El Gobierno insiste en el error de atrasar el dólar: cuáles son los graves problemas que genera en la economía
La tentación es tan grande que todo gobierno, sistemáticamente, cae en el error de atrasar el dólar. Lo hizo Cristina Kirchner, también Mauricio Macri y, ahora, Alberto Fernández. Desacelerar los precios, mejorar la percepción salarial con un mayor ingreso en dólares, facilitar el consumo importado, son todas metas que a lo largo de los años han seguido los distintos gobiernos, pero que el retraso cambiario nunca pudo facilitar. Esta gestión tampoco ha sido excepción. Desde diciembre de 2020, cuando tocó un máximo, el tipo de cambio real multilateral (la medida usual de los economistas para pulsar el fenómeno) se ha fortalecido nada menos que 28%.
Sin embargo, con cepo y los actuales niveles de brecha, la intención de mejorar la percepción salarial en dólares es una quimera. Hay que remontarse a los tempranos años 2000 para encontrar ingresos en dólares "de acceso fácil" (financieros y blue) tan bajos. Pero sigue la creencia de que, al menos, alentar la demanda de bienes de consumo importado desalineando los precios relativos mejora el bienestar. Son políticas que en todos los casos terminan mal, con pérdidas insostenibles de reservas, endeudamiento y crisis de balance de pagos. Desalentar las exportaciones y alentar las importaciones es una receta que siempre fracasó.
Dólar, inflación y freno a las importaciones
La apreciación cambiaria tampoco viene funcionando para disciplinar la inflación, que es uno de sus objetivos principales. Los precios pasaron de aumentar 2-3% al mes a finales de 2020, al 6-7% mensual ahora. Y mientras el PIB acumula un crecimiento de 20% desde entonces, el consumo y las importaciones casi lo duplican. Algo no camina.
El punto es simple: el dólar retrasado sesga el consumo hacia los bienes importados y las decisiones productivas hacia adelantar compras de insumos y materias primas del exterior, deteriorando el balance comercial y no necesariamente recuperando la actividad a la misma velocidad. Los dólares que financian esta estrategia pro-consumo ahora provienen, por lógica, de las exiguas reservas del Banco Central.
"La apreciación cambiaria tampoco viene funcionando para disciplinar la inflación, que es uno de sus objetivos principales"
Ante los evidentes costos de esta deliberada distorsión en los precios relativos, desde la llegada de Sergio Massa, el Gobierno comenzó a virar, respondiendo con devaluaciones sectoriales a fin de esquivar la más ortodoxa devaluación tradicional. Lo obvio fue iniciar el camino por el complejo sojero, generando un importante salto en las reservas netas que le dio aire a la nueva gestión y le permitió sobrecumplir la meta de acumulación acordada con el FMI para el tercer trimestre.
En paralelo, se aumentó el número de importaciones monitoreadas con licencias no automáticas, llevándolas de 1.900 a 2.700. La apuesta es enfriar la actividad, reduciendo la demanda de importaciones, en una etapa que, hasta marzo al menos, hará muy compleja la gestión de la caja en dólares del Banco Central.
El "dólar Qatar", ¿es una medida adecuada?
La más reciente de estas alquimias es el "dólar Qatar", pensado para reducir el poder de compra de los argentinos en el exterior y de este modo, desplomar el flujo sostenido de turismo emisivo, una de las fuentes más preocupantes de salida de divisas. El saldo negativo en dólares del sector turismo es similar al de 2018. La brecha, además, desalienta la liquidación de dólares de extranjeros a las arcas del Banco Central.
¿Es adecuado este particular ajuste cambiario para ordenar el desequilibrio del sector ante la escasez de divisas? Siguiendo lo ocurrido durante el cepo anterior (2012-2015), la medida podría lucir apropiada. Por entonces, los salarios medidos en términos de "dólar turista", mostraban una fuerte correlación positiva con los gastos por turismo emisivo. En el último gobierno de Cristina Kirchner el salario en dólares turista cayó y se desplomó la salida de argentinos al exterior.
Sin embargo, desde la salida de la pandemia la relación se ha vuelto más estrecha con el tipo de cambio oficial. Esto en parte se debe a que, una vez eliminadas las restricciones por motivos sanitarios, volvieron los viajes pospuestos, pero ahora con el incentivo de un "mejor" salario (en dólares oficiales), que alentaba la compra de pasajes y paquetes turísticos con tarjetas de crédito. Cuál será el real impacto de la medida está por verse, pero no parece que vaya a alterar estructuralmente la demanda de viajes al extranjero.
La apreciación cambiaria también atenta contra las exportaciones. En especial, sobre las manufacturas de origen industrial (MOI). La correlación entre el salario en dólares oficiales y las cantidades exportadas totales es de -30%, en tanto que para las MOI llega a -54%. A mayores salarios en dólares, más costos para los exportadores. Penalizar la generación de divisas es un contrasentido en este contexto.