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Eduardo Curia: "El modelo se agotó y ahora estamos en un dilema parecido al de los´90"

Este economista ha sido el principal impulsor de la política de tipo de cambio alto y fue muy escuchado en la primera etapa del kirchnerismo
15/05/2013 - 13:52hs
Eduardo Curia: "El modelo se agotó y ahora estamos en un dilema parecido al de los´90"

Eduardo Curia no puede ocultar su estupor.

Estudioso de los procesos que llevaron a una rápida industrialización a países emergentes -como los tigres asiáticos en los años '80- se ha erigido en principal teórico de las bondades de un dólar alto.

Su prédica establece que el tipo de cambio competitivo oficial como principal protección para una industria sustitutiva de importaciones y que propende al pleno empleo.

Tras haber disfrutado algunos años al ver cómo sus ideas se reflejaban en las propuestas del Plan Fénix y eran puestas en práctica por el gobierno kirchnerista, hoy asiste atónito al cambio de discurso que reivindica al dólar barato.

El siguiente es un resumen de su diálogo con iProfesional.

-¿Qué siente cuando escucha a funcionarios como Axel Kicillof argumentar que este dólar barato protege la industria y el empleo?

-Uno mira este cambio de discurso y no sabe qué pensar. Yo lo atribuyo a una cuestión cultural, y también a un tema político. El Gobierno debe creer que no es digerible una corrección devaluatoria y entonces sacraliza esta política cambiaria, que es muy nociva.

La realidad es que el devenir mismo de los acontecimientos es lo que termina acelerando situaciones como la de hoy. Porque el esquema que posibilitó el crecimiento fuerte terminó en 2007.

-¿Cómo fue que se llegó a un modelo basado en un dólar barato?

-Ese destello del quinquenio 2003-2007, que fue uno de los mejores momentos de nuestra historia, se desvaneció. Es cierto que había estado ayudado por las condiciones internacionales, pero también se le agregó valor desde la política, porque la gran explosión de la soja vino después.

Ocurrió que en esa etapa se crearon grandes activos, y eso siempre genera la tentación a liquidarlos. Así que el modelo se diluyó porque sus bases no fueron respetadas.

-¿Cuál es su diagnóstico del momento actual?

-Es una situación complicada. Ya no acumulamos reservas, el sector privado ya no genera empleo. Incluso hasta los productores sojeros ya tienen problemas para defender la rentabilidad, a pesar de los precios altos a nivel mundial.

Es evidente que los precios de los transables van quedando desubicados. La distorsión está instalada, y se habla de un esquema de sustitución de importaciones pero el año pasado el déficit en divisas del sector a manufacturas industriales llegó a 29.000 millones.

O sea que lo que se sustituye por un lado se pierde por otro. Uno se pregunta cómo puede ser que, habiendo tantas evidencias del atraso cambiario, se lo justifique desde el Gobierno.

Y el riesgo que es que, a la postre, las supuestas ganancias que da el dólar barato -cuando se caigan las condiciones que le dan sustentabilidad- empiecen a erosionar el empleo, algo que de hecho ya ocurre en la industria.

-¿Cómo cree que sigue la economía?

-Ahora estamos en un tremendo dilema, que temo se parezca al de finales de los '90.

Es evidente que se requiere una adecuación cambiaria, pero el tema es cómo se hace. Lo que hay que ver es la salida de este esquema, y ahí es donde está la batalla.

Porque está la cuestión de la vuelta a los mercados y al apalancamiento financiero en dólares, esa sensación de aprovechar ahora que está barato y entonces pedir préstamos puentes como forma de estirar la situación. Esa es una salida, y la otra es la que enfoca la corrección del tipo de cambio.

-No da la sensación de que haya margen político para plantear una corrección brusca...

-Ese es el tema. Y se da la paradoja de que este esquema, como está articulado hoy, negando sus antiguas bases en un dólar alto, hace ver como más simpático o más potable políticamente la vuelta a una política de endeudamiento.

-¿Qué propondría usted?

-A mí hace tiempo que no me escuchan. Cuando todavía me consultaban, por 2011, di mi opinión en el sentido de que se necesitaba un ajuste cambiario de cierta significación.

Claro que la solución económica profunda requiere una propuesta integral, no puede enfocarse únicamente en la adecuación cambiaria, sino que tiene que atender los planos monetario y fiscal.

-¿Qué tan grave debería ser el ajuste cambiario?

-Es difícil responder eso. No digo que haya que llegar al nivel en que hoy se encuentra el dólar blue, pero tiene que ser una corrección importante, porque la pequeña devaluación es cada vez más inocua e intranscendente.

Lo que yo llamo "tipo de cambio de equilibrio desarrollista" se ubicaría alrededor de los 8 pesos.

Pero hay que revisar también la situación del control de cambios, que no deja jugar al precio y echa un colchón para el traspaso más abierto al blue.

-En términos de tiempos, ¿cuánto cree que puede sostenerse la situación actual sin riesgo de una corrección de hecho?

-No descarto que el Gobierno todavía tenga margen. Creo que los resultados electorales van a formar parte del menú de decisiones.

Y en la medida en que esto persevera, las distorsiones se acrecientan entonces el temor de un sinceramiento brusco se acentúa. En definitiva, es un juego entre presiones económicas y capacidad de firmeza en el planteo político.

Es evidente que el Gobierno está preocupado por su pérdida de reservas, y por eso lanzó medidas como el blanqueo de capitales.

Creo que si se llega a un momento en el que las reservas caigan a un nivel cercano a u$s30.000 millones, sería algo muy difícil de digerir.

Esto puede, a su vez, generar un mayor cierre comercial y comprometer todavía más la recuperación de la actividad.

Son las cosas que genera esta política. En definitiva, este esquema está agotado, pero eso no quiere decir que no pueda perdurar en el tiempo.