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Villanos se buscan: con un ajuste en marcha y sin "malos" a quien culpar, el "relato" atraviesa su peor momento

En el conflicto con docentes el kirchnerismo no pudo hacerle pagar a Scioli el costo político. Para peor, aumentos en las tarifas y clima de conflictividad
31/03/2014 - 07:03hs
Villanos se buscan: con un ajuste en marcha y sin "malos" a quien culpar, el "relato" atraviesa su peor momento

El kirchnerismo se enfrenta en estas horas a su peor pesadilla: en la polarización de la sociedad -esa que siempre propugnaron sus usinas intelectuales- quedó parado del lado equivocado, el de los defensores del ajuste y peleando en contra de las reivindicaciones de los trabajadores.

Las quejas de los funcionarios por cómo los medios de comunicación llamaban "tarifazo" al recorte de subsidios de los servicios públicos es, acaso, una muestra elocuente de esta nueva fase declinante del "relato".

Ocurre que esos mismos funcionarios -así como todos los medios afines al oficialismo- no habían tenido reparo en calificar como "tarifazo salvaje" la suba del boleto del subte decretada por Mauricio Macri cuando se hiciera cargo del servicio.

En ese caso, el alza había sido de 40%, casi un retoque menor en comparación con los incrementos reales que se acaban de anunciar para el gas y el agua.Para colmo, esto ocurrió con un "timing" difícil de empeorar, cuando los docentes completaban su cuarta semana de huelga en la provincia de Buenos Aires y luego de que Hugo Moyano convocara a un paro "en contra del ajuste".

En una actitud que llamaba la atención por su desconexión con este clima político, Cristina Kirchner celebraba en un acto en Aeroparque cómo había mejorado el confort de la terminal aérea y justificaba el gasto público para solventar Aerolíneas Argentinas, que ofrece una bandeja de refrigerio más completa que la de los vuelos de cabotaje de Europa.Una postura incómoda para la militancia K

La incomodidad del "núcleo duro" del kirchnerismo -ese segmento que adhiere al Gobierno por motivos ideológicos y que, al decir de Jorge Asís, participan de la "revolución imaginaria"- creció a un punto que se hizo inocultable.

Cuesta hoy imaginar a los intelectuales de Carta Abierta o a los jóvenes militantes de La Cámpora participando en debates en los que tengan que asumir el incómodo y antipático rol de enfrentarse a docentes que piden una mejora para un gremio donde el salario de inicio venía siendo de $3.600.

Más bien, ha ocurrido lo contrario, como quedó en evidencia cuando editorialistas de los medios afines al Gobierno reclamaban una solución urgente para el tema de los maestros y hasta insinuaban torpeza política e insensibilidad social respecto de este tema.

Como Eduardo Aliverti, quien se mostró indignado por cómo se había generalizado el discurso que hablaba de "los pibes como rehenes de la extorsión de los gremios docentes".

Ese tipo de expresiones fueron utilizadas no sólo por parte de los funcionarios de Daniel Scioli sino también por el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.

Desde las páginas de un diario oficialista, Mario Wainfeld advierte que "el sistema de negociación colectiva docente no es la única realización del kirchnerismo que atraviesa una etapa de crisis; muchos de los pilares del ‘modelo' exigen cambios".

En tanto, Artemio López, el más influyente de los politólogos afines al Gobierno, planteó con elocuencia lo que cree que debe ser la actitud del kirchnerismo en un momento como este: abandonar cualquier temor respecto de lo que la opinión pública pueda opinar sobre la huelga y marcar una decidida postura alineada con los maestros.

López comparó la situación de este sector con el conflicto suscitado en 2008 entre Cristina y los productores sojeros."Néstor nos mostró que en estas circunstancias no hay que ceder, puesto que esta construcción de opinión pública, articulada con intereses corporativos que construyen por caminos diversos, el estado general de ánimo propalado por los medios, debe y puede alterarse", plantea.

Y, especialmente, expone una vuelta a los principios del kirchnerismo original, lo cual implica el rechazo a modalidades como las que corporiza Daniel Scioli.

"Al recostarse exclusivamente en los medios, pero sin gestión respaldatoria, Daniel Scioli resulta pre kirchnerista, atrasa en su modalidad de construcción de legitimidad y no logra obtener los resultados esperables según su ya agotado paradigma", agrega López.

Pero la verdad es que la postura a favor de los docentes no resulta tan reñida con la opinión pública: una encuesta de la consultora Poliarquía muestra que una abrumadora mayoría de 68% apoya el reclamo salarial, si bien no justificaba la huelga.Esa necesidad de tomar distancia de la incómoda situación, y por consiguiente buscar un villano a quien "tercerizar" las culpas, quedó también en evidencia cuando el programa 6-7-8 invitó al sindicalista Roberto Baradel, a quien trató con particular deferencia.

Una deferencia que contrastó notablemente con la actitud de cuestionamiento que recibió Alberto Pérez, jefe de gabinete de Scioli, a quien se invitó al día siguiente, más por compromiso que por convicción.Scioli ya no sirve para tercerizar culpas

El intento de "pegarle" al gobernador bonaerense ante situaciones de crisis es una reacción clásica del "cristinismo duro", pero cuya efectividad tiene rendimiento decreciente.

La situación del conflicto docente hizo acordar a lo ocurrido en 2012, cuando Scioli -ante el "apriete" financiero del gobierno central- tuvo dificultades para pagar los aguinaldos y debió recurrir a una suba de impuestos. Fue allí cuando se terminó de consolidar el mito de "incombustible" del gobernador.

Las encuestas reflejaban que, aun en medio del enojo por no cobrar su aguinaldo, los bonaerenses no lo culpaban directamente al él sino a la Presidenta.

Otro tanto ocurre en este momento, cuando el debate docente retrotrajo la discusión sobre quién es más responsable.

Así, desde el kirchnerismo puro se admite que el Gobierno no puede desentenderse de un tema de tanta repercusión y, además, que no se lo puede dejar circunscripto a responsabilidades provinciales.

Es un argumento resistido por los economistas. Por caso, Federico Muñoz argumenta que, lejos de ser culpable, Scioli es una víctima de la política que ha instrumentado Cristina.

"La única salida viable es la urgente reparación de la histórica discriminación fiscal que padece la provincia", plantea Muñoz. Y recuerda que actualmente este territorio recibe apenas un 4% del Fondo del Conurbano.Si se eliminara el tope a la cuota que capta la provincia por ese fondo y, en consecuencia, las arcas de Scioli recibieran lo correspondiente según los coeficientes de participación, entonces todo el debate y las cuatro semanas de huelga habrían sido innecesarios."Recibiría en 2014 no menos de $5.000 millones adicionales que le permitirían satisfacer con creces los reclamos docentes", asegura Muñoz.

Lejos de ese análisis de federalismo fiscal, el cuestionamiento se planteó en los medios de comunicación en los términos de si "hay o no hay plata" para otorgar aumentos.

Fue allí que desde el kirchnerismo comenzaron a surgir reclamos para que la gestión de Scioli endureciera su postura ante los productores agropecuarios, de manera de obtener una vía de financiamiento para los maestros.

Pero también allí queda al descubierto que los viejos argumentos ya no le resultan válidos al kirchnerismo.

Primero, Alberto Pérez dejó en claro que la presión tributaria sobre el campo bonaerense llegó a tal nivel que ya no se puede subirla sin que se produzca el efecto de la "curva de Laffer". Es decir, que ante un aumento impositivo la recaudación baje en vez de incrementarse.

Por otra parte, en medio de la discusión docente, se conoció el dato oficial respecto de que la liquidación de dólares de los exportadores de soja había sido en el verano casi un 18% más alta que la del verano anterior.

Este dato -que contradice el mantra kirchnerista de la conspiración de productores que "amarrocaban" su producto en silobolsas para generar inestabilidad- mostró también que los antiguos "villanos favoritos" del relato empiezan a no resultar funcionales.

Si hasta Gustavo Grobocopatel, apodado "rey de la soja", se permite cuestionar la efectividad de la devaluación y afirma que "las políticas de estos años no sólo no protegieron la mesa de los argentinos sino que la pusieron en riesgo".No hay más villanos

Son días complicados para salir en defensa del "modelo". Lo sabe bien Kicillof, quien sufrió en su propia oficina el planteo de los empleados del ministerio de Economía, quienes reclaman un incremento salarial del 35%, un número que supera la estimación oficial de inflación.

Y, además, señalan la precarización laboral de los dependientes con dos tercios de trabajadores en situación de contrato irregular.

El cantito que le dedicó el sindicato del Ministerio es por demás elocuente: "A ver ministro, a ver si nos entendemos. Vos ganás 70 lucas, mi sueldo está por el suelo. Pagaste millones para la Repsol y ni un solo peso, pa´ el trabajador"Ese mismo día, los legisladores kirchneristas defendían en el Senado el acuerdo de indemnización a la compañía española. Al día siguiente, Kicillof anunciaba los recortes de tarifas.

Sin dudas, los últimos días han sido como un torpedo que pegó en la línea de flotación del "relato".

Quedó demostrado -como recordaron muchos políticos fanáticos de la serie "House of Cards"- que nunca sale bien parado quien se enfrenta a los maestros.

Peor aun, se evidenció que la estrategia de culpar a Scioli resulta ineficaz. Ni siquiera siguen vigentes los viejos argumentos para pegarle al campo.

Las chicanas a Macri quedaron seriamente dañadas, luego de que el propio Federico Sturzenegger hablara del "tarifazo" de Kicillof.

Por otra parte, la nueva postura de Cristina Kirchner en contra de los piquetes la aproximan a la tesitura histórica de Macri y la "derecha" argentina.

Y, para colmo, economistas como Javier González Fraga comparan la política económica actual -dólar que se desliza de a poquito, tasas de interés que trepan- con la que utilizara José Alfredo Martínez de Hoz en los '70.

Es, diría Cristina, "too much" para un Gobierno que durante años aplicó la tesis del filósofo Ernesto Laclau, según la cual los "progresismos" deben concebir su tarea como la afectación de intereses de sectores privilegiados y, en consecuencia, no deben temer a una polarización social sino, más bien, deben exacerbar esas diferencias.

Claro que esa teoría necesita que, frente al Gobierno, haya villanos, que es lo que hoy está faltando.

Tanto que hasta Aldo Ferrer, un prócer de los economistas "heterodoxos", afirma que el problema no son los empresarios sino los errores de los funcionarios: "Si piensan que esto que pasa es por los conspiradores que se quieren llevar la plata y tumbar al Gobierno, no ven el problema real".

En definitiva, el "relato" está en riesgo, porque ante la falta de villanos, el riesgo es que el "malo" termine siendo el propio Gobierno.