejó de ser señalado como el socio comercial "malo" que contribuía al fenómeno de sojización del campo argentino y que ponía en riesgo a la industria nacional para convertirse no sólo en un socio relevante sino también en uno de los principales soportes financieros del Banco Central, de la mano de los u$s3.100 millones que ya giró en el marco del acuerdo de intercambio de monedas, también conocido como swap.
Con el objetivo de asegurarse de más dólares e inversiones fue que la Presidenta realizó una gira de alto impacto mediático, que incluyó todo tipo de ingredientes: desde polémicos tuits hasta una veintena de acuerdos, muchos de los cuales despertaron sospechas y quejas, principalmente provenientes desde el arco industrial.
La posibilidad de que ciudadanos orientales estén en condiciones de realizar inversiones con total libertad -siempre que su país las financie- y que puedan desempeñarse en el mercado laboral en igualdad de condiciones que los argentinos, fueron algunas de las quejas que se hicieron escuchar desde la UIA.
La jefa de Estado acalló las críticas asegurando que "la asociación estratégica con China no es una política de este Gobierno, sino una política pública de Estado".
En uno de los encuentros con los CEO de grandes empresas, incluso resaltó el "conocimiento" que éstos tenían sobre las "posibilidades de negocios" en la Argentina.
Además de intentar afianzar la relación en momentos en que el BCRA está necesitando dólares y que la economía requiere de más inversiones en infraestructura y energía, Crstina también destacó las grandes oportunidades que ofrece el gigante asiático para las empresas nacionales.
De hecho, más de 100 directivos de compañías locales viajaron hacia ese destino, en el marco de la misión oficial.
A medida que avanzaba la gira, Cristina tuiteaba sobre acuerdos para exportar carne vacuna y pollo y sobre los negocios que se abrían para los cítricos, lácteos y hasta arándanos con sello nacional.
Sin embargo, para la Argentina, en medio de un atraso cambiario que se agudiza al calor de la inflación y que ahorca a las economías regionales, la etapa de las oportunidades, al menos en el corto plazo, parece haberse perdido.
No es para menos: allá por 2008, el país había logrado un importante salto de las exportaciones hacia el país asiático, con envíos por casi u$s6.400 millones.
Ha sido hasta el momento, la marca récord. A partir de allí, las ventas hacia ese destino se amesetaron y luego sufrieron un pronunciado declive.
De hecho, 2014 finalizó con envíos hacia China por u$s4.450 millones, un 20% menos que el período anterior y un 30% por debajo de la marca histórica alcanzada en 2008.
Ese año marcó sin dudas un fuerte punto de inflexión: las importaciones de productos chinos, con algunas oscilaciones, terminaron por explotar hasta que en 2014 el saldo comercial alcanzó un rojo difícil de digerir: fue negativo para la Argentina en u$s6.300 millones.
Es decir, la relación bilateral le "aspiró" el doble de dólares que los que ingresaron hasta ahora con los swaps.
Esto se debe a que, mientras que las exportaciones se fueron desplomando, el ingreso de artículos asiáticos en los últimos diez años se multiplicó por cinco.
El siguiente gráfico es más que elocuente, dado que muestra el paulatino descenso de los envíos de empresas argentinas y, como contrapartida, el boom de productos chinos que arribaron al mercado interno.
Radiografía: qué se compra, qué se vende
Cuando siete años atrás la comitiva de funcionarios de Cancillería viajaba a China para exigirle a ese gobierno que diversificara su matriz de importaciones y no "utilice" a la Argentina únicamente para adquirir soja, el reclamo estaba basado en la pobreza de la canasta exportadora nacional.
El problema es que los resultados de esa misión oficial fueron nulos. El gigante asiático nunca avanzó con dicha diversificación. Por el contrario, siguió concentrando sus compras en el "yuyito" y sus derivados.
Esto se desprende al analizar las estadísticas aduaneras correspondientes a todo 2014: los porotos y el aceite de soja, es decir, tan sólo dos productos, representaron el 75% de lo que se exportó al gigante asiático.
El agravante es que los diez principales productos enviados son de muy escaso valor agregado, como aceite de petróleo, carne vacuna, tabaco, camarones, pollo, aceite de maní, cuero y moluscos (ver cuadro).
Al respecto, un informe de la UIA publicado en el marco de la gira presidencial, recalcó que "durante el período 2003-2013 un 85% de las exportaciones argentinas se concentraron solamente en porotos de soja, petróleo y aceite de soja".
Claro que esta "sojización" de la relación con China no es culpa únicamente de esa nación oriental: por problemas de competitividad, las exportaciones nacionales de alimentos hace tiempo que están amesetadas o en caída.
Una misión con escaso impacto
En diálogo con iProfesional, Mauricio Claverí, economista de Abeceb, sostuvo que "realizar este tipo de misiones comerciales, como las que hacía Guillermo Moreno, te pueden abrir algún que otro negocio puntual, pero nunca te van a mover el amperímetro".
"Diversificar la canasta exportadora hacia China es muy difícil. Hay grandes asimetrías y un componente estructural del comercio bilateral determinante", agregó el experto, para luego resaltar que "las empresas argentinas también arrastran otros problemas que hacen muy complicado cambiar esta realidad, como la falta de competitividad y las diferentes trabas que desde hace tiempo enfrenta toda firma exportadora, incluso las de alimentos".
Como contrapartida, al trazar un análisis sobre los bienes que llegan de China, las diferencias saltan a la vista: mientras que los 10 productos más exportados al gigante asiático explican el 88% del total, los diez más importados desde ese destino apenas equivalen apenas al 26%.
Además, la matriz comercial china se caracteriza por un altísimo nivel de valor agregado. Basta considerar que la nación oriental exporta más componentes para el armado de televisores LED (u$s375 millones) que lo que la Argentina le vende de aceite de soja (u$s316 millones).
El siguiente cuadro, muestra el ranking de los principales productos comprados al gigante asiático:
En el marco de la gira presidencial, Ernesto Fernández Taboada, director ejecutivo de la Cámara Argentino-China, aseguró que, como país, "nunca tuvimos una estrategia" para abordar ese mercado.
El directivo agregó que esa nación funciona "al revés" del mundo occidental: "Primero hay que ser amigos del comprador y después sí se puede empezar a hacer negocios".
Consideró que esto es un "problema" para los directivos de pequeñas y medianas empresas, "porque hay que viajar dos o tres veces por año" y esto puede representar un gasto anual de más de u$s15.000, sólo en logística.
Por otra parte, para Claverí, luego de más una década del plan de industrialización oficial, la práctica muestra que hay poco margen para sustituir importaciones de origen chino.
"Actualmente, la única manera de que caiga el fuerte déficit comercial es por una contracción de nuestra economía, que produciría una baja en la demanda de insumos y bienes de consumo", apuntó Claverí.
Incluso, el informe de la UIA advierte que este marcado acercamiento bilateral potenciará más las importaciones y pondrá en riesgo el futuro de la industria.
"En la Argentina existe producción local de durmientes para ferrocarriles con 6 empresas que ya venden al transporte nacional y que se encuentran invirtiendo. Sin embargo, se está tramitando la importación de 2 millones y medio de durmientes, que costarán entre 200 y 300 millones de dólares. Inclusive, tal fue la premura, que ya se están probando en el INTI los durmientes de origen chino", alertaron desde la entidad.
El verdadero peso estratégico
Lo llamativo de que el Gobierno esté insistiendo en las grandes oportunidades comerciales que ofrece el gigante asiático es que este planteo tiene lugar luego de años de pérdida de terreno en ese mercado.
En efecto: en la actualidad, según datos de Aduana, a China se destina el 6% de todas las exportaciones nacionales. En 2008, es decir, hace siete años, absorbía casi 10% del total. Es decir que el peso de la nación oriental cayó más de tres puntos.
Como contrapartida, en ese mismo período fueron las empresas chinas las que más rédito sacaron de la relación bilateral: en 2008, las importaciones de artículos de ese país por parte de la Argentina equivalían al 12%.
En 2014, en tanto, el share de China en el total comprado al exterior ya había ascendido al 16%.
En los encuentros protocolares, el gobierno de Xi Jinping se encargó de remarcar la importancia estratégica que tiene para su nación el fortalecimiento de los lazos.
No es para menos: tal como señalan analistas como Jorge Castro, ese país busca asegurarse la disponibilidad de recursos naturales, desde alimentos hasta minerales, para garantizarse el desarrollo de las próximas décadas.
El problema es que, si se analiza sólo el intercambio comercial, para China la Argentina representa un jugador de segundo o tercer nivel: pese al boom de la soja, la participación nacional en las compras del gigante asiático ni siquiera representan el 0,2%.
De cara a qué puede esperarse para los próximos años, el documento de la UIA advirtió sobre los riesgos que se esconden tras la gira presidencial y la "fiesta" de acuerdos: "La experiencia internacional indica que en pactos similares firmados por China con otros países de América latina no se ha logrado ni revertir balanzas comerciales deficitarias, ni tampoco generaron complementación productiva".
Por el contrario, alertaron que dichos acuerdos "vienen consolidando procesos de desindustrialización, sin resolver los problemas estructurales del mercado de trabajo y la restricción de divisas".