La "cruda realidad" que esconde el boom de 0km y por qué los argentinos no deberían festejar
Las patentes que comienzan con la letra "M" se empiezan a terminar, al tiempo que los teléfonos de las concesionarias arden y los pedidos a las terminales automotrices se aceleran.
El interminable boom de compra de autos cero kilómetro -que le da la espalda al enfriamiento del consumo que afecta a otros sectores- es la excepción que sirve como bálsamo para los funcionarios K y que para muchos hombres de negocios alienta la esperanza de que, pese a todo, el 2013 no sea un año perdido.
La divulgación de las cifras de mayo -un récord histórico mensual de 89.644 vehículos vendidos, lo que implica 17% más que en el mismo mes del año pasado- parecían desmentir los sombríos pronósticos que la mayoría de los economistas venían realizando.
En lo que va del año, la suba de autos vendidos en el mercado interno llega al 8%. Y el presidente de la Asociación de Concesionarios, Abel Bomrad, cree que esta tónica se mantendrá en los próximos meses, lo cual llevaría a que 2013 pudiera hasta quebrar la marca récord de 858.000 vehículos alcanzada en 2011.
De manera que, una vez más el auto, ese gran emblema del boom consumista vivido durante la década kirchnerista, se transforma en la estrella de la economía y viene en rescate del magullado "relato".
Bomrad atribuye esta situación "al crecimiento del PBI" y prevé que "mientras la economía siga creciendo se va a continuar en estos niveles".
Sin embargo, el análisis merece mayor profundidad, porque mientras en las concesionarias festejan, en el resto de los mostradores lloran. Los autos no son la norma, sino la excepción.
Extraño boom en una economía fría
El argumento de Bomrad choca con lo que ocurre en los demás rubros de consumo.
Como da cuenta la encuesta de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), que en mayo volvió a registrar una fuerte caída de las ventas en términos reales -7,1% de nivel promedio - con bajas de casi 10% en rubros de vestimenta, calzado, mobiliario y bazar.
Es el cuarto mes consecutivo de descenso. Y Osvaldo Cornide, titular de CAME, está convencido de que el gran elemento determinante en este enfriamiento del mercado fue el alejamiento del dólar blue.
"Esto se sintió, sobre todo, en los comercios orientados al consumo de clase media, donde por momentos la venta parecía detenida", señala el empresario, quien se manifiesta esperanzado con que un regreso de la calma en el panorama cambiario pueda empujar las ventas en los meses venideros.
No obstante, reconoce también un problema de caída real de los ingresos familiares, lo cual se manifiesta en el hecho de que "hubo muchas compras con tarjeta, aunque los comercios detectaron más rechazos por exceso de límites o falta de pago que en los meses previos".
Eduardo Levy Yeyati, director de la consultora Elypsis, destaca que el pobre dinamismo ocurrió a pesar de la visible desaceleración de la inflación en los supermercados.
Y atribuye esta situación a "un mercado laboral débil y expectativas sobre la evolución de la economía que alcanzaron en mayo sus peores niveles históricos".
Confirmando esa apreciación, la encuesta que realiza mensualmente la Universidad Católica para conocer la confianza de la población sobre el devenir del país revela que un 40% de las personas consultadas considera que es un mal momento como para avanzar en la compra de bienes durables.
La cifra es elocuente cuando se la compara con la encuesta de noviembre de 2011, cuando Cristina Kirchner acababa de ser reelecta: en aquel momento el consumo volaba, y apenas dos de cada diez respondían que no era una buena etapa para adquirir autos o electrodomésticos.
Es en este contexto que muchos analistas proclaman el fin del "consumo defensivo" por el cual los argentinos -al percibir una inflación creciente- transformaban sus ingresos en bienes.
Es claro que ese tipo de compras no significaba un síntoma de confianza en la economía, sino que muchas veces podía implicar exactamente lo opuesto: se adelantaban decisiones ante el temor de que luego pudiera "ocurrir algo" que no permitiera hacerse de esos bienes.
Pero incluso eso se agotó.
"Se presumía que el exceso de moneda local, al no poder canalizarse al dólar oficial, no tendría otra alternativa que fogonear el consumo. Sin embargo, quedó demostrado que las restricciones cambiarias no hicieron otra cosa que impulsar al blue", remarca el economista Federico Muñoz.
El reino de la distorsión
Si todo apunta en contra del consumo -incluso del que es inspirado por el miedo-, ¿cómo se explica entonces la situación excepcional de los autos cero kilómetro?
Para algunos es difícil entender el tema, porque consideran que esta fiebre de compras contradice la tónica general de la economía.
Sin embargo, hay una forma alternativa de verlo: la aparente bonanza automotriz no contradice los problemas de la economía sino que, por el contrario, pueden ser su demostración más contundente.
El concepto que hay que entender es lo que en la jerga de los economistas se llama "cambios de precios relativos".
Significa que un producto puede, temporariamente -como consecuencia de una situación excepcional o de una distorsión provocada por el Gobierno-, cotizar menos de lo que históricamente ha sido su precio respecto de los otros productos.
El público percibe que ese abaratamiento no será permanente sino que obedece a un desajuste que, tarde o temprano, será corregido.
Entonces, muchos argentinos adelantan compras, con el espíritu de quien participa en una "temporada de liquidación" de saldo con grandes descuentos.
Esto es, ni más ni menos, lo que está ocurriendo con los autos: la gente percibe que están baratos y sospecha que no lo estarán por mucho tiempo más.
"Los argentinos tenemos nuestra riqueza en dólares. Cuando sube el blue, tenemos más pesos. Pero los precios de los autos (y de otras cosas) dependen más del dólar oficial y de los costos internos (como salarios), que del billete informal. Por lo tanto, el alza del paralelo incrementa el poder de compra interno de los tenedores de dólares", argumenta Lucas Llach, economista de la Universidad Di Tella.
En la misma línea, el consultor Salvador Di Stefano, desde hace varios meses está señalando que la adquisición de autos es algo que "recomendamos enfáticamente".
También con el dólar blue como referencia, destaca: "Pocas veces vimos modelos de 0km kilometro que valgan menos de u$s10.000 o autos importados de gran nivel que están por debajo de u$s25.000, sinceramente insólito".
Argentina, paraíso automotor
Para comprobar qué tan fuerte es el abaratamiento relativo de los vehículos, iProfesional consideró los precios desde 2010 hasta la actualidad, tomando como referente al Volkswagen Gol, el modelo más vendido del mercado argentino.
Los resultados son impresionantes: cuando se lo compara con la evolución del salario -el ingreso neto medido por el Indec para los trabajadores del sector privado- se llega a la conclusión de que mientras hace tres años se necesitaban 12,6 sueldos para adquirir el Gol Power de cinco puertas, ahora solamente se requieren de 8,9 salarios.
Un abaratamiento de 30% en términos de sueldos, en apenas tres años, es algo que ocurre muy pocas veces, por más fuerte que sea el proceso de aumento real de los ingresos.
Pero más claro aun resulta el tema cuando se considera el valor de los autos medidos en dólares al tipo de cambio "blue".
- En 2010, época pre-cepo, el mismo Gol costaba u$s11.848.
- En 2012, con brecha cambiaria en ascenso, se redujo a u$s9587.
- Hoy día, con un blue de $8,50, la cifra cayó a u$s8.016.
En otras palabras, para quienes disponen de dólares ahorrados, este auto se abarató 38% respecto de su precio de hace dos años y un 17% en relación con el período pasado.
Esta situación se ha hecho evidente en otro segmento: el de los autos importados. Junto con el turismo, son quienes más se benefician con el atraso del tipo de cambio oficial.
Ante los ojos de los particulares, los 0km traídos del exterior aparecen como insólitamente baratos.
Es así que, mientras las ventas generales de autos nuevos han subido un promedio de 8% en lo que va del año, respecto de igual período de 2012, cuando se consideran sólo los números de los vehículos de lujo los números son muy distintos.
Tomando en cuenta sólo marcas como Audi, Mercedes Benz, BMW, Porsche, Smart y otros de alta cotización, las ventas en 2013 aumentaron un impresionante 44%.
La cruel contracara del boom
Esta situación está generando polémica política, en el sentido de a quién beneficia realmente la actual situación cambiaria que, según el Gobierno, tiene el cometido de preservar puestos de empleo y de que no haya transferencias de precios a favor de los "grupos concentrados".
En principio, los números y el tipo de consumo no dan la sensación de que se genere una redistribución del ingreso precisamente a favor de los sectores de bajos recursos.
Pero aun suponiendo que el boom automotor quisiera se presentado como una buena noticia, hay que considerar que tiene costos ocultos.
Es que la contracara más cruel de este abaratamiento de los autos es la cada vez mayor dificultad de los asalariados para tener acceso a la vivienda propia.
Dado que los precios de las unidades tienden a mantenerse estables en dólares, el efecto de la brecha cambiaria ha sido nocivo para aquellos que sólo tienen pesos para ofrecer.
El siguiente gráfico expresa cuántos sueldos promedio se requieren para comprar un metro cuadrado de un departamento de tres ambientes en Buenos Aires.
La conclusión es alarmante: hoy se necesitaría un aumento salarial del 40% para poder comprar la misma cantidad de metros cuadrados que hace dos años.
Propiedades que suben, autos que bajan. La consecuencia es obvia: quien tenga cierta capacidad de ahorro pero no le alcance para comprar una vivienda, sentirá un fuerte incentivo para adquirir un vehículo.
Es que, con el mismo valor con el que se compra un metro cuadrado, cada vez se puede obtener una porción más grande de un 0Km.
Volviendo al ejemplo del Volkswagen Gol:
- Hace dos años, con el precio de ese vehículo se compraban 7,7 metros cuadrados.
- En 2012, esa relación había caído a 5,2 metros.
- Hoy día, llega a apenas 4,3 metros por auto.
Dicho de otra forma, con el valor del mismo departamento, hoy se puede comprar un 76% "más de autos Gol" que hace dos años y un 21% más que el año pasado.
Esta es, pues, la cruda realidad que va por detrás del boom automotor argentino: más que representar una economía pujante, es el síntoma de las distorsiones ocurridas en el mercado cambiario y de las escasas posibilidades de canalizar ahorros para quienes tienen sus ingresos en pesos.
En la mayoría de los países, esta situación no sería motivo de festejo sino de preocupación.
Pero la Argentina siempre se rige con criterios alejados de la mayoría, como lo ilustra con elocuencia una frase de Roberto Feletti, diputado y ex viceministro de Economía, para justificar las restricciones cambiarias.
"El Gobierno, entre ajustar el consumo o priorizar el ahorro, decidió priorizar el consumo -dijo Feletti-. Por eso, decidió restringir la tasa de ahorro en dólares. Dijimos: ‘Vuelquen el ahorro a pesos o a consumir'".