El relato detrás del relato: por qué Cristina eligió este momento para dar a conocer su "mega plan" hipotecario

Cuando los cacerolazos acechan, el cepo al dólar traer malhumor,la pesificación marca agenda y la imagen presidencial cae,la Presidenta da golpe de impacto
ECONOMÍA - 13 de Junio, 2012

Cristina Kirchner lo volvió a hacer. Sacó otro conejo de la galera justo cuando el humor social le empezaba a jugar en contra, con los sindicalistas demandando abiertamente un cambio en la política de "ajuste", con productores rurales manifestando su enojo a la vera de las rutas y con los "caceroleros" mostrando su irritación en plazas y esquinas porteñas.

El nuevo golpe de efecto llega en un momento en el que parecía que el malhumor en torno al dólar había diluido muy rápidamente el efecto de recuperación de la imagen que había dejado la "reconquista" de la petrolera YPF, con toda su cuota de euforia nacionalista.

Los expertos en opinión pública destacaban cómo el "caso YPF" había servido para detener la caída en la imagen de la Presidenta, pero que no había ayudado para darle un impulso alcista. En este sentido, la consultora Poliarquía había medido una estabilización luego de un descenso de unos 20 puntos.

Este hecho llevó a que varios analistas pronosticaran que el "relato" había entrado en una fase de "rendimiento decreciente".

Es decir, que el Ejecutivo iba a ir requiriendo de anuncios de mayores proporciones para generar un efecto de bienestar social de cada vez menor duración.

Ahora, con el mega-anuncio del plan crediticio para la construcción de viviendas a tasas subsidiadas por el Estado, la Presidenta vuelve a apostar fuerte. Y elige un tema que está en el centro neurálgico de las preocupaciones sociales.

Una vez más, deja demostrada su capacidad del "relato" para transformar las crisis y los defectos propios en luchas épicas.

Previamente, la sociedad vio cómo la crisis energética fue transformada en una cruzada nacionalista para recuperar YPF.

También, cómo el colapso del sistema de transportes llevó a una avanzada contra los concesionarios privados de TBA. Los mismos que, hasta ayer, eran elogiados por el Gobierno.

También la falta de dólares -producto de serios problemas acumulados de caja- derivó en la "batalla cultural pesificadora", que ahora busca promoverse, haciendo foco en los beneficios que le puede dar al país que la moneda nacional tenga un mayor protagonismo. 

Y ahora le tocó el turno a la vivienda, un tema reconocido por los propios funcionarios K como una de las grandes deudas que "el modelo" tenía para con la sociedad.

Con cifras de préstamos hipotecarios que cayeron a niveles ínfimos, similares a los que se registraban en la década de los '80 -y con un encarecimiento del metro cuadrado en términos de salario- el sueño de la "casa propia" se esfumó en los últimos años como ideal cumplible por parte de la clase media.

El resultado de esta situación fue que, según los expertos del sector inmobiliario, la construcción haya dejado de estar orientada a las necesidades de las familias y se hayan transformado en "productos financieros" para inversores que ven al ladrillo como un sucedáneo del mercado de capitales.

Al respecto, una estimación realizada por expertos de la UADE indica que de cada 10 personas que compran un departamento en la actualidad (incluyendo usados y a estrenar), apenas tres son "compradores genuinos". Es decir, que buscan la unidad por una necesidad habitacional real. El resto lo hace con un mayor foco en refugiar su dinero o con el propósito de obtener una renta.Varios pájaros de un tiro

En este contexto, el nuevo plan crediticio de la Presidenta implica una de esas "jugadas de ajedrez" que el kirchnerismo es capaz de hacer, dado que mata varios pájaros de un tiro:

•Por un lado, retoma la iniciativa política cuando el clima social le resultaba adverso.

•Con este plan instala en agenda un nuevo tema, neurálgico para la sociedad.

•Así, corre a un costado -al menos temporalmente- el de la pesificación, que se instalara como título principal de los medios de comunicación en estos días. Y calma un poco el nerviosismo generado en el mercado.

•Aparece al frente de una política provivienda, un aspecto que en los nueve años de gestión kirchnerista había dado resultados muy mediocres.

•Refuerza el discurso de la "inclusión social".

•Le arrebata una de las banderas principales a la CGT de Hugo Moyano, que venía enfatizando la necesidad de un mayor acceso a la vivienda como una de las principales reivindicaciones del movimiento sindical.

•Hace aparecer insignificante la iniciativa del Banco Ciudad, que opera en la órbita de Mauricio Macri, ("montos exiguos" fue la expresión de Kicillof). Pero no sólo eso, sino que hasta le endilga el pérfido rol de estimular irresponsablemente una suba de precios, dado que el plan sólo apunta a préstamos para la compra pero no para la construcción.

•El programa implica una justificación retroactiva de la reestatización del sistema jubilatorio y la captación de los fondos de las AFJP, que serán los principales financiadores del sistema con tasas subsidiadas.

•Dado el carácter federal del plan, el Gobierno nacional se lleva la mejor parte de la imagen y aparece como benefactor, en fuerte contraste con los gobiernos provinciales, que atraviesan dificultades financieras y realizan impopulares subas impositivas.

•Hace aparecer a los bancos privados como principales responsables de la falta de crédito hipotecario. Tras señalar que en los últimos años habían logrado rentabilidades excepcionales, destacó que no habían logrado -o no habían querido- canalizar estos fondos hacia la vivienda.

•Refuerza su argumento en el sentido de que sólo un Estado decidido a intervenir en la economía es capaz de dar respuesta a las demandas sociales.

•La iniciativa, que según el titular de Anses, Diego Bossio, implica una inyección de $20.000 millones en la economía, es funcional al discurso sobre la necesidad de realizar políticas contracíclicas y promover la actividad en un momento en que hay recesión mundial.

Una alicaída industria de la construcción, además de varios sectores conexos, como el cementero y el siderúrgico, recibieron esta noticia con alivio, aunque con la advertencia de Cristina en el sentido de que también deberán "poner su parte" -léase resignar rentabilidad-.

Por cierto, ahora sobrevendrá otro debate. Y es el de si los fondos de la Anses resultan suficientes como para financiar un programa tan ambicioso como el presentado por el Gobierno. Y ya empiezan a surgir las visiones escépticas.

Para el economista Enrique Szewach, el organismo del sistema previsional tiene mucho menos "cash" de lo que se supone, una vez que se restan las tenencias en bonos y acciones y, sobre todo, los títulos que representan deuda intra-estatal."Me parece imposible de fondear esa cifra anunciada por el Gobierno, no da la economía. Hoy la Argentina tiene serios problemas de energía e infraestructura. Y pretender que el país se reactive por un plan de créditos hipotecarios es como que un paciente tenga un problema del corazón y le hagan una cirugía estética", sostiene.

Por otra parte, cuestiona el hecho de que se haga este uso de los fondos en un momento en que las provincias están en emergencia fiscal.

"El Gobierno les trasladó el ajuste y les cortó los fondos de obras. Así, con los créditos hipotecarios terminan sustituyendo una cosa por otra", argumenta Szewach.

En tanto, Federico Bragagnolo, analista de la consultora Econviews, opina que la iniciativa oficial no será una solución de fondo para el problema de acceso a la vivienda, "aunque es probable que sí pueda ayudar a incentivar la economía en el actual contexto".

¿Efecto duradero?

El primer efecto del anuncio se vio inmediatamente: en la primera hora ingresaron 10.000 consultas al sitio de Anses, que colapsó ante semejante demanda por parte de ciudadanos interesados en tomar los créditos de $350.000 con tasas subsidiadas.

El interrogante ahora es si la iniciativa logrará un efecto duradero, tanto a nivel de imagen presidencial como desde el punto de vista de la actividad económica o si, tal como ocurrió con YPF y con otras medidas, apenas cumplirá una función "distractiva" y sólo inyectará al Gobierno un oxígeno político de corta duración.

En buena medida, la respuesta a esa pregunta dependerá de qué tan eficientemente esté diseñado el programa, para cumplir su promesa de tener una implementación rápida y sin burocracia.

"Si realmente dan 100.000 créditos en unos meses, entonces ayudará a reactivar la economía. Pero tengo mis dudas, por experiencias pasadas, respecto de si el acceso a los préstamos va a ser tan masivo como se lo presenta y si no habrá requisitos que traben el trámite", apunta Julio Burdman, director de la consultora Analytica.

En lo estrictamente político, este analista considera que el objetivo de la Presidenta es consolidar su base de apoyo electoral, con vistas al año próximo.

"El Gobierno no quiere perder su piso de votantes. Por eso, un nivel de apoyo de 50% a Cristina es percibido como positivo. Y para eso resulta vital mantener la economía en marcha y el consumo elevado", argumenta.

Quien expresa un punto de vista escéptico es Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas, quien compara el anuncio de ayer con el de YPF, aunque a una escala menor.

"La eficacia de esta medida para revertir la caída en la imagen presidencial será acotada. Y deja al descubierto que el Ejecutivo depende de dos indicadores clave: el empleo y el crecimiento de la economía. Sólo un buen desempeño en estos aspectos hace que la inflación pase a un segundo plano", afirma Novaro.

De todas formas, admite que hay un importante componente de astucia política en el anuncio de ayer: "Incluso la gente a la que no le gusta el Gobierno percibe que Cristina es la única que puede dar soluciones. De manera que mientras se muestre en movimiento y haciendo esfuerzos, eso le va a dar resultados en términos de imagen".

Advierte, sin embargo, que "aunque mostrarse hiperactiva le hace bien, también debe cuidarse del exceso de anuncios porque provoca un efecto cansancio en la población".

Es probable que esta medida no detenga la ola de protestas, como los cacerolazos de ciudadanos enojados por las restricciones a la compra de dólares. Pero los analistas creen que esto tampoco constituye una preocupación central para el Gobierno, en la medida en que logre un efecto de "polarización".

En este sentido, el politólogo Enrique Zuleta Puceiro destaca que los cacerolazos "llevan a mucha gente hacia el otro extremo, entonces con sus más y sus menos, la suma sigue dando igual".

Su advertencia es que, aunque la situación económica desmejore, lo que nunca puede hacer el Gobierno es mostrarse desorientado.

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