Radiografía salarial: qué sectores ganan y cuáles pierden frente a la inflación
El modelo económico basado en el crecimiento a costa de una alta inflación está provocando una fuerte redistribución de los recursos dentro de la sociedad argentina.
Pero, a diferencia del objetivo que suele proclamarse en el ámbito político, en esa reasignación de renta los más pobres no son los beneficiados sino que, por el contrario, resultan ser los más castigados.
Y además, los que más ganan no lo hacen necesariamente por encontrarse en los sectores que agregan más valor a la economía.
El resultado de esta situación es que un tercio de los asalariados registrados del sector privado están perdiendo poder adquisitivo. Y, para peor, empiezan a evidenciarse signos de retroceso en la formalización del empleo, donde otra vez avanza la modalidad de contratos "en negro".
Así surge de nuevas investigaciones económicas, como la de la consultora SEL, que dirige Ernesto Kritz, y la del Instituto de Estudios Laborales y Sociales de la UCES, que dejan al descubierto el "lado oscuro" del actual boom del consumo y crecimiento a tasas chinas.
El primero de los informes analiza cómo la redistribución del ingreso resulta distorsionada por el proceso inflacionario.
Kritz argumenta que, a diferencia de lo que sucede en economías con estabilidad, los salarios no mejoran en términos reales cuando aumenta la ganancia empresaria, sino que dependen de factores externos a la compañía.
"En un escenario inflacionario como el actual, la variación del ingreso real se desvincula de los cambios en la productividad –un factor endógeno- y depende mucho más de la capacidad de negociar el reajuste de los salarios nominales frente a los aumentos de precios –un factor exógeno-", señala el experto.
Para hacer el trabajo, la consultora realizó comparaciones entre los aumentos salariales negociados por los sindicatos en las últimas paritarias y la inflación medida por Buenos Aires City, que dirige la ex titular del IPC del Indec, Graciela Bevacqua.
Y destaca que, en ese panorama, el 36,5% de los trabajadores pierde salario por el simple hecho de no estar en el sector formal de la economía.
Pero también 3 de cada 10 empleados formales del sector privado quedan en desventaja en la carrera de salarios versus precios.
¿Cuál es el factor principal para determinar si uno puede quedar en el terreno de los ganadores o en el de los perdedores?
Para Kritz: "En el corto plazo la variable definitoria es la capacidad de negociación –en este caso principalmente de los sindicatos- que no depende sólo de las condiciones del mercado sino del peso político de las partes, entre sí y con relación al Estado".
El gráfico muestra cómo, en el promedio, los salarios privados le ganan a la inflación, con la excepción de tres trimestres en los que se notó la influencia del conflicto entre el Gobierno y el sector rural.
Según Kritz, esto corrobora la hipótesis de la desvinculación del salario real en relación a los cambios en la productividad, así como también pone de manifiesto el "divorcio" entre las remuneraciones pagadas y el ritmo de crecimiento de la actividad económica del país.
"En efecto, en 2009, con un primer semestre recesivo, la ganancia de salario real fue de 3% y en el primer semestre de este año, con la economía creciendo muy rápidamente, de 2,4%", puntualiza.
Por otro lado, el experto aclara que la capacidad de defenderse contra los aumentos de precios no ha sido pareja en todas las ramas de actividad.
El siguiente gráfico muestra la caída que se produjo en 10 sectores, incluyendo siete de la industria.
El empleo se hace más precario
El efecto más preocupante de la consolidación del proceso inflacionario sea la reversión observada en la formalización del empleo.
La tendencia hacia una disminución del trabajo "en negro" y de las actividades cuentapropistas de baja rentabilidad, asumidas por los desocupados, había sido una constante de la economía argentina a partir de la recuperación del país iniciada en 2003.
Sin embargo, los indicadores más recientes en materia laboral muestran que no sólo existe dificultad para que la creación de empleo en blanco acompañe el ritmo de crecimiento económico, sino que nuevamente comenzó a observarse una tendencia a la precarización del trabajo.
Y, a la hora de buscar las causas, una de las principales es la coexistencia de alta inflación con una política salarial que privilegia los altos aumentos nominales.
El informe de la UCES da cuenta de que la contrapartida de la estabilidad laboral lograda fue la persistencia de más de 1,4 millones de personas sin empleo y otro tanto que trabaja menos de 35 horas semanales, mientras que los empleados en blanco se beneficiaron con incrementos en sus remuneraciones que más que duplicaron a la inflación que mide el INDEC.
Si bien el fenómeno del estancamiento en la creación de trabajo formal ya había comenzado en 2008, cuando empezó a agudizarse la apreciación del peso en términos reales, este año el efecto se hizo mucho más notorio.
El informe argumenta que la política cambiaria de utilizar al precio del dólar como ancla inflacionaria, junto con una fuerte suba nominal de las remuneraciones, ha provocado un fuerte aumento del costo laboral medido en dólares.
Según la UCES, esta situación se está dando con una fuerza tan grande que ha hecho perder efectividad a las medidas oficiales de combate al empleo en negro, al tiempo que facilita "la compra de empleo extranjero", a través del fuerte incremento de las importaciones.
"Así se llega a la situación actual en la que la estructura ocupacional muestra notorios progresos desde 2003, pero muy escasas variantes en comparación con las proporciones que se registraban en 2001, cuando la economía arrastraba tres años de recesión, en contraste con el escenario presente, que acumula siete años con altas tasas de reactivación del aparato productivo", indica el informe de UCES.
Tal como puede apreciarse en la siguiente infografía, en la actualidad la cantidad de empleados en negro, en términos porcentuales, es similar a la que se observaba en 2001:
Mal pronóstico
Las perspectivas no lucen alentadoras en el campo del empleo y el salario. Los factores que han llevado a las distorsiones y retrocesos actuales que señalan estos informes no sólo no tienen posibilidades de desaparecer, sino que se verán acentuados durante el año próximo.
Por lo pronto, el encarecimiento de la mano de obra medida en dólares es un fenómeno que continuará, posiblemente en tasas cercanas al 15%, como está verificándose en 2010.
El motivo es que el Gobierno ratificó que el deslizamiento de la paridad cambiaria con el dólar seguirá a un ritmo bajo, que probablemente no llegará a 10% en todo el año, mientras que la inflación (y las subas salariales del sector privado bajo convenio) se moverán en torno al 25 por ciento.
Desde ese punto de vista, los incentivos a la formalización del empleo seguirán bajos, como queda evidenciado en las encuestas a empresarios de diversos sectores.
Y en lo que respecta al nivel real de los salarios, las noticias no son buenos, aun cuando haya motivos para pensar que las negociaciones paritarias vuelvan a arrojar altos porcentaje de mejora nominal.
Para Kritz, algo que ha quedado evidenciado es que incluso en los segmentos con mayor capacidad para enfrentar la suba de precios puede haber pérdidas salariales, y que ello puede ocurrir aun cuando la economía esté desempeñándose con altas tasas de crecimiento.
En definitiva, las consecuencias pueden ser que la redistribución del ingreso deje cada vez a más gente descontenta que alegre.
Kritz advierte que "en un plazo más largo, es del todo probable que la lista de perdedores frente a una inflación persistente se extienda". Federico McDougall