El turismo, pesadilla del Gobierno: por qué un nuevo recargo puede acelerar la salida de dólares
Los economistas suelen no coincidir en ninguno de los pronósticos sobre cómo seguirá el país en el futuro cercano. Pero parecen estar de acuerdo en un punto: habrá medidas que afectarán al turismo.
A pesar de que el titular de la AFIP Ricardo Echegaray negó "enfáticamente" que se esté pensando en incrementar el actual recargo, lo cierto es que todo el mercado ya tiene la expectativa de que, inexorablemente, alguna medida sobrevendrá.
Empezando por el público, que está demandando paquetes turísticos a toda velocidad, en un fenómeno que los conocedores de la industria describen como de "compra adelantada".
Quienes ya tienen tomada la decisión de viajar el año próximo, no esperan para adquirir sus pasajes. Lo hacen ahora, por temor a que cambien las condiciones de precio o se restrinja el financiamiento.
Así las cosas, los directivos de agencias manifiestan que se encuentran trabajando como nunca antes.
"Nosotros estamos en un nivel muy alto de actividad. Y quedó claro que, hasta ahora, las restricciones no nos han perjudicado en lo más mínimo, como el recargo del 20% para las compras de paquetes", señala el directivo de una agencia de viajes, que pidió no ser mencionado.
Lo cierto es que sus afirmaciones quedan corroboradas de manera contundente por las estadísticas del Indec, que muestran que la cantidad de personas que deciden viajar al exterior por avión se incrementó en más del 50% desde que se implementara el cepo cambiario y, más tarde, las restricciones impositivas.
Incluso, esta cifra aumenta trimestre a trimestre, en la medida en que el atraso cambiario va haciendo más atractivo el costo de vacacionar fuera del país. Y, además, por el componente extra, producto del "temor pre-electoral".
En este contexto, por más que el Gobierno se empeñe en despejar inquietudes, este comportamiento del público empeora la sangría de divisas de las arcas del Banco Central.
Así las cosas, se estima que este año se llegaría a un déficit por turismo de más de u$s7.000 millones, con posibilidades incluso de superar el rojo energético.
La cifra impresiona aun más si se tiene en cuenta que hasta hace dos años, según datos del Banco Central, la actividad turística no sólo no sacrificaba reservas sino que genera ingresos para el país. En ese entonces, había un saldo positivo de u$s1.000 millones promedio.
Diagnóstico lapidario
Con este cuadro, el diagnóstico no deja lugar a demasiada discusión. Y tanto oficialistas como opositores aseguran que, evidentemente, algo el Gobierno debe hacer para frenar la sangría de dólares.
"Resulta difícil entender por qué sigue jugando con fuego y arriesga el nivel de reservas para financiar la cuenta de turismo", argumenta Facundo Martínez, analista de MyS Consultores.
Los reportes de esta consultora, dirigida por Carlos Melconian, dan como un hecho que se establecerá algún tipo de restricción adicional luego de las elecciones de octubre.
El mismo pronóstico hace Mariano Lamothe, economista jefe de la consultora Abeceb: "Creo que si hay cambios económicos luego de las legislativas, van a venir por el lado del turismo. El Gobierno va a preferir tomar medidas en este aspecto antes que otras más generales, como un desdoblamiento del tipo de cambio".
En la misma línea, desde Econviews aseguran que el encarecimiento del "dólar turista" después de octubre es "casi cantado", dado el acelerado ritmo al que están disminuyendo las reservas del Central.
Incluso, desde la vereda de los economistas más afines al kirchnerismo se insinúa que hay que pensar en medidas de este tipo, dado que la masiva salida de divisas por turismo viene a ser un efecto colateral de la política de contención del dólar.
Así lo expresa un artículo de investigadores del Centro de Estudios Económicos de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo quienes, tras apoyar la decisión de no devaluar el peso, reconocen "el impacto del tipo de cambio sobre los flujos de turismo".
Antecedentes poco auspiciosos
En este contexto, el gremio de los economistas considera que el costo de financiar el turismo -con escasez de dólares- llegó a un punto tal que el Gobierno no puede permanecer indiferente.
Pero el punto en el que no hay tanto consenso es qué debe hacer exactamente, porque si hay algo que dejó en claro la historia reciente, es que, en este tema, al Ejecutivo "el tiro le salió por la culata".
Todos los antecedentes demuestran que las restricciones aplicadas sobre la actividad para evitar la fuga de divisas, más que frenarla, llevaron la salida a un "récord histórico".
Cuando en agosto de 2012 se estableció el recargó del 15% a las compras con tarjeta, del millón de personas promedio que solían viajar se pasó nada menos que a un millón y medio (verano 2013).
Ante esta situación y para reducir la salida de billetes, el Gobierno decidió -previo a Semana Santa- elevar dicho recargo a un 20% y, además, extenderlo a la compra de pasajes y estadías. Esta medida tampoco generó los resultados que el Ejecutivo esperaba.
Esto se puede confirmar en el balance cambiario que presentó el Banco Central: la salida de dólares aumentó un contundente 60% entre abril y junio de 2013 (u$s2.260 millones) respecto del mismo trimestre del año previo.
Ya en ese momento abundaban los pronósticos escépticos. Como el de Eduardo Levy Yeyati, docente de la universidad Di Tella y ex banquero de inversión, quien decía: "Anticipo: en los próximos 12 meses el impuesto a la compa en dólares volverá a subir. Después no digan que no les avisé".
En tanto, Diana Mondino, docente de la Ucema advertía: "Los argentinos dejarán de consumir otras cosas para poder irse de viaje. Es un análisis muy primitivo el que hace el Gobierno".
"Para quienes viajan al exterior la cuenta es fácil: aun con el recargo del 20%, el precio de cada dólar gastado afuera con tarjeta termina siendo al menos 30% más barato que un blue", afirmaban desde Abeceb. El peligro se llama "blue"
El actual menú de medidas que se debate para limitar la salida de dólares, tanto dentro como fuera del Gobierno, incluye varias posibilidades:
- Aumentar el recargo solo a consumos en el exterior con tarjetas.
- Ampliar ese aumento también a pasajes y reservas hoteleras, llevándolo del 20% a un 40%.
- Realizar un desdoblamiento cambiario y establecer un "dólar turista".
La sensación que predomina entre los analistas es que lo más probable que ocurra es que el Gobierno evite el desdoblamiento cambiario y vaya por las dos primeras opciones.
Economistas que comulgan con el pensamiento kirchnerista sostienen que es preferible atender el déficit con medidas puntuales, como "la elevación del dólar tarjeta" y no pensar en una devaluación "que beneficia a sectores exportadores, que ya gozan de elevada rentabilidad".
El gran tema que surge ante esta situación es si, esta vez, el Gobierno tendrá éxito en frenar la salida de divisas.
En principio, un encarecimiento de otro 20% podría suponer un disuasivo para quienes sólo cuentan con moneda nacional para financiar sus viajes.
Pero el dato clave es el blue: mientras la brecha respecto del tipo de cambio oficial -o del nuevo dólar turista- siga ensanchándose, el costo relativo de viajar al exterior seguirá bajando.
Si el viajero tenía dólares guardados en el colchón y puede venderlos en el mercado informal, se encontrará con que, incluso después de aplicado el recargo, el turismo externo sigue siendo barato.
Así lo explicó Alejandro Cámera de la agencia Tours and Travel: "La brecha es muy grande entre el oficial y el paralelo y por eso los recargos no influyen demasiado en los que viajan".
De manera que el éxito de una iniciativa restrictiva dependerá, en buena medida, de que el blue no se dispare inmediatamente después de anunciado un nuevo "dólar turista".
Algo en lo que los analistas no ponen muchas esperanzas, dados los antecedentes y el propio comportamiento alcista del billete informal de las últimas semanas.
Es así que para el economista Federico Muñoz, de aumentarse el recargo en los servicios turísticos o las compras en el exterior, "se frenaría la salida de la divisas por un tiempo hasta que, nuevamente, la brecha cambiaria aumente y eso incentive salir al exterior".
También Martínez, de M&S Consultores, cree que, aunque el encarecimiento en pesos de los paquetes turísticos podría darle un alivio temporario al Gobierno, en poco tiempo se revelaría como insuficiente.
"El desequilibrio es mayúsculo y la tendencia es preocupante", advierte el analista, quien es de los que cree que los pronósticos sobre el nivel de reservas de los próximos dos años deberán ser revisados drásticamente a la baja, si no se aplica un plan integral para frenar la fuga.
Una historia ya conocida
En principio, los economistas tienden a ser escépticos sobre la posibilidad real que tiene el Gobierno para frenar el turismo.
A fin de cuentas, como demuestra la historia, la salida masiva de argentinos a vacacionar estuvo ligada a períodos de grandes atrasos cambiarios y se frenó únicamente cuando hubo una devaluación.
Así pasó con la tablita de los ‘70 y con la convertibilidad de fines de los ‘90. En ambos casos, como en este momento, se batió el récord histórico de turismo externo.
Del mismo modo al que ahora lo hace Cristina Kirchner, los gobiernos mostraban esos números como un motivo de festejo. Pero todos saben cómo terminaron esas experiencias.
Por eso, la cara oculta del récord turístico preocupa a todos. Incluyendo al Ejecutivo, que no puede disimular su temor al ver cómo caen día a día las reservas.