El Gobierno reedita el clásico "vivir con lo nuestro" y "raspa cada vez más la olla" en busca de nuevas cajas
Néstor Kirchner era famoso por su obsesión fiscal.
Los funcionarios que colaboraron más estrechamente con el ex Presidente cuentan que llevaba una libretita -al mejor estilo de los viejos almaceneros- en la cual todos los días anotaba datos tales como la recaudación impositiva y la variación de las reservas del Banco Central.
Mantenía esa conducta, en parte por convicción (dicen que también ése había sido su estilo de conducción como gobernador de Santa Cruz), y en parte por imposición, ya que las circunstancias hicieron que le tocara presidir una Argentina que -tras haber declarado el mayor default soberano de todos los tiempos- estaba totalmente proscripta en los mercados internacionales de deuda.
De modo tal que no resultaba extraño que en reiteradas oportunidades se manifestara admirador de Aldo Ferrer, uno de los referentes locales del desarrollismo.
Este economista fue quien popularizó la frase "vivir con lo nuestro" como la consigna que debería seguir la Argentina en su estrategia de industrialización sin depender de los capitales que podrían llegar del mercado internacional.
En un reciente artículo, Ferrer re-edita esa vieja consigna, a la luz del nuevo contexto externo. Para este economista, debe evitarse el error de depender de "prestamistas de última instancia" del exterior, que suelen imponer como condición para su asistencia financiera planes de ajuste económico.
"Es necesario apalancar el gasto con incrementos de los ingresos reales destinados al consumo y a la inversión, movilizar plenamente el ahorro interno y mantener los niveles de deuda en límites manejables", aconseja Ferrer.
Hoy, muchos pueden cuestionar al kirchnerismo, argumentando que Cristina ha perdido aquel antiguo mandato de mantener un robusto superávit fiscal.
Tampoco el Gobierno ha seguido al pie de la letra otra de las premisas de varios analistas que fueron afines a la "vieja" administración kirchnerista, como por ejemplo la de velar por un tipo de cambio competitivo.
Pero si de algo no puede acusarse al Gobierno es que no ha perdido su "creatividad" -en cuanto a formas y vericuetos- para reforzar esa idea de "vivir con lo nuestro".
Ya forma parte del "relato k" decir que la Argentina no irá a buscar dinero al mundo. Un caso más en donde el discurso oficial muestra como fortaleza algo que, en principio, se presenta como una debilidad, como lo es la falta de acceso al crédito externo.
"A Dios gracias que no tenemos acceso al mercado financiero, porque si no fuera así nuestro sistema estaría lleno de activos tóxicos", destacó la Presidenta.
No obstante, su discurso le ha valido una andanada de críticas, ya que mientras ella pronunciaba esas palabras, los demás gobiernos de la región aprovechan para tomar crédito a tasas históricamente bajas.
Y ello no aplica solamente a los buenos alumnos de los mercados, como es el caso de Chile -que consiguió deuda a un insólito 2,4% anual- sino que también incluye a países del "club rebelde", como Bolivia, que pidió u$s500 millones, tuvo ofertas por u$s5.000 millones y pagó apenas 4,8%.
La lista de "buena fe"
Lo cierto es que el Gobierno se ha tomado en el sentido más literal posible la consigna de vivir con lo propio, de forma que la catarata de medidas que fue anunciando tienen el claro sentido de avanzar sobre nuevas cajas que permitan lograr tal objetivo.
No sólo eso, también apunta a intervenir en el mercado para así "forzar" y canalizar el dinero privado hacia sectores específicos o compensar los dólares que se van.
No deja de impresionar el mero repaso de ellas. La nómina incluye:
1. Obligar a las empresas a cumplir el "uno a uno". Es decir, si traen productos de afuera o contratan servicios deben compensar cada dólar que gastan con su equivalente por ventas al exterior.
2. Prohibir la compra de billetes verdes como forma de ahorro. Así, instauró el cepo al dólar, que arrancó con una versión "light" para luego transformarse en una restricción casi total.
3. Obligar a empresas de seguros a desinvertir en activos del exterior y "nacionalizar" sus carteras.4. Impedir el giro de dividendos a filiales que son parte de multinacionales.5.Obligar al sector petrolero y minero a repatriar sus divisas.6. Obligar a los bancos privados a prestarle a empresas medianas y pequeñas a tasas por debajo de la inflación.7. Instaurar el régimen de permisos previos para importación, bajo la forma de declaraciones juradas anticipadas.8. Obligar a las empresas a realizar "reinversiones forzosas" de sus ganancias. En particular, en aquellas donde el Estado cuenta con representantes en el directorio como accionista minoritario.9. Usar a la Anses para financiar "casi todo", desde notebooks a planes sociales, desde viviendas a la nacionalizada YPF.10. Usar al Banco Central para financiar el déficit, apelando para ello a la maquinita de emitir, tras haber avanzado en la modificación de la Carta Orgánica. 11. Arrastrar a las provincias a pesificar sus deudas en dólares, aunque a algunas de ellas esto les signifique su "partida de defunción" cuando tengan que volver a pedir plata.12. Avanzar sobre el mercado de capitales, tras la modificación del marco regulatorio que aumenta el poder discrecional de la Comisión Nacional de Valores.13. Obligar a empresas aseguradoras a usar una porción de su patrimonio para financiar proyectos productivos elegidos por el oficialismo (claro está, sin dejar de lado a YPF).
Así, con la ventanilla internacional de crédito cerrada, el Gobierno "raspa la olla" tratando de "rasquetear" dinero de nuevas cajas.
También, avanza en más y más vías forzadas de financiamiento -privado o estatal- mientras el "relato" se ocupa de seguir mostrando las bondades de "vivir con lo nuestro".
Quizá esto aun no es suficiente. Por eso, hay "otra parte", que tiene que ver ya no con la búsqueda de "nuevos cofres" sino con la de incrementar la presión impositiva para lograr más ingresos. En este sentido vale mencionar:
- La postergación en la actualización del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias, que suma más personas al pago del tributo (hoy con 2,6 salarios ya se ingresa al "club").
- La falta de actualización del Monotributo, que expulsa cada vez a más particulares de este régimen hacia la categoría de responsables inscriptos (con tener cuatro clientes de $3.500 ya uno puede quedar "out") (ver nota: "Grandes olvidados": cada vez más monotributistas quedarán expulsados de un régimen que ya "quedó viejo").
- La falta de actualización de las categorías que rigen a los trabajadores autónomos.
- La prohibición del ajuste por inflación en los estados contables de las compañías, que las lleva a tributar sobre ganancias ficticias.
Es casi un hecho que el Gobierno no buscará amigarse con el crédito internacional.
También, que faltan tres años hasta las próximas elecciones presidenciales y que -al no haber financiamiento externo- la lista para sumar "nuevos invitados" que aporten "caja" permanecerá abierta. Del mismo modo es de esperar una presión impositiva en aumento.
El riesgo del efecto boomerang
Si algo denota este amplio listado es la existencia de una "fórmula explosiva", en la que se une la vocación intervencionista con la urgencia financiera.
En esa mezcla de ideología+necesidad, se acelera la carrera por encontrar nuevas vías de financiamiento.
Lo curioso de esta situación es que entre los analistas son mayoría quienes creen que, lejos de promover la inversión y el crecimiento económico, este tipo de políticas no hace más que ir en el sentido opuesto.
"Es claro que el proceso inversor de los próximos años se deberá sostener mediante el reciclado de ahorro doméstico", señala Ricardo Delgado, director de la consultora Analytica, quien advierte sobre cómo algunos sectores como el de transporte y energía pueden transformarse en "una aspiradora de recursos internos y terminar complicando a otras empresas".
Por cierto, la forma intempestiva en cómo se expropió YPF no ayudó a que el clima inversor mejore.
En este sentido, el economista Javier González Fraga es rotundo en su crítica: "El Gobierno se está enfrentando con la realidad de que se apropió de una empresa que, lejos de tener una caja, tiene una enorme necesidad de caja. Y entonces está inventando distintas maneras para llevarle dinero".
Uno de los temores ligados a la ausencia de crédito internacional para el Estado es que se termine ocasionando un "efecto contagio" hacia el costo financiero de las empresas privadas.
Sobre este punto, Mariano Lamothe, economista jefe de la consultora Abeceb, observa: "Al profundizarse la dependencia hacia el ahorro doméstico -que hace que tanto el Gobierno como las provincias, las empresas privadas y los grandes proyectos de inversión, como el de YPF, buscan dinero en el mismo lugar-, el resultado sólo puede ser un encarecimiento real del crédito".
Los más críticos creen que ya es evidente en el sector privado una falta de vocación inversora, y que ello se manifiesta en medidas como la de forzar a las compañías aseguradoras a que financien proyectos.
Pero el problema es que al no ser un proceso natural, el Gobierno termina sufriendo un "efecto boomerang".
"Está todo el mundo pensando qué otro bolsillo van a tocar, y eso afecta las expectativas", señala Miguel Angel Broda, uno de los economistas más influyentes de la city.
El experto calificó esta situación como una consecuencia lógica de aplicar un "modelo populista".
"Este modelo necesita constantemente de más ingresos. Los ha conseguido con emisión, pero esta variable ya está en un 40%, ahora necesita de otras cajas. Y las futuras expropiaciones son lo que hace muy incierta la rentabilidad. Por eso caen las inversiones y los valores de los activos", argumenta.
Una ganancia demasiado costosa
En medio de tantas críticas, hay un dato que los defensores del "modelo" pueden usar en defensa propia.
Y es que, en un año donde la región no tuvo tanto atractivo para atraer inversión externa directa, la Argentina muestra un impresionante 42% de suba en el primer semestre, contra un 8% de los países vecinos.
Claro que hay un "pequeño detalle": el crecimiento no se produjo como consecuencia de que haya mejorado la imagen argentina en el exterior. Más bien, al contrario, la expropiación de YPF llevó el entusiasmo inversor a un punto mínimo.
De manera que lo que determinó ese 42% de incremento no fue otra cosa que la prohibición de remitir dividendos hacia el exterior, y la presión a empresas privadas para que reinvirtieran ganancias, llevando a un mínimo el reparto de utilidades.
Es decir, ante la desmejora del clima de inversión, se logró una suba de esos desembolsos privados por la vía compulsiva, lo cual agrava más aun el mal ambiente inicial.
Desde la óptica del Gobierno, una forma de corregir algo que el mercado no podía resolver por sí mismo.
Para los analistas, en cambio, algo muy parecido a una "victoria pírrica", ya que en ese período la inversión general se desplomó un 16 por ciento.
¿Los demás viven con "lo nuestro"?
A futuro, las principales advertencias tienen que ver con el "síndrome de abstinencia" que genera el intervencionismo.
Es decir, el efecto por el cual cada medida se agota más rápidamente, y lleva a la necesidad de una nueva intervención.
El caso que los analistas señalan como ejemplo típico es el de la Anses, que ahora está agotando su capacidad de financiar nuevos proyectos (Ver nota: "La ‘interminable' caja de la Anses, usada para financiar viviendas, YPF, planes sociales y hasta notebooks: ¿resiste?").
Pero hay, además, un efecto indeseado de esta política intervencionista que preocupa aun más a los analistas: el hecho de que, en un país con alta capacidad de ahorro (se estima en u$s150.000 millones el dinero de argentinos fuera del sistema bancario), esos recursos estén cada vez más lejos de ser utilizados.
Al respecto, Alieto Guadagni, ex secretario de energía, que rescata el aporte que en su momento hizo Ferrer, critica a quienes hacen una mala interpretación sobre la consigna de "vivir con lo nuestro".
Y dice: "Una política económica es inteligente cuando es capaz no sólo de fortalecer un clima que permita retener en sus fronteras su propio ahorro interno, evitando la fuga, sino también si es apta para atraer inversiones externas. Hoy se trata de evitar que los demás vivan con lo nuestro".