Paradoja: se critica "economía casino" mientras cae la inversión real y sigue la euforia en la city
En estos tiempos en los que las tasas de interés de todo el mundo están a ras del suelo, y cuando una rentabilidad de dos dígitos se transformó en una utopía digna de los que añoran a Gordon Gekko -el malvado de la película "Wall Street"-, puede resultar asombroso que haya un mercado bursátil en el cual el índice general suba 21% en apenas un mes.
Más increíble aun, hay acciones que lograron el insólito guarismo de 93% sólo en septiembre.
Pero, lo más sorprendente, es que no solamente este mercado existe, sino que sea el de la Argentina, un país donde justamente el Gobierno se jacta de haber terminado con la cultura de la especulación y de haberla sustituido por la cultura de la producción.
Irónicamente, una de las expresiones favoritas de Cristina Kirchner es la de "economía casino", a la que ha recurrido en foros internacionales para referirse de manera despectiva a las filosofías que orientan las economías de Estados Unidos y Europa.
Lo cierto es que para aquellos inversores que disfrutan de la adrenalina a tope en mercados muy fluctuantes y con la posibilidad de ganancias rápidas, debe haber pocas opciones más atractivas que la bolsa de Buenos Aires.
Los números son bien elocuentes:
• En lo que va del año, el índice Merval subió un 83%. Si se descuenta la variación del dólar paralelo (43% en ese período), esto implica una ganancia real del 20% en dólares.
•Pero si se pone la lupa sobre las variaciones de corto plazo, donde está en el negocio de los "traders", ahí las oportunidades de ganancia se hacen mucho más grandes. Por ejemplo, el índice general tuvo, en el recién terminado mes de septiembre, la tercera mayor suba de la última década para un período mensual, con una variación de 21,5%.
Cuando se miran las variaciones individuales de las acciones, la sorpresa es mayor. Edenor, una de las principales empresas de distribución del servicio eléctrico, ganó un impactante 64% en apenas un mes, y llegó a tener ganancias del 18% en una sola jornada. Y en todo el 2013 ya incrementó su valor más del 300 por ciento.
Estos números parecen más impactantes aún cuando se los compara con la mala performance de los mercados de capitales de la región: en lo que va del año, el índice de la bolsa paulista cayó un 21%, mientras que la chilena perdió 14% y la mexicana un 9%.¿Qué festeja el mercado?
A primera vista, podría llegarse a la conclusión apresurada de que estas cifras son el síntoma de una economía pujante.
Pero, lejos de eso, este boom del mercado de capitales ocurre en un momento en el que los economistas privados proyectan muy bajos niveles de crecimiento económico, por lo menos hasta 2015, y con la posibilidad de eventos conflictivos en materia de precios y mercado cambiario.
Como si fuera poco, las reservas no dejan de bajar -ya perforaron el nivel de los u$s34.600 millones- y el país cuenta con un riesgo elevado de caer en default técnico, a raíz del litigio que mantiene con los llamados "fondos buitre".
Por otra parte, tampoco puede atribuirse este rally de los mercados a las buenas noticias que arrojan los balances de las empresas. Por el contrario, muchas de las que recibieron un empuje alcista están en una situación de caja seriamente comprometida.
Si bien es cierto que hubo una recuperación de los índices de rentabilidad luego de una brusca caída, siguen mostrándose flojas las expectativas de inversión.
Un informe de la Fundación Mediterránea sobre los resultados de las empresas cotizantes en bolsa destaca que la rentabilidad neta sobre facturación llegó a 1,6%. Si bien representa una mejora con respecto al 1,2% que se registró un año atrás, evidentemente siguen siendo márgenes reducidos como para pensar en que los negocios tengan grandes perspectivas de crecimiento.
Los mercados de capitales operan sobre las expectativas hacia futuro. Y por eso un indicador relevante es la inversión que, en definitiva, es lo que permite prever un incremento en el valor de las compañías.
En el caso argentino, dichas perspectivas de inversión privada no pasan por su mejor momento. Luego de un pico del 20,9% del PBI en 2007, cayó hasta ubicarse en un nivel de 16,7%.
En tanto, la Inversión Extranjera Directa (IED) retrocedió 32% en Argentina en la primera mitad del año de acuerdo con un informe de la CEPAL, a contramano del repunte observado en Perú (27%), El Salvador (27%), Panamá (19%), Costa Rica (15%), Uruguay (8%) y Colombia (5%).
Para la Fundación Mediterránea, "este fenómeno obedece a distintos factores: menor crecimiento, pérdida de competitividad y rentabilidad de las empresas, mayor incertidumbre y trabas al comercio exterior y al mercado cambiario".
El economista Enrique Szewach, también señala que el entorno político conspira para un incremento de la inversión privada.
"En nuestro país, el costo del capital, medido en dólares, es cuatro veces superior al de la región. No se consigue financiamiento de largo plazo, salvo el acceso a líneas especiales promocionales y racionadas", describe Szewach.
La consecuencia de esta situación, según su punto de vista, es que "para que una empresa que opera en la Argentina gane después de impuestos lo mismo que en otros países de la región por la misma actividad, su única variable de ‘ajuste' es el trabajo".
Pero, argumenta Szewach, dado que el salario es el más caro de la región, medido en dólares, sólo queda una salida: "Las empresas invierten poco y casi no demandan personal".Adelantando un ajuste¿Cómo se explica, entonces, este mini boom del mercado de capitales en un país cuyo Gobierno se jacta precisamente de no tener una "economía casino"?
La visión de analistas y operadores de la city porteña es que se llegó a un punto en el que los valores de las empresas son percibidos como muy bajos, luego del castigo que en los últimos dos años les dio un mercado de capitales anémico.
Desde ese punto de vista, las ganancias corresponden más a correcciones que a tendencias de crecimiento sostenido.
Por otro lado, como el volumen que se opera es tan reducido, un solo rumor alcanza para generar "pingües" ganancias en algún papel.
"Quienes operan en la city porteña celebran. La recuperación este año ha sido importante, pero sólo explicada por una corrección de precios que venían quedando rezagados más que por una suba sustentable basada en negocios o planes de inversión genuinos", afirma el consultor Salvador Di Stefano.
Los números parecen darle la razón: el año pasado, con la excepción de la siderúrgica Tenaris, del grupo Techint -la única empresa argentina con rango de multinacional- todas las acciones perdieron valor respecto del dólar paralelo.
Esto llevó a que los inversores vieran valuaciones tan bajas que les fue abriendo espacio para compras de tipo oportunistas.
Pero hay otro ingrediente clave que está teniendo incidencia en los últimos movimientos del mercado: las ganancias están revelando la expectativa de que las distorsiones de la economía ya han llegado a tal grado de magnitud que será inevitable una corrección.
En otras palabras, se vive una nueva paradoja argentina: las ganancias no reflejan el optimismo de los inversores sino la perspectiva de un ajuste.
El caso de Edenor y de todo el sector de servicios públicos resultan bien claros. A lo largo de los últimos años, cada vez que hubo una suba importante de estas acciones ha sido porque circuló el rumor de que el Gobierno haría una corrección en las tarifas, ya que están prácticamente congeladas desde hace una década.
La imposibilidad de seguir sosteniendo una masa de subsidios que ya equivale al 5% del PBI lleva a una fuerte especulación sobre un "tarifazo" post elecciones legislativas del 27 de octubre.
La valuación bursátil de Edenor había sido muy castigada, debido a la insostenible ecuación de negocios donde los costos suben al ritmo de la inflación y los ingresos están virtualmente freezados.
Tanto que el año pasado cayó en default con los proveedores mayoristas de energía eléctrica y comenzó a rumorearse sobre su estatización.
Ahora, con la posibilidad de un ajuste, el mercado se adelantó a una mejora en el equilibrio financiero de todo el sector de servicios eléctricos.
Claro que en estas inversiones hay un alto componente de especulación.¿Estará en lo cierto la expectativa del mercado? Expertos en política energética muestran escepticismo.
"El Gobierno va a tratar de mantener el tiempo que pueda los actuales niveles de tarifas y subsidios", argumenta Daniel Montamat, ex secretario de Energía.
Y agrega: "Es posible que luego de las elecciones -que serán adversas para el oficialismo- cualquier intento de recomposición tarifaria provoque reacciones sociales y políticas muy fuertes".
Su observación apunta a una de las claves del momento: el mercado se mueve más por especulación que por certezas de la economía.
Y, en ese contexto, ya se sabe quiénes ganan: los expertos en "río revuelto", precisamente esos a los que Cristina fustiga en sus discursos.
"Para los fondos de carácter especulativo, que ven que hay activos que en la Argentina están subvaluados y que además vislumbran cambios políticos, el panorama propicio. El problema es para las compañías de la ´economía real´, para las que el escenario luce complejo, producto de una total falta de certidumbre", resume Agustín Etchebarne, director de la Fundación Libertad y Progreso.
Y destaca que no es lo mismo que un mercado de capitales crezca movido por la especulación que por el optimismo sobre el futuro económico del país.
En ese contexto, los expertos creen habrá una importante toma de ganancias en cualquier momento.
El hecho de que el mercado siempre se adelante a las noticias hace que todos los que apuestan a cambios post electorales ya hayan jugado sus fichas. Y eso restaría margen para que el actual ritmo de subas en las cotizaciones pueda sostenerse.
De manera que se espera que el "subibaja" del mercado de capitales argentino continúe, con sus fluctuaciones bruscas.
Y esto también generará ganancias de magnitud en la bolsa, que pueden superar cómodamente las de una empresa de la economía real en todo un año.
Los operadores de la city seguirán de festejo, una situación difícil de explicar para un relato kirchnerista que no se cansa de vanagloriar las ventajas del modelo productivo y de fustigar a la "economía casino".