"Paradoja Moreno": por qué cuanto peor le salen las cosas al funcionario, más lo necesitan

Fracasó con el congelamiento y hasta hay problemas con el pan. No puede domar al dólar blue y los Cedines van camino a otra frustración
ECONOMÍA - 15 de Julio, 2013

Sobre Guillermo Moreno se ha dicho todo, al punto que a esta altura no sólo es el funcionario más conocido en un Gobierno donde pocos se animan a asumir un "alto perfil", sino que además se ha convertido en una verdadera leyenda de la era K.

Historias sobre revólveres apoyados en la mesa del ministerio, sobre plantones a empresarios poderosos, sobre insultos, patoteadas, guantes de boxeo, llamadas telefónicas con órdenes y amenazas gritadas a los oídos de los banqueros.

Escándalos en restaurantes, en actos públicos, en asambleas de accionistas y en reuniones de embajadas. Por no hablar de las no menos picantes luchas internas con otros funcionarios que ocasionalmente han discrepado con él o han tratado de recortarle poder.

Su anecdotario es tan profuso que, si debiera salir de la función pública, bien podría integrarse al pintoresco panel de "Buenos Muchachos", ocupando un bien merecido lugar entre Bambino Veira y Cacho Castaña y animando la pantalla con historias sobre su defensa del "modelo".

Pero, por ahora, todo hace suponer que ese momento del retiro con el que fantasean muchos -tanto miembros de la oposición, como empresarios y hasta varios funcionarios K- resulta lejano.

Esto, a pesar de que en estos días, nuevamente, está conformándose un clima en el que las versiones sobre cambios en la situación de Moreno parecerían ganar verosimilitud.

En cuestión de pocos días, ha estado presente en los títulos principales de los medios de comunicación, como:

  • El líder frustrado del congelamiento de precios, plan que está revelando sus limitaciones.
  • El autor intelectual del tambaleante debut de los Cedin, que amenaza con sumar otra frustración.
  • El responsable de la falta de trigo y del encarecimiento del pan en el "granero del mundo".
  • El protagonista del escandaloso episodio con periodistas en la embajada estadounidense.

Pegándole al "piantavotos"

Además, las imágenes de su llegada a los tribunales de Comodoro Py -denunciado por consultoras multadas, que se "atrevieron" a medir una inflación diferente a la del Indec- terminaron de completar una saga de conflictos.

Su renuncia fue reclamada por diputados de la oposición, luego de las agresiones a los periodistas. Y también por sectores vinculados al campo, a raíz de la crisis del trigo.

Fue en ese contexto de deterioro económico y enrarecimiento político que, una vez más, surgieron las dudas sobre la continuidad de Moreno.

A fin de cuentas, el kirchnerismo se embarca en una campaña electoral difícil y todo indica que el secretario podría llegar a transformarse en un "piantavotos".

O, cuando menos, da la sensación de que "pegarle" a Moreno es redituable en términos electorales. Al menos, eso se deduce de la predilección que los candidatos opositores tienen por fustigar al secretario.

Como Martín Lousteau, el ex ministro de Economía en tiempos de "la 125", quien hoy -devenido en candidato a diputado por la coalición Unen- señala que "si se aplica correctamente la Ley de Abastecimiento, el primero que va en cana es Moreno".

Por cierto, Lousteau integra la extensa nómina de "morenófobos" -un listado donde hay tantos funcionarios como opositores-, al menos desde la famosa discusión en la cual el secretario hizo un inconfundible gesto de "cortar la cabeza".

Desde entonces, lanza frases del tipo: "Moreno es a la economía lo que los curanderos a la medicina", un diagnóstico al que, según ha trascendido, podría suscribir el viceministro Axel Kicillof.

El episodio de la embajada estadounidense hizo que la crítica a Moreno llegara a un punto máximo. Una muestra de ello ha sido un duro artículo de Miguel Wiñazki -un intelectual vinculado a Clarín- donde se plantea hasta cuándo la sociedad tolerará la inconducta del funcionario.

"¿Por qué soportamos a este sujeto? Esa es la cuestión. ¿Por qué la democracia tolera a un enemigo de la democracia, de los periodistas y de la inteligencia, a un clown que reparte medias, globos y bobadas, y que no hace reír a nadie? ¿Quién le dio patente a éste zángano intelectual que nada aporta sino vergüenza ajena?", escribió Wiñazki.

La eficiencia paradójica

Quizás, una posible respuesta al interrogante que plantea Wiñazki deba ser buscada en el gremio de los economistas. Ocurre que, a su pesar, casi todos terminan aceptando que los métodos de Moreno resultan efectivos, al menos en el corto plazo (ver nota: "La persona y el personaje: Guillermo Moreno y el por qué los analistas hablan de la ‘paradoja' de su eficacia").

Como afirmó el ex viceministro Roberto Feletti en un reciente reportaje, "algunos lo cargan, pero Moreno le llevó a la Presidenta u$s15.600 millones de superávit comercial".

Es un elogio que, durante mucho tiempo, compartieron hasta los más críticos.

El economista Tomás Bulat definía así las "morenomics": "Cuenta con la sencillez de tener objetivos cuantificables y muy simples. Por lo cual, en general, sus decisiones son de implementación rápida y no se detiene a evaluar posibles daños colaterales".

Y en todos estos elogios ambivalentes se dejaba entrever una situación paradójica: cuanto mayor fuera la eficiencia de Moreno, peores serían los problemas a futuro.

Esto era así dado que el funcionario sólo se concentraba en atacar el síntoma de dichos problemas y nunca las causas de fondo; y para colmo cada "solución" implicaba nuevas distorsiones.

Aparentemente, ese momento en el que Moreno es víctima de su propia eficacia ya llegó.

Los fracasos se amontonan, desde la imposibilidad de detener la inflación hasta la insólita escasez de trigo, incursionando en un sinfín de actividades -que se extienden desde el mercado cambiario y el dólar blue al sector rural-, además de su intervencionismo en las empresas, en sus costos, en importaciones y exportaciones.

Y, por cierto, nadie cree que este año pueda "llevarle a Cristina" un superávit comercial superior a u$s10.000 millones, cuando tiene dificultades para juntar unos pocos millones en el canje por los Cedin.

Moreno es "el modelo"

Es ante esta situación que en el ámbito político se ha planteado, como en otros momentos, el interrogante sobre qué es lo que lleva a Cristina a mantener a un funcionario que no muestra eficacia y, para colmo, podría transformarse en "piantavotos" por su mala imagen.

La respuesta puede inferirse de las frases de la propia Presidenta, como la que pronunció en el acto del pasado 9 de julio.

Cuando los militantes entonaron expresiones de apoyo al funcionario, Cristina se dirigió a él en términos reivindicatorios: "Son los pibes, Moreno, no es cualquier cosa. A veces los pibes, que no tienen filtros, entienden mucho más que otros, u otros se hacen los desentendidos porque tienen intereses".

En definitiva, Moreno no puede irse porque es uno de los símbolos del modelo K.

"Hay que entender la diferencia entre plan económico y modelo. Por ejemplo, un ministro de Economía puede ser echado si fracasa su plan. Pero en el caso de Moreno, él representa más que eso. Significa toda una línea de pensamiento, toda una cuestión cultural que sustenta al relato", responde off the record un reconocido empresario industrial.

"Si él cae o si se reconoce su fracaso -agrega- se pone en tela de juicio algo que va mucho más allá de un sistema económico".

Y si algo ha demostrado el kirchnerismo es que entiende la importancia de ello para sostener un relato épico y exacerbar la militancia.

Sobre todo ahora, cuando la Presidenta, en una clara estrategia de polarización, ha anunciado el inicio de una nueva etapa en el país, en la cual señala que las fuerzas opositoras "vienen por todo" e intentarán echar por tierra las medidas más emblemáticas de la era K.

"No es cierto que ahora exista ese peligro de que se quiera dar marcha atrás con todas las políticas de Cristina, pero ella ha instalado esa creencia, de manera de generar empatía con el público y que su figura sea vista como garante de estas medidas", argumenta Sergio Berensztein, director de la consultora Poliarquía.

En ese contexto, sustituir a Moreno tendría una única interpretación posible según los parámetros kirchneristas: expondría al Gobierno y al "modelo" a mayores críticas.

Sería casi una aceptación de que se ha fracasado en las políticas de precios, cambiaria, de comercio interior, de sustitución de importaciones y de abastecimiento, entre otras. 

A diferencia de otros "despidos de alto perfil" que son considerados una señal de fortaleza política por parte de un mandatario -por ejemplo, cuando Néstor Kirchner echó a Lavagna-, la expulsión de Moreno sería vista como una demostración de debilidad.

La Presidenta ha escuchado esta argumentación de parte del propio Kirchner. Como relata Franco Lindner en su libro "Los amores de Cristina", la mandataria estuvo a punto de ceder a la presión en 2009, a instancias de Sergio Massa, pero Néstor le dijo: "Si ahora les entregamos a Moreno, después van a venir por nosotros".

También recuerda Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas, que Cristina, tras ser electa por primera vez en 2007, se vio en la disyuntiva de tener que elegir entre Moreno y el entonces ministro de Economía, Miguel Peirano, quien había puesto como condición de su continuidad el alejamiento del secretario.

Acelerando contra la muralla

Hay, además, entre los analistas, un convencimiento respecto de que, tras las elecciones legislativas, habrá más posibilidades de una "profundización del modelo" antes que correcciones de los desequilibrios.

"Cuando un Gobierno ha deteriorado tanto su credibilidad interna e internacional, corregir esas distorsiones puede requerir de una sobreactuación para hacerse más creíble", observa Mario Brodersohn, titular de la consultora Econométrica.

"En segundo lugar -agrega- no tiene con quién compartir los costos políticos de esas correcciones y menos aun a quién culpar de la herencia recibida".

Y plantea la actitud que supone más probable por parte del kirchnerismo: "Frente a esos desafíos, los gobiernos suelen partir del supuesto de que pueden derrotar el comportamiento del mercado aumentando los controles".

Por su parte, Berensztein, apelando a la Teoría de los Juegos, advierte que si el Ejecutivo sale debilitado de las legislativas puede ingresar en una etapa denominada "la muralla", cuya imagen es la de un auto que, ante una pared, acelera en vez de frenar.

"Siente que el costo de hacer locuras es cero, como cuando en el fútbol un arquero sale a cabecear en el área contraria. Eso puede ocurrir en un Gobierno jaqueado", agrega.  

En definitiva, otro motivo poderoso para que la permanencia de Moreno sea valorada en el Gobierno.

Todo indica que, contrariando lo que parece dictar el sentido común, el Ejecutivo necesitará más a Moreno cuantos mayores sean los problemas.

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