En busca del "tercer ancla": tras tarifas y dólar, el Gobierno buscará moderar subas de salarios

En busca del "tercer ancla": tras tarifas y dólar, el Gobierno buscará moderar subas de salarios
ECONOMÍA - 01 de Septiembre, 2011

Una idea va cobrando forma tras el rotundo triunfo electoral de Cristina Kirchner: el escenario que viene no sólo traerá la consabida "profundización del modelo" que entusiasma a unos y preocupa a otros.

Además, habrá un gradual pero inexorable ajuste, que hará de contrapeso ante los desequilibrios que aquejan a la economía.

Y una parte central de ese "retoke" será la moderación de los ajustes en salarios, a partir de los cuales el Gobierno buscará que los aumentos ya no corran por encima de la inflación, algo que fuera tan característico a lo largo de estos últimos años.

En otras palabras, ante las claras señales de agotamiento que muestran los "anclajes cambiario y tarifario" el oficialismo apuntará a fijar una tercer ancla: la salarial.

Todo esto, en su intento por moderar la suba de precios y, en definitiva, por evitar que el país se siga encareciendo en dólares.

Una tema que preocupa sobremanera, dado que ha ido dejando al "Made in Argentina" al borde del precipicio. Y a los empresarios locales a merced del "alud" de artículos importados y de las barreras proteccionistas.

A modo de ejemplo, en el reciente PreColoquio de IDEA, Miguel de Biasi, empresario cordobés de la industria de la bebida, destacó que el actual costo laboral, sin contar un 30% adicional de aumento, ya más que duplica al de los años '90.

"Si alguien piensa que una empresa pequeña o mediana del interior del país puede competir con estos costos es que está mirando otra película", fue su expresiva conclusión.

También, en ese foro empresarial, el director de la consultora Abeceb, Dante Sica, diagnosticaba la situación actual de las empresas argentinas como "de mano de obra escasa y cara".Salarios versus inversiones: la opción

El tema de esta "ancla salarial" cobra mayor relevancia, además, porque éste es un momento en el que el Gobierno pretende dar un fuerte salto en el nivel de inversiones.

Según el viceministro de Economía, Roberto Feletti, para cumplir con el objetivo oficial de que la economía crezca un 5% el año próximo, el monto de desembolsos tiene que seguir creciendo hasta ubicarse por encima del 25% del PBI.

Y, precisamente en ese marco, los empresarios se esfuerzan por instalar la idea de que ese objetivo será muy difícil de alcanzar si primero no se avanza en moderar los aumentos salariales, que les permita a las compañías contar con un mayor margen de rentabilidad.

Sobre todo en un país donde buena parte de los nuevos proyectos son fondeados con las propias ganancias, y en donde sólo se recurre al sistema financiero de modo marginal.

"Hay que compatibilizar la inversión y la redistribución", fue la expresión que usó el presidente de la UIA, José Ignacio De Mendiguren, a pocos días de que la Presidenta expresara: "Todo lo que nosotros fomentamos permanentemente es sostener e impulsar la demanda. Y necesitamos que los empresarios inviertan para apuntalarla y no tener las tensiones propias del crecimiento".

Estas frases se dan en un contexto en el que los ejecutivos de negocios se muestran poco predispuestos a desembolsar grandes sumas de dinero. Al respecto, una encuesta de la UIA revela que el 64% de los empresarios manifiesta que no es buen momento para invertir.

Esto implica un pesimismo creciente, si se considera que, ante la misma pregunta, el nivel de respuestas negativas a fines del año pasado era de "sólo" un 56 por ciento.

Por otra parte, el "horizonte de previsibilidad" a la hora de encarar un proyecto, indicador que mide la consultora SEL, marca que el mismo es de poco más de dos años.

En buen romance, los ejecutivos de compañías buscan un recupero del monto invertido en un cortísimo lapso, algo muy difícil de lograr en emprendimientos de cierta magnitud que requieren de un período bastante mayor.

"Lo que se considera deseable para poder invertir capital y tenerlo inmovilizado es una visión que permita planificar a siete u ocho años. Por eso la inversión sigue siendo baja en la Argentina", afirma a iProfesional.com Ernesto Kritz, director de la consultora SEL.Un mensaje implícito en el salario mínimo

La alarma que expresan los empresarios empieza a encontrar respuestas en el Ejecutivo, en el sentido de éste último entiende sus limitaciones de competitividad y de capacidad de inversión.

El evento que posiblemente haya significado un punto de inflexión en este sentido es la reciente aprobación del nuevo salario mínimo.

Es que hubo varias situaciones inéditas en esta última negociación.

Primero, el Gobierno se mantuvo firme en defender un porcentaje de ajuste (25%) mucho más cercano al que pedían los empresarios (19%) que al que reclamaban los dirigentes sindicales (41%).

Y, segundo, hubo una fuerte señal política en la amenaza gubernamental de sacar el aumento por decreto, algo que nunca había ocurrido en ocho años de reuniones del comité tripartito.

Pero, lo más elocuente, es la palabra de los funcionarios del Gobierno respecto de cuál es el significado que ellos le atribuyen a este ajuste.

En este sentido, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, admitió que este acuerdo por el salario mínimo puede ser "un indicativo de lo que viene" con vistas a las paritarias de 2012.

Y, además, se congratuló en que el porcentaje acordado no hizo necesaria una instancia que el Gobierno quería evitar a toda costa: la reapertura de las negociaciones salariales, que ya estaban cerradas desde comienzos de año.

Así, tanto Tomada como la Presidenta fueron bien explícitos en vincular la continuidad del crecimiento económico a una política salarial que no incurra en excesos.

Sobre todo ante un escenario internacional que luce menos amigable.

En la foto con la que el Gobierno quiso dejar constancia de la importancia política que le asigna a este acuerdo, Cristina se manifestó orgullosa de la "responsabilidad" con la que sindicalistas y empresarios habían encarado la negociación.

Y, más explícito aun, Tomada recordó que en la anterior crisis financiera global, que golpeó al país en 2009, la gestión de la política salarial tuvo una consigna clara: "Defender el nivel de actividad y empleo, que son prioridad".

Vale recordar que en aquella ocasión la Presidenta había logrado convencer a la dirigencia de la CGT de no insistir con pedidos de grandes aumentos, porque esto hacía correr el riesgo de elevar el desempleo.

Y hasta hubo casos, tal como se diera en la industria automotriz, en los que se aceptaron bajas nominales de salarios como forma de preservar los puestos de trabajo, en un momento de merma de la actividad.

A nivel sindical, si bien la postura oficial es que el salario mínimo y las paritarias no son negociaciones vinculadas entre sí, se admite que será difícil repetir los porcentajes de suba que se vieron este año.

Pedro Wasiejko, dirigente del sindicato del neumático, admite que "va a estar más complicado negociar en las paritarias, sin dudas, como consecuencia del marco internacional menos favorable para la economía argentina".

Con el antecedente de 2009 en la mira

¿Será 2012 una repetición de 2009 en el plano salarial? A primera vista, la respuesta de los analistas es que la profundidad de la crisis mundial y el impacto sobre la economía argentina no serán iguales.

No obstante, lo que parece evidente es que sí hay una ostensible preocupación del Gobierno por evitar que los ajustes salariales exacerben el problema inflacionario.

"El Gobierno va a intentar que decrezcan los desequilibrios económicos. Es cierto que por ahora no dio señales en el gasto público ni en la oferta monetaria, pero esta decisión del salario mínimo parece dar indicios en este sentido", sintetiza Kritz.

Y son varios los economistas que opinan de que será el propio kirchnerismo quien intentará una estabilización de la inflación, pasada la etapa electoral. Y que una parte fundamental de esa corrección vendrá por la vía de una moderación en las subas de las remuneraciones.

"Gane quien gane, va a haber un sinceramiento de la economía. En este caso, el oficialismo debería aprovechar este respaldo para hacer correcciones, y así disfrutar de una segunda ´luna de miel´ durante un tiempo", había señalado el ex ministro Roque Fernández, pocas semanas antes de las primarias.

En la misma línea, Ricardo Delgado, economista jefe de Analytica, cree que Cristina repetirá su experiencia de 2009, cuando su manejo salarial le permitió sortear, con relativamente poco daño, la crisis financiera global.

Es más: Delgado está entre quienes creen que uno de los motivos del reciente éxito electoral residió en cómo fue gestionada aquella situación adversa: "Ante la inminencia de una probable nueva contracción global, es posible que esté jugando en las decisiones electorales de hoy la experiencia en el manejo de la crisis pasada. La Argentina perdió poco empleo en 2009, cuando en el mundo desarrollado el desempleo explotó", recuerda.

Y, tal vez, lo más curioso sea que tanto en el Gobierno como entre los analistas independientes existe la convicción de que una moderación salarial no necesariamente debe implicar un enfriamiento del ritmo económico.

De hecho, desde una visión que mezcla la economía con la sociología, el consultor Guillermo Oliveto afirma que la variable clave para el consumo no es tanto el salario sino la estabilidad laboral.

"No estoy considerando una espiralización de la inflación porque en general eso no está hoy en el mapa de análisis de la gran mayoría. Parece amesetada en el nivel actual y, gane quien gane, están previendo bajarla algunos puntos y moderar un poco la demanda de incrementos salariales", afirma Oliveto.

Lo cierto es que, ya a finales del año pasado, la Presidenta había convocado a un "Pacto social" entre trabajadores y empresarios, que no se concretó.

Aunque nunca llegó a explicitar cuál sería la cifra "mágica" que expresara un punto de encuentro, el 24% firmado con Moyano para el gremio de camioneros fue un claro indicio.

Sin embargo, el promedio de 2010 terminó siendo de un 28%, con gremios que ajustaron por encima de 30% para reducir el desfasaje de niveles salariales que se había generado respecto de los sectores mejor pagos.

Ahora, la señal parece ir en el sentido de que los próximos ajustes remunerativos no deberán superar a la inflación pasada, ahora cercana al 22% y lejos del 30% (o más) que se pronosticaba en el arranque del año.

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