Agenda "freezada": con la ausencia de Cristina, los temas urgentes quedan en stand by
"Y vos... ojo con lo que hacés".
La frase fue pronunciada por Cristina Kirchner en diciembre de 2011, cuando se confirmó que debía operarse de la glándula tiroides y permanecer tres semanas con licencia médica.
El destinatario era Amado Boudou, el único que mantuvo el gesto grave mientras el resto de la audiencia se reía, interpretando la advertencia presidencial como un chiste."Yo no es que te quiera mandar, es bromita pero va en serio, creo que es muy importante que todos sepamos las responsabilidades que tenemos", agregó Cristina, mientras especulaba con lo que la prensa opinaría al día siguiente: "Imagino el título de los institucionalistas de mañana: ‘Presionó al vicepresidente para que haga lo que ella quiere, autoritaria y hegemónica'... las cosas que he tenido que soportar".
{noticias-relacionadas}Pero Boudou tenía en claro que no era un humorada: la Presidenta estaba recordándole en público cuál era el rol que ella esperaba de él, y que se encontraba en las antípodas del protagonismo político que, en su momento, había intentado Julio Cobos.
En la visión kirchnerista, no cabía lugar para la disidencia ni para los intentos de alterar el estricto esquema verticalista en el que se funda el estilo de la gestión K.
En aquella oportunidad, había circunstancias que jugaban a favor: era pleno enero, con la opinión pública distraída por el período vacacional, todavía disfrutando de un boom consumista y turístico, y con un panorama político que parecía despejado tras el espaldarazo del 54% que recibió la Presidenta.No le resultó difícil a Boudou seguir al pie de la letra el consejo de Cristina de ser cuidadoso con su recién estrenada vicepresidencia.Agenda pesada
Hoy, en cambio, se encuentra con otra "suplencia" en la cual todo es diferente. La agenda incluye temas importantes, algunos de resolución urgente, en los cuales, para colmo, no existe consenso interno sobre cómo avanzar.
Lo que quedó en evidencia es que aquella broma-advertencia que le dedicara la Presidenta hace dos años no se borró de la memoria de Boudou.
En su primer acto, y en la víspera de una nueva intervención quirúrgica, el vicepresidente destacó: "Es una tarea que no es nueva y no genera ninguna incertidumbre. Esto es igual que el año pasado, no hay nada raro. Ella pide mantener la gestión y todo el equipo de la Presidenta va a hacerlo".
Por detrás de la apariencia de declaraciones de ocasión, Boudou tuvo claro cuáles eran las palabras clave que están flotando en este momento: "incertidumbre", "equipo" y "gestión".
Justamente, los tres puntos sobre los cuales la mayoría de los analistas hacen una lectura opuesta a la del Gobierno:
•No ven equipo sino un conjunto de funcionarios peleados entre sí que compiten por congraciarse con una Presidenta autoritaria a la que temen.
•No ven gestión sino una colección de fracasos, producto de la negativa a reconocer problemas de fondo de la economía y a adoptar medidas que sólo atacan los síntomas.
•Perciben una incertidumbre creciente, tanto por el rápido deterioro de la economía como por la pérdida de apoyo político del kirchnerismo en la fase final de su periodo gubernamental.
En esTe contexto, el gran temor que perciben los empresarios y analistas económicos es el de una parálisis del Gobierno, justo en el momento en el que la economía empieza a exigir medidas urgentes.
"El enfoque político de los últimos 10 años está absolutamente centrado en un mecanismo de decisión personalizado, y de eso estaba dependiendo el funcionamiento del país", observa Enrique Zuleta Puceiro, uno de los más influyentes analistas de opinión pública.
Y agrega: "Estas primeras horas de la crisis nos revelan que las posibilidades que el sistema tiene de funcionar son mínimas, por no decir nulas".
Un diagnóstico inquietante, porque Boudou debe hacerse cargo de una agenda pesada, en la cual figuran temas como los siguientes:
•La decisión sobre si a los empresarios que traigan dólares para canjear por Baade se les permitirá vender esos bonos en un mercado secundario con un tipo de cambio más cercano al blue que al dólar oficial.
•La implementación de medidas restrictivas que moderen la pérdida de reservas del Banco Central, en particular en el rubro turístico. Hay tres líneas de acción en carpeta: establecer una cotización especial del dólar para esta actividad, incrementar el recargo del 20% o establecer un cupo a los gastos con tarjeta.
•La adopción de un nuevo índice de inflación que sustituya a la desprestigiada medición del Indec. El ministro Hernán Lorenzino confirmó que el trabajo técnico está listo y que falta la decisión política para ponerlo en práctica.
•La decisión sobre solicitar o no crédito a los organismos internacionales, como el Banco Mundial. Las recientes señales, como la disposición a acordar con las empresas privatizadas que le ganaron juicios a la Argentina, apuntaban en ese sentido, pero la conveniencia o no de tomar deuda es un punto altamente discutido en la interna.
•Si se modifica la previsión de crecimiento económico de 2013, de manera de no tener que pagar u$s3.500 millones de premio a los inversores del "cupón PBI". Es otro tema de discusión dentro del Gobierno ya que, por un lado, la situación de las reservas no permite el lujo de abonar por un crecimiento cuanto menos dudoso. Pero, por otra parte, admitir que estaría "inflado" implicaría un alto costo político.
•La definición de una estrategia negociadora con Repsol, de manera que el incipiente movimiento para conseguir inversores globales de peso no se vea perjudicado por la voluntad de litigio de la petrolera española contra YPF y sus eventuales socios.
•La definición respecto de si luego de las elecciones se habilitará un aumento en las tarifas de los servicios públicos, dada la difícil financiación de los subsidios. Por un lado, aquellos preocupados por la inflación y por el riesgo de un colapso energético propugnan una adecuación tarifaria, pero también hay quienes advierten sobre el impacto social y recuerdan lo ocurrido en Brasil con el aumento del transporte.
•El seguimiento de la estrategia judicial contra los fondos buitre ante la definición que hará la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, en el sentido de tomar -o no- el litigio y la definición de un mecanismo a seguir para evitar que haya un default técnico de la deuda pública.
•La decisión sobre si volver a una política de cierre de importaciones, como forma de compensar la disminución del superávit comercial y para ayudar a recomponer la exhausta caja del Banco Central.
Boudou, ¿una buena solución en momento equivocado?
Semejante cantidad de temas en agenda no pueden quedar paralizados. Todos los puntos, en el fondo, están vinculados entre sí, y son un reflejo de las distorsiones que afectan al modelo económico.
Las advertencias de los economistas ya no recurren a eufemismos y son cada vez más explícitas.
Como la de Federico Muñoz: "Sin una mejora sensible en la política económica, creemos que en el año entrante las reservas del Central seguirán cayendo a un ritmo de u$s10.000 millones por año. La continuidad de semejante sangría dejaría a las autoridades sin otra alternativa que convalidar una abrupta devaluación"."No son tiempos de piloto automático, la economía se encamina hacia una situación crítica y no existe un programa para afrontar esa situación", sintetiza Jorge Todesca, titular de la consultora Finsoport.
Para este economista, lo que queda en evidencia ante el problema de salud de la Presidenta es que "no existe un Gobierno organizado sistemáticamente, con funciones específicas para cada funcionario de alto rango".
Y, en ese contexto de urgencia, Boudou está en la peor situación imaginable: en vez de sentir apoyo, debe digerir los debates sobre si le será permitido ejercer su deber constitucional de asumir la presidencia o si será diluido o incluso expulsado."Yo no creo que la sociedad lo permita", fue la contundente afirmación del politólogo Jorge Giacobbe, al responder sobre la eventualidad de que Boudou deba ejercer algo más que una mera función protocolar.
Y arriesgó que, ante la eventualidad de que el desprestigiado vicepresidente deba ponerse al mando, habría una resistencia popular, similar a la de otras situaciones históricas donde la sociedad no quiso que alguien la representara".
Hubo algunos tibios intentos desde el oficialismo por traer calma y una sensación de continuidad y situación controlada. Como la frase del diputado Carlos Kunkel: "No habrá ninguna crisis institucional; que no se ilusionen, no va a ser el destino que pedían los caceroleros".
Pero lo cierto es que nadie se imagina a Boudou con la autoridad suficiente como para tomar decisiones importantes en algunos de los puntos descriptos.
"Estamos ante una crisis de régimen. Lo que tendría que haber es un acuerdo dentro del Gobierno para que se puedan tomar decisiones conjuntas", argumenta Zuleta Puceiro.Lo irónico de esta situación es que algunos analistas consideran que Boudou sería un hombre ideal para manejar una agenda económica complicada, pero el contexto político le impedirá asumir la gestión."Nadie espera nada bueno de Boudou. Es una gran ventaja. Por lo tanto se encuentra en condiciones de sorprender. Dejar de mostrarse como el pícaro del suburbio. Puede utilizar la oportunidad institucional para ofrecer algún rasgo rescatable de su formación", observa el analista Jorge Asis.
En tanto, Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas, destaca: "Es una persona más razonable que Cristina en temas económicos. Por ejemplo, él quiso seguir el tema de la deuda con el Club de París y arreglar con los holdouts, pero ella no lo permitió".
Para este analista, los problemas actuales "no fueron culpa del vicepresidente, sino el de haber seguido los consejos de Axel Kicillof y Mercedes Marcó del Pont".
En definitiva, Novaro cree que Boudou quedó convertido en una figura intrascendente por la propia Presidenta, y que ahora no tendrá margen de acción.
En la misma línea, Julio Burdman, director de la consultora Analytica, cree que "no podrá salirse del rol de ‘vice de Cristina', lo cual implica que no tendrá iniciativa propia y jamás hará algo que ella no haría".
"En los casos en que haya discrepancia interna y no se conozca la postura de Cristina, es probable que se prefiera congelar la decisión", agrega.
Desde su punto de vista, el Gobierno ya venía mostrando una natural reticencia a medidas drásticas, forzado por la cautela propia de los momentos preelectorales, lo cual podría restar algo de dramatismo a un "piloto automático" a cargo de Boudou.
El problema, claro, es que los temas de economía no siempre coindicen con el "timing" de la política, y es probable que algunos sean de resolución urgente.
Por otra parte, todavía no se ha develado el gran interrogante respecto de qué tan alejada de la actividad quedará Cristina en su post operatorio y cuál será la duración de su convalecencia.
Mientras tanto, una agenda recargada espera que alguien tome decisiones impostergables.